Alejandro Canales
UNAM-IISUE/PUEES
@canalesa99
(Publicado en la versión digital de Campus Milenio No. 1052. Julio 11, 2024)
En este mes de julio se cumplen 40 años de la publicación del acuerdo de creación del Sistema Nacional de Investigadores (SNI). Un programa que, en aquel entonces, los duros años de la década perdida, parecía provisional, transitorio, dirigido a mejorar las percepciones económicas de los científicos.
El supuesto era que, sin aumentos generalizados de salario, la iniciativa permitiría retener al personal de alto nivel y evitar la fuga de cerebros. Sin embargo, el SNI no solamente permanece hasta el día de hoy, también quedó incorporado a las prácticas y vida rutinaria de la comunidad científica.
A pesar de que el programa se ha transformado a lo largo del tiempo, conserva el principio de evaluación del desempeño individual y otorga incentivos adicionales conforme cuatro diferentes categorías. Pero, ¿cuánto más se prolongará y cuánto más crecerá?
A la primera convocatoria del entonces nuevo programa se presentaron poco más tres mil investigadores y solamente fueron admitidos 1,650. Del total de aceptados: 25 por ciento en la categoría de candidatos; 53 por ciento como investigadores nivel 1; 14 por ciento en el nivel 2; y seis por ciento en el nivel 3. La base estaba en los investigadores nivel 1 y la cúspide en el nivel 3.
Por cierto, el programa, al inicio, solamente era para investigadores de tiempo completo y del sector público. Luego, en 1988, en la segunda reforma del SNI, el programa se abrió a los investigadores del sector privado, aunque la bolsa de recursos para esos investigadores provenía de las propias instituciones particulares. Algo similar a lo que ocurrió en el actual periodo de gobierno
En fin, en otra entrega abordaremos el tema público-privado de los programas en el sector, por ahora, retornemos a los números actuales del SNI. Los resultados de la convocatoria más reciente se dieron a conocer el pasado 5 de julio y no cabe duda de que el programa se ha expandido.
El volumen de rechazo de la convocatoria del 2024 del SNI no se conoce, apenas se publicaron los resultados la semana pasada y seguramente las cifras todavía no son definitivas. Sin embargo, cada año intentan ingresar alrededor de tres mil nuevas personas y otras diez mil buscan permanecer en el sistema. Un volumen que expresa las diferencias respecto de hace cuatro décadas.
Las cifras del programa para el año 2023 muestran que está integrado por 41 mil 330 personas. Es decir, entre los años 1984 y 2023, en promedio, se han sumado cada año poco más mil personas. Sin embargo, los promedios esconden las diferencias. Durante la primera década, el programa creció muy poco, se incorporaban entre 200 y 300 investigadores anualmente.
El crecimiento se aceleró a partir de los años 2000. Ahí comenzaron a añadirse alrededor de dos mil personas cada año y la cifra va en ascenso. La tendencia del programa en el actual periodo de gobierno ha sido más bien inestable y con altibajos. Por ejemplo, disminuyó entre el año 2020 y el 2021, pero al año siguiente se sumaron casi cinco mil personas más. Seguramente se debió a los reiterados y confusos cambios a la normatividad.
Lo sorprendente es que en estos 40 años, aunque el crecimiento de integrantes ha sido notable, las proporciones por categoría se han mantenido. Al igual que en 1984, poco más de la mitad del total de investigadores están en el nivel 1, alrededor de la cuarta parte son candidatos y un seis por ciento en el nivel 3.
Por cierto, al inicio del programa no había eméritos y ahora es una de las categorías que más ha crecido. Particularmente, en este periodo, algunas de las distinciones más altas recibidas por personajes públicos han sido sumamente polémicas. Recuérdese el caso del fiscal general, Alejandro Gertz Manero, o el más reciente de Antonio Romero Tellaeche, el director del Cide.
La presión sobre los recursos financieros también ha sido creciente. Las reformas más recientes a la normatividad del programa, como la eliminación de incentivos a investigadores del sector privado, el alargamiento de los periodos de evaluación o la prelación para otorgar incentivos, están dirigidas a contener su crecimiento y ralentizar el ascenso en sus diferentes categorías (Campus No. 967).
Hasta el año 2021, el presupuesto del programa se había mantenido en alrededor de los cinco mil millones de pesos. Sin embargo, cada año los recursos financieros han ido al alza. Para el año 2022 el financiamiento del programa sumó 7 mil 278 millones de pesos, para el año siguiente fueron 8 mil 97 millones de pesos y para este año llegó a los 8 mil 488 millones de pesos. Esta última cifra es cerca de una tercera parte del presupuesto que ejerce centralmente el Conacyt.
En fin, el cuarentón SNI tuvo modificaciones importantes en el actual periodo de gobierno, la mayoría desafortunadas, pero el principio que lo motivó quedó de la misma forma. El asunto es si el próximo gobierno lo dejará como está, se propone un cambio sobre la base de lo que se hizo o propondrá algo nuevo.
En cualquier caso, no será sencillo, porque el programa es una pieza clave y sensible en el engranaje del mecanismo del sistema científico y tecnológico. Ya veremos.
Pie de página: No hubo alfombra roja en el nombramiento del próximo titular de la Secretaría de Educación Pública.
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