Alejandro Canales
UNAM-IISUE/SESTwitter: @canalesa99
(Publicado en Campus Milenio. No. 715. Julio 27, 2017. Pág. 5)
Investigadores del Centro de
Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), uno de
los centros públicos de investigación del área del área de las ciencias
sociales y las humanidades, encabezan una protesta pública por la manera en la
que se quiere evaluar su trabajo. Dicen que es una “forma rígida y excluyente a
la que nos quieren obligar a presentar la información sobre nuestras
actividades académicas”.
En una carta dirigida a Enrique
Cabrero, titular del Conacyt, y a Víctor Gerardo Carreón, director de planeación
y evaluación del mismo organismo, casi un centenar de investigadores del
CIESAS, se inconforman por el reciente cambio en la plataforma digital del
Conacyt. El rechazo no es a la modificación informática es, más bien, al
formato en el que deben “capturar” la información relevante de su trayectoria
académica: el Currículum Vitae Único (CVU).
El CVU es la fuente de
información primaria para todo trámite académico ante el Conacyt. Ahí quedan trazadas
las coordenadas de la vida académica del investigador, el becario o el
aspirante a serlo; sirve tanto para valorar la permanencia, ascenso o salida
como investigador, como la asignación de financiamiento para un proyecto o el
merecimiento de una beca de posgrado.
La importancia del CVU ha sido
paulatina y es relativamente reciente su formato completamente digitalizado.
Hasta hace muy poco los investigadores llegaban a las puertas del Conacyt con
cajas de cartón apiladas con toda la documentación probatoria para su evaluación;
incluso las instituciones contrataban transporte de carga. A la par, a mediados
de los años 2000, el Conacyt comenzó a tratar de homogeneizar la información de
todos sus investigadores.
También, a medida que los
trámites gubernamentales (y de todo tipo) se extendieron electrónicamente a
diferentes áreas, la digitalización de la información y el servicio “en línea” se
han convertido en la forma más fácil de atención a las demandas. El Conacyt,
sin embargo, apenas hace un par de años inició con su modernización tecnológica
y a prescindir de la documentación física.
Ahora, el paso más reciente ha
sido la actualización de su portal electrónico y la utilización de diferentes
plataformas para los distintos servicios que brinda el organismo. Una de ellas
es la del CVU, en la cual aparece el nuevo formato de captura y ahí, todos los
usuarios, deben migrar sus datos curriculares de su CVU anterior. Eso también
esa es parte de la queja.
El asunto del CVU no solamente
tiene una dificultad técnica, especialmente para los investigadores de muy bajo
perfil tecnológico, pero de alta categoría en el Sistema, que han tenido que
aprender a utilizar las herramientas informáticas o buscar apoyo para esas
tareas. Lo más importante es que, ahora, el nuevo formato de CVU será el
principal instrumento para evaluar el desempeño individual. El problema, señalan los investigadores del
CIESAS, es que el formato “deja fuera actividades sustantivas de nuestro quehacer como
científicos sociales”.
Por ejemplo, dicen en su carta los
investigadores, excluye actividades realizadas en importantes universidades, lo
mismo que publicaciones de determinadas editoriales y revistas. También se
inconforman con la solicitud de incluir los códigos numéricos internacionales
de las publicaciones (ISBN o ISSN), el registro de inscripción en los posgrados
o la presentación de la cédula profesional.
La carta de los 100 investigadores del
CIESAS fue acompañada de otras 174 firmas de académicos procedentes de casi
medio centenar de instituciones y publicada el pasado 15 de julio en la
plataforma “Change.org”. Esta última es un sitio electrónico para movilizar el
respaldo a una causa y la lista de firmantes alcanzó más de dos mil adhesiones
en los días siguientes (No-a-un-cvu-cerrado).
La inconformidad con las formas y tiempos
de la evaluación del desempeño individual ha sido permanente. El SNI, a
mediados de los años ochenta, fue uno de los precursores de la política que se
extendió en la vida académica. Sin embargo, en estas más de tres décadas, a
pesar de que se han modificado componentes, herramientas y mecanismos de
evaluación, persiste la idea de que han sido mayores su efectos negativos
(distorsión, parcialidad, cantidad sin calidad) que el mejoramiento de la
actividad.
Al inicio de este mes, casi una decena de
académicos de la UNAM y la UAM, publicaron un documento en el “Blog de
educación de Nexos” para invitar a debatir ampliamente el problema de la
evaluación académica y presentan una propuesta de evaluación diagnóstica y formativa (“Queríamos evaluar y terminamos contando:
alternativas para la evaluación del trabajo académico”). Afirman que
las actuales evaluaciones del desempeño individual no cumplen con los
requisitos académicos elementales: promover el desarrollo y no castigar;
recibir recomendaciones para mejorar; criterios de evaluación justos; reglas
claras y transparentes
La incógnita es si estamos llegando a un punto de inflexión en la sostenida política de evaluación del desempeño individual o, una vez más, ésta conservará sus principios y se reinventará bajo nuevos mecanismos