¿Formación de recursos humanos para la reforma
energética?
Alejandro
Canales
UNAM-IISUE/SES
canalesa@unam.mx Twitter: @canalesa99
La reforma no
es un cambio menor. Es, auténticamente, una reforma en sentido estricto. Una
modificación estructural, un cambio en las reglas del juego en materia energética
y especialmente en el manejo de los hidrocarburos. Este último, un sector que
parecía intocable apenas el día de ayer.
En lo que va
de esta gestión, poco antes de su segundo informe de gobierno, los acuerdos, el
diseño y el marco normativo de la reforma energética –en paralelo con otras reformas
estructurales— quedaron listos para su puesta en marcha. Sin duda una expresión
de eficacia y eficiencia política de la actual administración.
Sin embargo, apenas
se ha cumplido la primera fase de la reforma energética, la del diseño y la
aprobación en el Congreso. Un paso difícil, de múltiples negociaciones,
acuerdos, de persuasión y convencimiento de los interlocutores. Pero es el
primer peldaño, no el único y quizás tampoco el principal.
Ahora vendrá
el complicado paso de la puesta en marcha, el contacto con la realidad
energética, sus escollos, sus estructuras y sus agentes. Todavía más
importante, estará presente la presión por los resultados y la vigilancia de
las promesas que se enunciaron al calor de la persuasión y las negociaciones.
Las expectativas
que se han generado son muy altas. La estrategia de comunicación de la reforma
y de sus agentes han enfatizado una y otra vez los múltiples beneficios que traerá
el nuevo esquema energético. No solamente se ha argumentado sobre los menores
costos por servicios del sector que pagarán los hogares mexicanos.
El día que se emitieron las leyes
secundarias, el presidente de la República, Enrique Peña Nieto (EPN), sintetizó
varios de los beneficios que traerá la reforma: generación de más empleos; mayores
inversiones nacionales y extranjeras; mejora en los ingresos de las familias
del campo; nuevos puestos de trabajo en el sector energético; protección del patrimonio de las
familias ante crisis económicas externas porque se creará el Fondo Mexicano del
Petróleo para la Estabilización y el Desarrollo, entre otros (Comunicado
11.08.2014).
Además,
planteó lo que podría tener mayores implicaciones para el sector educativo y
particularmente para la educación tecnológica y la formación de los jóvenes. El
supuesto es que se crearán nuevos puestos de trabajo en el sector energético y
los jóvenes tendrían que considerarlo en su elección de carrera. De hecho, EPN
añadió: “Sin duda, las ingenierías y las disciplinas afines a este sector
tendrán una gran demanda en los siguientes años”.
No
solamente fue un asunto retórico. En las acciones que se pondrán en marcha, el
presidente dijo que en el mes próximo se presentará un “Programa Estratégico
para la formación de recursos humanos en materia de hidrocarburos, que incluirá
becas a nivel posgrado y técnico”.
Es decir, probablemente, en los años
próximos, no solamente se insistirá en el asunto de incrementar la matrícula de
técnicos superiores e ingenieros, como se viene haciendo desde hace 25 años.
Ahora, además, se focalizará en una especialización que parece atada al
contenido de la reforma: hidrocarburos.
Obviamente, todavía no se presenta el plan
estratégico y no se conocen las características y alcance del programa de
formación de recursos humanos que se propone. Pero vale la pena recordar que no
sería la primera vez que se plantea una formación a gran escala sobre pedido y
los resultados han sido poco alentadores. La semana próxima veremos los
números.
Otro asunto que también vale la pena notar es
que los programas sectoriales o especiales han dejado de ser la guía o
anticipación del programa de gobierno. Es la hora de la política y tal parece
que las expectativas están sobrecargadas.
(Publicado en Campus Milenio No. 572.
Agosto 21, 2014, p.5)
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