jueves, 8 de mayo de 2025

Las universidades Benito Juárez y sus números

 

Alejandro Canales

UNAM-IISUE-PUEES

@canalesa99

 

(Publicado en la versión digital de Campus Milenio No. 1089. Mayo 8, 2025)

 

La presidenta de la República, Claudia Sheinbaum Pardo, inauguró una nueva sede del programa Universidades para el Bienestar Benito Juárez García (UBBJG). Actualmente, al parecer, ya suman más de dos centenares de sedes. Sin embargo, desde la instauración de los primeros planteles, el proyecto ha sido opaco en sus números, en su funcionamiento y en su alcance.

 

El pasado 3 de mayo, cuando la presidenta dirigió unas palabras, a propósito del nuevo plantel en el Lago de Texcoco, mencionó que la inauguración de una nueva universidad pública debía festejarse. Y sí, sin duda debe celebrarse la ampliación de las oportunidades educativas, especialmente para los jóvenes que provienen de los deciles de ingresos más bajos.

 

La presidenta Sheinbaum anotó: “la Universidad del Bienestar Benito Juárez García, que muchos —imagínese nada más— han querido minimizar, dicen: ‘Esa no es una educación de calidad’. Claro que es una educación de calidad, es de las mejores educaciones que hay en nuestro país, lo que pasa es que sirve a aquellos que no tenían acceso a la educación y eso, no lo pueden reconocer todos aquellos que defendieron el periodo neoliberal”.

 

El acceso a la universidad sigue siendo limitado, y más para los sectores socioeconómicos desfavorecidos. Las cifras oficiales muestran que solamente tres de cada diez jóvenes del grupo de edad están matriculados en la educación superior (SEP, Principales cifras 2023-2024, p. 85).

 

Pero no solamente tenemos una tasa neta baja en educación superior, también es muy desigual. La cobertura para este nivel educativo es total para los jóvenes del decil de ingresos más alto, mientras que para el primer decil apenas ronda el 20 por ciento.

 

Las sedes de las UBBJG, según su decreto de creación, estarían enfocadas a estudiantes ubicados principalmente en zonas de alta y muy alta marginación (DOF, 30.07.2019). Una medida justa y muy necesaria. Al iniciar el sexenio anterior, el proyecto era instaurar 100 unidades y matricular a 64 mil alumnos.

 

El primer informe de gobierno del expresidente López Obrador reportó que para el primer año ya se habían construido las 100 sedes y estaban matriculados casi 40 mil alumnos (pág. 153). Es decir, de forma insólita, lo que se planeaba para un sexenio se alcanzó en un año.

 

Sin embargo, luego resultó que los números no eran los que se pensaban. La misma fuente de datos, en el segundo informe, dos años después, indicaba que la matrícula más bien era de 15 mil alumnos y eran 80 las sedes, no un centenar.

 

Lo relevante no es la exactitud de los números; después de todo, se trataba de un programa en marcha, con números en movimiento constante. Lo importante es que era y es un programa que no forma parte de la estructura administrativa de la SEP y, por tanto, no sigue las reglas de información, transparencia y evaluación que rigen a otras iniciativas gubernamentales. De hecho, de forma explícita rechazó la evaluación del Coneval.

 

Tal vez por la misma forma de operación, los avances del programa se han visto con escepticismo, cuando no con rechazo. Diferentes aproximaciones al programa, por medios diversos, han documentado que múltiples sedes no se ubican en los municipios de mayor marginación; también se ha mostrado la escasa infraestructura de los planteles o las condiciones precarias e inestables de la planta de profesores.

 

Los conflictos son frecuentes en todas las instituciones universitarias, pero son preocupantes los que ocurren en las UBBJG. Las redes sociales y los medios han dado cuenta de los conflictos laborales que se han suscitado sin cesar desde la instauración del programa. Otro tanto ocurre con la inconformidad de los alumnos por los cambios en las carreras que cursan, por la gestión de las sedes o porque no reciben sus títulos.

