Alejandro Canales
UNAM-IISUE/PUEES
@canalesa99
(Publicado en Campus Milenio No. 1088. Mayo 1, 2025, pág. 4)
El Vaticano informó que alrededor de un cuarto de millón de personas estuvieron presentes en la liturgia exequial del pontífice Francisco en la Plaza de San Pedro y, añadió que, en el recorrido hacia la Basílica de Santa María la Mayor -lugar al que fue trasladado el féretro-, se congregaron otras 150 mil personas (Boletín 26.04.2025)
A la ceremonia luctuosa también asistieron más de medio centenar de jefes de Estado y de Gobierno, así como representantes de 140 delegaciones extranjeras. No solamente es un tema de cantidad; tal vez de mayor importancia es que se trata del representante de la institución religiosa más antigua del mundo.
Pero la figura papal trasciende el interés puramente religioso porque se trata del jefe de Estado del Vaticano, el guía espiritual de la Iglesia católica y, no menos importante, un líder moral de escala mundial que se pronuncia sobre temas muy variados, entre ellos los científicos y tecnológicos.
Las encíclicas son los documentos en donde se expresa con mayor detalle y rigor las posiciones de los pontífices; ellos mismos las redactan. Aunque tienen como destinataria a la grey católica, con frecuencia las encíclicas buscan dirigirse a la población de todo el mundo.
Una de las primeras encíclicas de interés social y muy influyente fue la del papa León XIII en 1891, sobre la “situación de los obreros”, precisamente en el contexto de la Revolución Industrial, en la que llamó a respetar los derechos de los más débiles, pero también el de la propiedad privada (Rerum Novarum y aquí se puede ver: t.ly/cp2Da).
El papa Francisco escribió cuatro encíclicas: la primera en junio del 2013, a los pocos meses de su elección como obispo de Roma, y la última en octubre del año pasado. La segunda, Laudato si’, incluyó un pronunciamiento relevante sobre el cambio climático. De hecho, está subtitulada con una metáfora “Sobre el cuidado de la casa común” (Aquí se puede consultar: t.ly/NvUJK).
En el extenso documento hizo un llamado urgente a establecer un diálogo sobre la forma en que se construye el futuro del planeta, tanto por su desafío ambiental como por el interés de lograr un desarrollo sostenible e integral, dados los efectos que podrían producirse.
Por ejemplo, puntualizó la necesidad de un trabajo conjunto entre ciencia y religión, desde sus diferentes aproximaciones: “Si de verdad queremos construir una ecología que nos permita sanar todo lo que hemos destruido, entonces ninguna rama de las ciencias y ninguna forma de sabiduría puede ser dejada de lado, tampoco la religiosa con su propio lenguaje. Además, la Iglesia católica está abierta al diálogo con el pensamiento filosófico, y eso le permite producir diversas síntesis entre la fe y la razón” (pp. 49-50).
El contexto del año 2013 era el de una preocupación internacional compartida por los estragos del calentamiento global. También concluía el primer periodo gubernamental del estadounidense Barack Obama y el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) elaboró la primera parte de su reporte y se perfilaba el Acuerdo de París que se firmaría dos años después.
En la encíclica, el papa Francisco reconocía la utilidad de los avances tecnológicos: “No podemos dejar de valorar y de agradecer el progreso técnico, especialmente en la medicina, la ingeniería y las comunicaciones. ¿Y cómo no reconocer todos los esfuerzos de muchos científicos y técnicos, que han aportado alternativas para un desarrollo sostenible?”
Sin embargo, también advertía la desigual distribución del poder que entrañaban los desarrollos de la biotecnología, la informática o la energía nuclear. Anotó: “Nunca la humanidad tuvo tanto poder sobre sí misma y nada garantiza que vaya a utilizarlo bien, sobre todo si se considera el modo como lo está haciendo”. (p. 81)
Según la opinion del pontífice recién fallecido, el origen de la mayor parte de las dificultades del mundo contemporáneo estaba en dejarse conducir por el único paradigma de la tecnociencia. Su sugerencia fue: “Nadie pretende volver a la época de las cavernas, pero sí es indispensable aminorar la marcha para mirar la realidad de otra manera, recoger los avances positivos y sostenibles, y a la vez recuperar los valores y los grandes fines arrasados por un desenfreno megalómano (p. 90).
Todavía en su tercera encíclica, Fratelli tutti, insitió en la necesidad de incluir distintas aproximaciones sobre los problemas: “Hoy existe la convicción de que, además de los desarrollos científicos especializados, es necesaria la comunicación entre disciplinas, puesto que la realidad es una, aunque pueda ser abordada desde distintas perspectivas y con diferentes metodologías”.
Lo paradójico es que el eco de la voz del papa pareció no tener efectos prácticos y se desvaneció justo cuando el contexto internacional es muy otro: una guerra incesante por las tierras raras entre dos naciones, otra guerra comercial de escala mundial, el ascenso de liderazgos nacionales inquietantes y avances tecnológicos perturbadores. Pero los problemas sociales y morales serán para después; ya se pronunciará el nuevo pontífice.
Pie de página: El ayuntamiento de Jiquipilco, en el estado de México, “a través de la instancia municipal de la mujer, te invita al taller ‘tronada de empacho’ y elaboración de ‘pomada de pan puerco’ este 8 de mayo”. Sí, es una convocatoria oficial.