La aplicación del programa Evaluación Nacional de Logro Académico en Centros Escolares (ENLACE) y sus resultados han sido controvertidos desde su puesta en marcha al finalizar el sexenio anterior. Inició como un programa relativamente acotado para los últimos cuatro grados de la enseñanza primaria y para tercer año de secundaria de planteles públicos y privados. El objetivo, se dijo en su momento, era reunir mayores elementos de diagnóstico para determinar los niveles de aprendizaje en las asignaturas de matemáticas y español en la educación básica. Sin embargo, también desde el comienzo, quedó en cuestión la validez técnica de la prueba y si debía o no enlistar, conforme el puntaje alcanzado, a escuelas y alumnos.
La publicación de los resultados de la prueba ENLACE también ha sido ambivalente. Primero, con una difusión que enlistaba los plantes según niveles de desempeño. Luego, al reconocer los errores en los que se incurría al comparar listados, solamente se difundieron los resultados sin que se pudieran hacer comparaciones. Después, ante la presión de algunos medios y grupos del sector educativo que demandaban resultados comparativos, nuevamente se retorno a la difusión de resultados por plantel escolar ordenados según diferentes criterios, aunque las autoridades educativas realizaron diferentes consideraciones sobre las posibles comparaciones y las diferencias en cada aplicación que impedían comparaciones en serie.
La utilidad de ENLACE como forma de diagnóstico de los niveles de aprendizaje todavía se complicó más al decidir que los profesores y directores de escuelas públicas recibirían un incentivo si los resultados obtenidos en la prueba eran sobresalientes. Por el contrario, como quedó expresado en la Alianza por la Calidad de la Educación firmada en mayo de 2008: “los profesores cuyos estudiantes muestren bajo rendimiento en pruebas estandarizadas como ENLACE deberán tomar cursos especialmente orientados”. En algunas entidades como el Distrito Federal, incluso, está como meta alcanzar los 600 puntos en la prueba.
A la par de las dificultades y los cambios, ENLACE se amplió y diversificó. Ahora, además de los grados y las asignaturas con que inició, incluye primero y segundo de secundaria, así como la asignatura de historia. También se extendió al último grado de la educación media superior, aunque, a diferencia de la educación básica, para el nivel medio superior, la prueba no está alineada al curriculum, más bien como la prueba PISA, trata de medir qué tan capaces son los jóvenes de poner en práctica los conocimientos ya adquiridos de lectura y matemáticas.
Es decir, ENLACE no solamente se utiliza para los fines que se declararon explícitamente: un diagnóstico del nivel de aprendizaje de los alumnos en ciertos contenidos alineados al curriculum en la educación primaria, o los niveles de competencia en la educación media superior para tratar de mejorar la calidad educativa, sino que también cumple la función de comparar desempeños de escuelas y alumnos, medio para recompensar o remediar el esfuerzo docente y como un fin en sí mismo, al intentar centrar el enseñanza en los contenidos de la prueba. No obstante, el problema de asignarle múltiples propósitos a un instrumento de evaluación es que no los cubrirá si no fue diseñado con tales finalidades.
LAS VARIACIONES
En los hechos, la prueba ENLACE se ha convertido, independientemente de las críticas sobre su validez técnica o pertinencia para mejorar la calidad educativa, en una forma de valorar el desempeño educativo de alumnos, escuelas, entidades federativas y a nivel nacional. Lo anterior se debe, en buena medida, a la forma de comunicación pública de los resultados, pero también a la escala censal de aplicación anual, a pesar de que las propias autoridades educativas han advertido que la prueba no permite derivar conclusiones sobre el desempeño ni calificar las diferentes instancias.
En educación media superior, la prueba comenzó a aplicarse en el 2008 y aunque el pasado mes de abril se efectuó por tercera ocasión, los resultados todavía no se conocen. Un par de años es un lapso relativamente escaso para apreciar diferencias en los resultados, pero las variaciones registradas, tanto a nivel nacional como por entidad federativa, muestran el logro educativo y un patrón relativamente irregular de desempeño de un año al siguiente. El caso de Sinaloa es ilustrativo de esta tendencia.
La prueba para la educación media superior, como ya lo indicamos, se aplica únicamente para el tercer grado de este nivel e independientemente de la modalidad educativa de la que se trate. El instrumento consta de 140 reactivos de opción múltiples; 50 de ellos dedicados a evaluar la habilidad lectora y los 90 restantes a la habilidad matemática.
A su vez, los resultados obtenidos en la prueba se agrupan con base en cuatro niveles de dominio de las habilidades: insuficiente; elemental; bueno; y excelente. Por ejemplo, un nivel insuficiente para la habilidad lectora indica que el estudiante solamente es capaz de identificar elementos explícitos en textos narrativos o expositivos, o bien, realizar inferencias sencillas sobre las acciones de los personajes. En el elemental, puede ubicar o integrar diferentes partes de un texto, reconocer la idea central, establecer relaciones simples e inferir el significado de las palabras. En cambio, en un nivel bueno, además de las capacidades anteriores, relaciona elementos del texto, comprende el texto de forma global y detallada, puede sintetizar el contenido y evalúa la estructura del texto. En el nivel excelente, como su clasificación lo indica, el estudiante tiene un amplio dominio y las mayores capacidades, por ejemplo, es capaz de hacer “inferencias complejas para construir una interpretación global del texto”, establece relaciones entre argumentos y contraargumentos, y puede emitir un juicio analítico sobre el texto. En el caso de los niveles de la habilidad matemática son similares los niveles de complejidad. Obviamente no habrá buenas noticias si la mayoría de estudiantes muestran resultados con niveles de insuficiente o elemental y, el caso contrario, si están en los dos niveles superiores.