 

El programa, lejos de abrirse a la búsqueda de soluciones y desplegar la información de interés público, se ha encerrado en sí mismo. Si bien existe una página electrónica sobre las UBBJG en la que aparece información básica, no es toda la que importa, ni tampoco funcionan todas las ligas de la página. Por ejemplo, lectora lector, intente encontrar la estadística elemental de estudiantes y profesores por cada una de las sedes. No la encontrará. Y mucho menos intente averiguarla presencialmente en las sedes. Los informes de gobierno solamente proporcionan datos agregados.

 

La directora del programa UBBJG, Raquel Sosa, en el mismo acto inaugural de la sede en el Lago de Texcoco, mencionó que actualmente suman 202 sedes, 85 mil alumnos y mil 652 profesores. Además, adelantó que el programa seguirá creciendo, porque habrá “20 nuevas sedes para este próximo ciclo escolar de 2025-2; y ojalá, 20 sedes nuevas por año hasta completar 300 sedes educativas” (Lago de Texcoco 03.05.2025).

 

Los números pueden ser deslumbrantes, pero si el programa seguirá creciendo, lo mejor será asegurarnos de que las oportunidades educativas que reciben los jóvenes más desfavorecidos representan verdaderas opciones de formación y no destellos que cegarán el futuro laboral de esos jóvenes. En la próxima entrega retornaremos con algunos números simples.

 

Pie de página: Esta semana se realizó en las instalaciones de la UNAM el Encuentro Nacional de Rectores Universia México, acudieron más de un centenar, ya veremos qué plantearon y qué sugieren.

viernes, 2 de mayo de 2025

La voz papal y los problemas sociales

 

Alejandro Canales

UNAM-IISUE/PUEES

@canalesa99

 

(Publicado en Campus Milenio No. 1088. Mayo 1, 2025, pág. 4)

 

El Vaticano informó que alrededor de un cuarto de millón de personas estuvieron presentes en la liturgia exequial del pontífice Francisco en la Plaza de San Pedro y, añadió que, en el recorrido hacia la Basílica de Santa María la Mayor -lugar al que fue trasladado el féretro-, se congregaron otras 150 mil personas (Boletín 26.04.2025)

 

A la ceremonia luctuosa también asistieron más de medio centenar de jefes de Estado y de Gobierno, así como representantes de 140 delegaciones extranjeras. No solamente es un tema de cantidad; tal vez de mayor importancia es que se trata del representante de la institución religiosa más antigua del mundo.

 

Pero la figura papal trasciende el interés puramente religioso porque se trata del jefe de Estado del Vaticano, el guía espiritual de la Iglesia católica y, no menos importante, un líder moral de escala mundial que se pronuncia sobre temas muy variados, entre ellos los científicos y tecnológicos.

 

Las encíclicas son los documentos en donde se expresa con mayor detalle y rigor las posiciones de los pontífices; ellos mismos las redactan. Aunque tienen como destinataria a la grey católica, con frecuencia las encíclicas buscan dirigirse a la población de todo el mundo.

 

Una de las primeras encíclicas de interés social y muy influyente fue la del papa León XIII en 1891, sobre la “situación de los obreros”, precisamente en el contexto de la Revolución Industrial, en la que llamó a respetar los derechos de los más débiles, pero también el de la propiedad privada (Rerum Novarum y aquí se puede ver: t.ly/cp2Da).

 

El papa Francisco escribió cuatro encíclicas: la primera en junio del 2013, a los pocos meses de su elección como obispo de Roma, y la última en octubre del año pasado. La segunda, Laudato si’, incluyó un pronunciamiento relevante sobre el cambio climático. De hecho, está subtitulada con una metáfora “Sobre el cuidado de la casa común” (Aquí se puede consultar: t.ly/NvUJK).

 

En el extenso documento hizo un llamado urgente a establecer un diálogo sobre la forma en que se construye el futuro del planeta, tanto por su desafío ambiental como por el interés de lograr un desarrollo sostenible e integral, dados los efectos que podrían producirse.

