Alejandro Canales
UNAM-IISUE/SES
Twitter: @canalesa99
No, desde luego no es
necesario dar respuesta puntual a los 80 mil registros o los casi 300 mil
comentarios que se expresaron en los foros de consulta del año pasado sobre el
Nuevo Modelo Educativo 2016. No obstante, sí hace falta una explicación pública
sobre aquellas propuestas, recurrentes, que se formularon y no fueron
incluidas.
En la cultura política de
México no está arraigada la participación social en la vida pública y en la toma
de decisiones. Las razones son muy variadas, pero en ese conjunto ha sido
sobresaliente la captura de los espacios de discusión o simular que sí se toma
en cuenta la opinión de los gobernados, estos últimos lo saben y han ejercido
con abundancia el recurso de la indiferencia.
El campo de la educación no
ha sido un ejemplo de prácticas democráticas y participativas, a pesar de su alta
especialización y la concentración de inteligencia. Ahí tenemos el caso de los
Consejos de Participación Social, tienen más de dos décadas tratándose de poner
en marcha y todavía no son una realidad.
Entonces, instaurar un
mecanismo para considerar la opinión de diversos sectores, como los foros de
consulta de 2014 y 2016 sobre el modelo educativo, es un tema a analizar y tan
relevante como lo es propio modelo que se propone. Aunque tampoco cabria
sobreestimarlo.
Si la cultura de
participación social en temas relevantes de interés público es prácticamente inexistente,
también son escasos los dispositivos para recolectar las opiniones y procesar
las posibles propuestas. La experiencia nacional se limita a sondeos de opinión
y a la realización de los foros de consulta popular sexenales.
El sistema de planeación
Democrática, previsto en la Constitución y en la ley de planeación, establece
la consulta popular como mecanismo para el diseño de los planes. Sin embargo,
desde el comienzo de los años ochenta, fecha en la que puso en marcha, la consulta solamente
es para cumplir con la norma y para otorgar ese aire de legitimidad que
requieren las decisiones. En realidad, nadie sabe qué propone quién, ni cómo o
por qué se llega a tales o cuales resultados.
Los foros de consulta sobre el modelo educativo del año pasado ensayaron
un camino diferente. Tres meses después de finalizados los foros, el CIDE, a
través de su Programa Interdisciplinario sobre Política y Prácticas Educativas,
presentó un informe con los principales resultados de la consulta. En el mismo
documento se aclaró que “no involucraron la generación de
valoraciones propias sobre el nuevo planteamiento propuesto, sino únicamente
ordenar y sistematizar las opiniones de los diversos participantes en el
proceso de consulta” (p. 16).
También precisaron que el análisis y sistematización de la
información se realizó con el software
Atlas.ti. Un programa informático útil y relativamente conocido por quienes optan
por el análisis cualitativo de los datos. El asunto aquí, y conviene
reconocerlo, es que explicar cómo se analizaron los datos y presentar
públicamente los resultados constituye un avance importante
en materia de transparencia y rendición de cuentas.
Sin embargo, dado que los
resultados de los foros de consulta son públicos y están sistematizados (un
documento de casi 300 páginas), la autoridad educativa no solamente está
obligada a informar qué de esos resultados incorporó, también debiera explicar
porqué omitió otros tantos.
En los documentos sobre el
modelo educativo del pasado 13 de marzo, la autoridad nos muestra que recuperó diferentes
de sugerencias de los foros de consulta. Por ejemplo, nos dice que se
incorporaron las propuestas para una mejor relación horizontal entre los
aprendizajes esperados entre cada nivel educativo, también hizo caso de aquellas
opiniones que demandaban una mejor gradualidad entre los niveles educativos. O
bien, asumió el reconocimiento de la educación en lenguas indígenas o que debía
presentar las principales innovaciones del modelo educativo, entre otras
sugerencias.
No obstante, también hace
falta que explique qué opiniones y propuestas no consideró pertinentes, por los
menos las más importantes y reiteradas que aparecen como resultados agregados
de la consulta. Tomemos por caso lo concerniente a la educación inicial.
El informe de la consulta
destaca: Si bien se registra una
opinión favorable en relación al perfil de egreso, un comentario recurrente en
la consulta es la solicitud de incluir la Educación Inicial en el mapa
curricular de Educación Básica. Al respecto, los participantes refieren la gran
relevancia de promover, desde la edad temprana, el desarrollo de las
capacidades físicas, sociales, emocionales e intelectuales de las niñas y los
niños a fin de contribuir al logro de aprendizajes fundamentales en años
posteriores. Para aquellos ciudadanos y actores que expresaron su opinión sobre
este tema durante la consulta pública, resulta desconcertante que una etapa del
desarrollo tan relevante, y que la evidencia científica disponible indica
resulta clave, no sea considerada adecuadamente en la propuesta (p. 37).