La Universidad Abierta y a Distancia de México
Alejandro
Canales
UNAM-IISUE/SES
canalesa@unam.mx Twitter: @canalesa99
La Universidad
Abierta y a Distancia de México (Uadm) es un proyecto relativamente nuevo y en
él se depositaron grandes expectativas para ampliar las oportunidades
educativas no sólo para quienes precisan ciertas condiciones de estudio, también
para el creciente número de jóvenes que no encuentra acomodo en las
instituciones tradicionales.
Sin embargo,
tal parece que su arranque, como el de casi todos los proyectos universitarios
novedosos, todavía debe demostrar que su futuro es posible. Tal vez para muchos
de los que se matricularon en ese espacio virtual, la Uadm no es la opción que
esperaban y seguramente no lo será.
En 2009
comenzó la idea de ofrecer educación a distancia a gran escala, como programa
universitario. Pero fue hasta enero de 2012, casi al final de la administración
de Felipe Calderón, cuando se publicó el decreto de creación de la Uadm con la figura
jurídica de “órgano administrativo desconcentrado de la Secretaría de
Educación Pública, con autonomía técnica, académica y de gestión”.
Es decir, la nueva universidad
como entidad no autónoma, cuyo rector es nombrado por el presidente de la
República, a propuesta del secretario de Educación Pública; una universidad
pública federal con un estatus similar al Instituto Politécnico o a la Universidad
Pedagógica.
El decreto de creación establece
que su oferta será no escolarizada y utilizando las tecnologías de la
información y la comunicación. Pero tendrá una organización similar a la
mayoría de instituciones de educación superior presenciales. Esto es, un
rector, como máxima autoridad, un consejo universitario, una secretaría general
un consejo académico, coordinaciones y divisiones académicas.
De hecho, apenas en noviembre
del año pasado se celebró el primer consejo universitario, integrado por una
decena de personas. Las opciones educativas que ofrece son tanto a nivel
licenciatura (12 cuatrimestres) como de técnico superior universitario (siete
cuatrimestres).
Las opciones están centradas
en una docena de carreras, en su mayoría una mezcla de opciones tecnológicas
orientadas a los servicios. Por ejemplo: administración de empresas turísticas;
gestión y administración de PYMES; o mercadotecnia internacional. También
biotecnología, energías renovables, tecnología ambiental, matemáticas o
telemática.
Las cifras de la Uadm son
relativamente imprecisas y están en construcción, tal vez por el poco tiempo
que tiene en operación y por la naturaleza misma de la institución. Según los
datos oficiales del informe de gobierno del año pasado, su matrícula era de poco
más de 50 mil alumnos (alrededor 1000 fuera de México, en 70 países), sus profesores
sumaban 2 mil 500 y contaba con 140 centros de acceso universitario en toda la
República para jóvenes que carecen de equipo de cómputo o no tienen
conectividad.
En las mismas cifras oficiales
se advierte que la mayor parte de la matrícula no corresponde al grupo de edad
(jóvenes de 19 a 23 años de edad). Esto es, nueve de cada diez personas inscritas
superan esa edad (p. 329). Aunque en este año la matrícula aumentó y tal vez las
proporciones se han modificado.
Recientemente, el rector de la
Uadm, Francisco Cervantes, destacó que solamente 746 alumnos concluirán en
tiempo y forma sus estudios y habla que cerca de 38 mil son población flotante
(La Jornada 19.07.2014).
Tal vez el tema de la edad sea
uno de los factores que explique el alto nivel de abandono de los estudios. No
solamente porque son personas poco familiarizadas con el manejo de tecnologías
de información, sino también porque han perdido el hábito de la disciplina
académica y piensan erróneamente que resultará más fácil la educación a
distancia. ¿O es la oferta de contenidos?
Hasta ahora, lo
que se puede advertir es que la Uadm no la perciben los jóvenes como una opción
relevante. Ahí se localiza su principal tarea y desafío.
(Publicado en
Campus Milenio No. 569. Julio 24, 2014, p.5)
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