 

Por ejemplo, puntualizó la necesidad de un trabajo conjunto entre ciencia y religión, desde sus diferentes aproximaciones: “Si de verdad queremos construir una eco­logía que nos permita sanar todo lo que hemos destruido, entonces ninguna rama de las ciencias y ninguna forma de sabiduría puede ser dejada de lado, tampoco la religiosa con su propio lenguaje. Además, la Iglesia católica está abierta al diálogo con el pensamiento filosófico, y eso le permite producir diversas síntesis entre la fe y la razón” (pp. 49-50).

 

El contexto del año 2013 era el de una preocupación internacional compartida por los estragos del calentamiento global. También concluía el primer periodo gubernamental del estadounidense Barack Obama y el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) elaboró la primera parte de su reporte y se perfilaba el Acuerdo de París que se firmaría dos años después.

 

En la encíclica, el papa Francisco reconocía la utilidad de los avances tecnológicos: “No podemos dejar de valorar y de agradecer el progreso técnico, especialmente en la medicina, la ingeniería y las comunicaciones. ¿Y cómo no reconocer todos los esfuerzos de mu­chos científicos y técnicos, que han aportado alter­nativas para un desarrollo sostenible?”

 

Sin embargo, también advertía la desigual distribución del poder que entrañaban los desarrollos de la biotecnología, la informática o la energía nuclear. Anotó: “Nunca la humanidad tuvo tanto poder sobre sí misma y nada garantiza que vaya a utilizarlo bien, sobre todo si se considera el modo como lo está haciendo”. (p. 81)

 

Según la opinion del pontífice recién fallecido, el origen de la mayor parte de las dificultades del mundo contemporáneo estaba en dejarse conducir por el único paradigma de la tecnociencia. Su sugerencia fue: “Nadie pretende volver a la época de las cavernas, pero sí es indispensable aminorar la marcha para mirar la realidad de otra manera, recoger los avances positivos y sostenibles, y a la vez recuperar los valores y los grandes fines arrasados por un desenfreno megalómano (p. 90).

 

Todavía en su tercera encíclica, Fratelli tutti, insitió en la necesidad de incluir distintas aproximaciones sobre los problemas: “Hoy existe la convicción de que, además de los desarrollos científicos especializados, es necesaria la comunicación entre disciplinas, puesto que la realidad es una, aunque pueda ser abordada desde distintas perspectivas y con diferentes metodologías”.

 

Lo paradójico es que el eco de la voz del papa pareció no tener efectos prácticos y se desvaneció justo cuando el contexto internacional es muy otro: una guerra incesante por las tierras raras entre dos naciones, otra guerra comercial de escala mundial, el ascenso de liderazgos nacionales inquietantes y avances tecnológicos perturbadores. Pero los problemas sociales y morales serán para después; ya se pronunciará el nuevo pontífice.

 

Pie de página: El ayuntamiento de Jiquipilco, en el estado de México, “a través de la instancia municipal de la mujer, te invita al taller ‘tronada de empacho’ y elaboración de ‘pomada de pan puerco’ este 8 de mayo”. Sí, es una convocatoria oficial.

viernes, 25 de abril de 2025

Inteligencia Artificial: ¿quién coordina o regula?

 

Alejandro Canales

UNAM-IISUE/PUEES

@canalesa99

 

(Publicado en la versión digital de Campus Milenio No. 1087. Abril 24, 2025)

 

La regulación de la inteligencia artificial (IA) requiere la coordinación de esfuerzos globales e iniciativas nacionales. Los gobiernos y sus principales instituciones tienen una responsabilidad que no pueden soslayar. Pero ¿qué organismo nacional debería ejercer un liderazgo?

 

Las herramientas y las compañías centradas en la IA han avanzado con rapidez. El interés informático por desarrollar sistemas o programas que realicen tareas que normalmente requerirían de inteligencia humana tiene más de medio siglo, pero desde que la compañía Open AI liberó la herramienta ChatGPT, al final del año 2022, los acontecimientos se han precipitado.

 

La intención de regular a la IA va en aumento, pero no iguala al asombro que provocan sus logros. Especialmente por el impacto laboral que podría tener una automatización intensiva de trabajos que hoy desempeñan profesionales que se consideran altamente competentes, como los abogados, los profesores, los médicos o los ingenieros.

