Alejandro Canales
UNAM-IISUE/PUEES
@canalesa99
(Publicado en la versión digital de Campus Milenio No. 1076. Enero 23, 2024)
El nuevo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, tomó posesión esta semana y las medidas que había anticipado, por si alguna duda asomaba, las reiteró en su discurso inaugural. Tal vez no logre todo lo que se propone, pero lo intentará, y la amenaza es su principal instrumento. Lo más probable es que su periodo sea un punto de inflexión no solamente para la nación que gobernará.
Hace siete años, cuando inició el primer periodo de gobierno de Trump, la principal variable de interés en el campo educativo y científico fue la serie de restricciones a la movilidad académica. Un tema de relevancia para los denominados dreamers, que podían ser deportados, así como para jóvenes promesas que buscaban ingresar a los Estados Unidos para estudiar y trabajar.
Las restricciones también desataron temores en las personas que ya residían legalmente, se desempeñaban en alguna institución académica o participaban en convenios de cooperación científica, pero no eran ciudadanos estadounidenses. Después, los trámites se relajaron, relativamente, para los trabajadores de alta tecnología.
Sin embargo, ahora, en el nuevo periodo de gobierno, con un Trump más experimentado y con mayores facultades, tal parece que no solamente podrían retornar las deportaciones y las restricciones a la movilidad académica, sino que también se sumará el veto a algunas áreas de conocimiento, el desconocimiento de convenios internacionales y el impulso a proyectos asociados a integrantes de su gabinete.
Los editores de la prestigiosa revista Nature, en el número de esta semana (Vol. 637. Issue 8046. 16.01.2025), días antes de la toma de posesión, le dirigieron una carta pública al ahora presidente Trump. La misiva puntualiza las implicaciones de las polémicas posiciones del entonces candidato en campaña y le sugiere qué hacer para mejorar la ciencia.
Por ejemplo, de forma juiciosa lo exhortan a “examinar las evidencias sobre lo que funciona y lo que no antes de anunciar nuevas políticas”. En especial, le hacen notar por qué deben ser prioridades la seguridad climática y enérgetica. Destacan que, desde el punto de vista de la ciencia, es indudable el problema del cambio climático y el calentamiento global, tanto como la vulnerabilidad de todas las naciones por las graves alteraciones que está provocando la quema de combustibles fósiles.
Sin embargo, la advertencia y las evidencias del caso parece que le tienen sin cuidado al presidente Trump. En su discurso de toma de posesión advirtió que comenzará una “revolución del sentido común” y anticipó: “Tenemos algo que ninguna otra nación manufacturera tendrá jamás: la mayor cantidad de petróleo y gas de cualquier país de la Tierra, y vamos a utilizarlo”.
Los asistentes a la ceremonia se pusieron de pie y aplaudieron el anuncio. Es decir, tal parece que la revolución del sentido común significa actuar de forma contraria a lo que indicaría la sensatez. En este caso, en lugar de reducir la utilización de los combustibles fósiles, explotarlos al máximo.
Todavía más, añadió que piensa poner fin al “Green New Deal” (GND) y revocar el mandato de los vehículos eléctricos, para salvar a la industria estadounidense del automóvil. O sea, sin más, eliminarla. El GND es una iniciativa para mitigar el cambio climático y, al mismo tiempo, abatir la desigualdad económica; impulsada al final de la década pasada por la congresista Ocasio-Cortez y el senador Markey para “descarbonizar” la economía de esa nación en el lapso de una década (ScienceDirect, September 2020, 101529).
La carta de Nature también insta a que Trump se comprometa con la acuerdos internacionales de cooperación científica, la transparencia, el intercambio de conocimiento y la garantía de que “los Estados Unidos sigan dando la bienvenida a investigadores de todas partes del mundo”.
Sin embargo, Trump, contrario a la aceptación de la inclusión y la diversidad, anunció: “Esta semana también pondré fin a la política gubernamental de tratar de imponer socialmente la raza y el género en todos los aspectos de la vida pública y privada. Forjaremos una sociedad daltónica y basada en el mérito. A partir de hoy, la política oficial
del Gobierno de Estados Unidos será que solo hay dos géneros, masculino y femenino”.
Casi al final de su discurso, Trump soltó que los Estados Unidos perseguirá su destino manifiesto hacia las estrellas y los astronautas estadounidenses plantarán “las barras y estrellas en el planeta Marte”. Elon Musk, el empresario multimillonario presente en la ceremonia, sonrió y batió las palmas fuertemente. No es fortuito. Musk fue un abierto activista de la campaña de Trump, ahora tiene una posición en el gobierno, es dueño de SpaceX --empresa especializada en cohetes espaciales-- y su meta principal es llegar a Marte y colonizarlo (NYT. 14.07.2024).
Tal vez el mandatario estadounidense no cumplirá todo lo que promete. Sin embargo, garantiza que el sentido común quedará extraviado en su grandilocuencia mediática, las amenazas que profiere y las acciones desmesuradas. Un augurio de insensatez.
Pie de página: El Congreso prepara la agenda legislativa para el próximo periodo ordinario de sesiones, y suman más de 70 puntos. ¿Ahí estará la reforma a la ley de ciencia? Recuérdese que el actual organismo rector ya no es un Consejo, es una Secretaría. Dos preguntas más: ¿el Congreso puede reformarla sin la resolución de la Corte sobre la constitucionalidad de esa misma ley? ¿Cuándo o cómo resolverá la Corte?
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