En la cancha de Brasil
Alejandro
Canales
UNAM-IISUE/SES
canalesa@unam.mx Twitter: @canalesa99
Hoy,
precisamente este día, una buena parte de la atención pública internacional se
concentra en Brasil. Ahí inicia la competencia por la Copa Mundial FIFA 2014, el
máximo encuentro futbolístico que atrae no solamente a recalcitrantes aficionados
a ese deporte, también a los indiferentes pero que están pendientes del escaparate
que es el país sede.
La Copa
Mundial, en la que ahora participan 32 selecciones nacionales, es uno de los
juegos deportivos más vistos en el mundo y también uno de los más rentables. Algunos
medios e indicadores sostienen que es el de mayor audiencia e ingresos, pero
otros dicen que son los juegos olímpicos. No hay duda de que ambos son muy importantes.
La revista Forbes ha documentado que el Mundial
está entre los 10 deportes de mayor valor, solamente abajo del Super Bowl y los juegos olímpicos. Los derechos
de comercialización de estos últimos de 2009 a 2012, ha sostenido la revista, se
estiman en alrededor de 8 mil millones de dólares.
Según los
datos oficiales de la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA), en
el torneo anterior, el de Sudáfrica en 2010, solamente por derechos televisivos
recaudaron 2 mil 408 millones de dólares y 1 mil 072 millones de dólares por
derechos de comercialización. Alrededor del 90 por ciento de los ingresos
totales del organismo.
El volumen de
las cifras nos da una idea de la relevancia del encuentro deportivo, pero
quizás la rentabilidad y los aspectos financieros no sea lo más destacado del
evento que ahora se realiza. Más importante es la exposición mediática que ha
tenido y tendrá Brasil en estas semanas.
Las noticias
previas a la Copa fueron poco alentadoras. Enfatizaron las manifestaciones de
inconformidad por los costos excesivos que implicó la organización del
encuentro, particularmente por el número de estadios deportivos que se
construyeron y los recortes en gasto social; los problemas laborales que se han
generado; la organización y logística; y el tema de seguridad pública.
Una imagen
negativa que se sumó al declinante desempeño de la economía brasileña en los
últimos tres años y a las posibilidades de continuar en el gobierno de la presidenta
Dilma Rousseff. Ahora, la realidad del país estará capturada y amplificada por miles
y miles de testimonios, cámaras fotográficas y videograbaciones. Fragmentos de
una realidad que tal vez no es la que quieren proyectar los gobernantes.
La semana pasada,
en un foro organizado por el diario español El
País sobre desarrollo e innovación, el ex presidente brasileño Lula da
Silva, no solamente argumentó y defendió logros de su propio gobierno (2003-2011)
y de su sucesora, Dilma Rousseff (2011-2014), también hizo comparaciones desfavorables
sobre México.
Por ejemplo, según
el rotativo español, destacó los avances de Brasil a partir del 2003 y aseguró
que no habrá retroceso para Brasil. Lo notable fue que criticó a la prensa,
nacional y extranjera, por elegir a México como la nación en ascenso y destacó:
“Me fui a enterar [de los fundamentos económicos mexicanos] y todo es
peor que en Brasil… Lo que hacen mejor, nosotros ya lo hicimos con Petrobras
hace 20 años" (El País
07.06.2014).
El discurso
del ex mandatario brasileño abona a cierta rivalidad soterrada que han
sostenido ambos países de forma alternada, dependiendo de las posiciones que
ocupan en las tendencias de los indicadores. Al final de los años noventa
México parecía la nación prometedora y Brasil no; al término de la década
pasada las posiciones se invirtieron.
En el contexto
de las elecciones del próximo mes de octubre en Brasil, los datos desfavorables
para ese país en los últimos tres años, la baja de popularidad de la presidenta
Rousseff y la incertidumbre sobre su posible reelección, las palabras de Lula
da Silva parecen comprensibles.
México y Brasil concentran el mayor
volumen de población en la región, el primero con poco más de 100 millones y el
segundo ligeramente arriba de los 200 millones; ambos representan más de la
mitad del total de población en el área. Lo mismo ocurre con el tamaño de sus
economías: el PIB de Brasil es casi el doble que el de México. Pero el
crecimiento anual del PIB de México fue superior al de Brasil en los últimos
tres años (casi tres o cuatro veces más). Tal parece que otra vez las
posiciones se han invertido.
En definitiva, como dijo el alcalde de
Río de Janeiro, “Brasil no era un país tan exitoso como se decía hace tres
años, ni es un país tan defectuoso como dicen que somos ahora”. Y están en su
cancha. Los indicadores los veremos próximamente.
(Publicado en Campus Milenio No. 563. Junio 12, 2014, p.4)
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