 

Tampoco se han delimitado del todo las implicaciones éticas del uso de la IA, tanto en lo que concierne a la autoría de los productos que se obtienen como por la veracidad de la información que arroja. O incluso por el uso de datos personales, la ausencia de privacidad o los posibles sesgos en el entrenamiento de una determinada IA.

 

La IA ya está en las instituciones escolares y es utilizada para diversos propósitos. Por ejemplo, para establecer rutinas personalizadas de aprendizaje, diseñar materiales didácticos, desplegar series de ejercicios de complejidad creciente, resolver problemas, así como para ofrecer explicaciones temáticas en términos relativamente sencillos.

 

También puede ser útil para realizar traducciones de un idioma a otro en segundos, elaborar y corregir artículos científicos, preparar exámenes o detectar fraudes académicos, entre muchas otras aplicaciones.

 

Sin embargo, como ocurrió en el pasado reciente con la llegada de otros dispositivos tecnológicos a las aulas, la capacidad institucional parece desbordada y no hay ninguna certeza de cómo se podría regular ni de qué forma se podrá aprovechar mejor la IA.

 

El problema es global y no es sencillo de resolver. Desde luego, sobresale la gran dependencia tecnológica que se podría generar y que los grandes corporativos podrían ejercer a conveniencia. También, a nivel individual, habría una delegación irreversible de tareas hacia la IA que, paradójicamente, nos convertiría en seres menos pensantes y prescindibles.

 

Igualmente, como en muchos otros temas, asoma la punta de la desigualdad en el acceso a la IA, tanto a escala de las instituciones como de alumnos y profesores. Algunas instituciones ni siquiera tienen resuelto el tema de la conectividad o sus recursos son limitados. Otro tanto ocurre con la brecha digital entre estudiantes y profesores: algunos tampoco tienen acceso y otros sí lo tienen, pero desconocen cómo integrar las herramientas a sus actividades.

 

La responsabilidad de trazar los lineamientos sobre la IA debe ser colectiva, y debería encabezarla --lo hemos indicado en este Acelerador de Partículas-- el principal organismo encargado de la política científica y tecnológica en el país (Campus Milenio No. 1019). Ese organismo era el Conahcyt y ahora es la secretaría que lo sustituyó: la Secihti.

 

Aunque también podría asumir un papel de liderazgo la Universidad Nacional Autónoma de México, la institución educativa más sobresaliente y que ha hecho avances sobre la utilización de la IA, al menos en lo que concierne al ámbito educativo (2023).  

 

La Universidad Nacional no es la única institución preocupada, la Universidad Veracruzana, el mes pasado, publicó una propuesta de manifiesto sobre el uso de la IA (aquí se puede ver: https://qrcd.org/8Z3Z). Un documento breve para alentar la discusión sobre el tema y que plantea tres áreas de acción.

 

El mismo mes pasado, la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), la Anuies, la Sep y otras instituciones particulares, presentaron el Observatorio Interinstitucional de Inteligencia Artificial en la Educación Superior en México (Anuies 27.03.25). Una iniciativa que, como sugiere su nombre, busca monitorear qué ocurre con la IA en este nivel educativo.

 

No está nada mal lo que están haciendo las instituciones de educación superior en relación con la IA, pero el ámbito educativo solo es uno de tantos sectores. Es necesario coordinar los esfuerzos y no se puede soslayar la responsabilidad gubernamental. Tal vez sería tiempo de que el tema aparezca en la agenda pública.

 

Pie de página: El Congreso ya aprobó el Plan Nacional de Desarrollo 2025-2030 y ya está publicado (DOF 15.04.23). No hay ninguna modificación respecto de la propuesta que entregó el gobierno federal el pasado 28 de febrero. Ahí se reitera el propósito de convertir a México en una potencia científica y tecnológica. Pero, en realidad, en las líneas de acción se piensa más bien en una potencia tecnológica. Aunque tampoco se ve cómo se podría lograr. Lo veremos // El conflicto entre la Universidad de Harvard y el gobierno de Trump sigue escalando. La forma en la que se resuelva marcará la pauta de las relaciones entre las universidades y el gobierno trumpista en este periodo.