Sinaloa es una entidad que tiene una posición intermedia en los indicadores educativos. Por ejemplo, según el II conteo de población y vivienda del 2005, a nivel nacional había 5.7 millones de personas mayores de 15 años analfabetas, de ese total en Sinaloa había 112,065, lo que representaba 6.4 por ciento de su población; por tanto, ocuparía el 20° lugar en ese indicador. Es decir, no está en los primeros lugares en analfabetismo, como sería el caso de Chiapas, Oaxaca, Guerrero o Veracruz, pero tampoco en las posiciones inmejorables de Baja California, Nuevo León o el Distrito Federal. Igualmente, si se considera el rezago total (personas mayores de 15 años que no han concluido su educación básica) según el mismo II conteo, Sinaloa tenía 750,264 personas en esa condición, lo que representa el 43 por ciento de su población total; a nivel nacional el porcentaje es de 44 por ciento.
En lo que se refiere a educación media superior, Sinaloa incrementó casi un punto porcentual anual la cobertura en el grupo de edad en los últimos 15 años; pasó de una cobertura de 59.4 en 1995 a una de 74.5 por ciento en el 2010. Un avance promedio similar a Campeche, Guerrero o el Estado de México en el mismo periodo, pero menor a otras entidades que avanzaron 20 o 30 puntos porcentuales, particularmente aquellas que tenían tasas de cobertura muy bajas, como Guanajuato, Oaxaca o Michoacán.
La cobertura en educación superior para Sinaloa también está por arriba de la media nacional. En el ciclo escolar 2008-2009, la cobertura, según el más reciente informe de gobierno, era de 35.7 por ciento de los jóvenes entre los 19 y 23 años. Esto es, una atención educativa que ocuparía el cuarto lugar a nivel nacional, después del Distrito Federal, Nuevo León y Sonora.
En lo que se refiere a los resultados en la prueba ENLACE, las tendencias de Sinaloa son similares a las mostradas a nivel nacional: tanto en la habilidad lectora como en la habilidad matemática se aprecia un incremento de alumnos en el nivel insuficiente, una disminución en el nivel elemental y un patrón irregular en los dos niveles siguientes.
Esto es, en el 2009 se aplicó la prueba a poco más de 800 mil jóvenes en todo el territorio nacional; en Sinaloa presentaron la prueba en habilidad lectora 23,721 jóvenes y en habilidad matemática 23,440. En general, para la educación media superior, sin diferenciar modalidad, la mayor proporción de jóvenes se ubica en nivel bueno de habilidad lectora; los niveles elemental y bueno sumarían casi dos terceras partes del total de jóvenes. Sin embargo, lo que también se muestra es una tendencia negativa, ya que aumentó de manera notoria la proporción de jóvenes con nivel insuficiente entre el 2008 y el 2009 (pasó de 16.6 por ciento a 25 por ciento), así como una disminución de jóvenes con la calificación de bueno; la tendencia se compensa ligeramente porque también se advierte una disminución de jóvenes con la calificación de elemental y un ligero incremento de jóvenes en el nivel de excelente. El flujo de los porcentajes es muy similar a los del nivel nacional, excepto porque el incremento de jóvenes con calificación de insuficiente no es tan notorio.
En habilidad matemática, a diferencia de la anterior, casi la mitad del total de jóvenes que presentaron el examen tiene un nivel insuficiente y si agregamos el nivel elemental, el porcentaje sería más del 80 por ciento de los jóvenes. También se advierte una ligera variación entre el 2008 y el 2009 para los diferentes niveles, aunque disminuye el elemental y aumentan el de bueno y excelente. Una tendencia positiva, al igual que los porcentajes para el nivel nacional.
Si vemos las diferencias por modalidad educativa, el bachillerato tecnológico, en comparación con el bachillerato general y el nivel técnico presentaría los mejores porcentajes. Por ejemplo, en habilidad lectora tiene el porcentaje más bajo de alumnos en los niveles de insuficiente y elemental, así como el mayor en el nivel de bueno y excelente. Además, los cambios entre el 2008 y el 2009 para el bachillerato tecnológico son positivos, porque aumentan los mejores niveles y disminuyen los menos deseables. También en habilidad matemática, el bachillerato tecnológico presenta los mejores porcentajes, puesto que tiene el mayor porcentaje en los niveles de bueno y excelente, a diferencia de las otras modalidades y de los porcentajes a nivel nacional. Esto es, los porcentajes para Sinaloa son mejores que los promedios nacionales.
A su vez, si diferenciamos por sostenimiento público y privado, en habilidad lectora son mejores los porcentajes para los planteles privados, tanto para el estado de Sinaloa como a nivel nacional, dado que tienen un mayor porcentaje de alumnos en los niveles bueno y excelente, así como cifras más bajas en los niveles insuficiente y elemental. Los porcentajes, incluso, mejoraron entre el 2008 y el 2009. La situación ligeramente contraria se aprecia en los planteles públicos, cuyo porcentaje de alumnos en el nivel de insuficiente se incrementó y el de bueno disminuyó. También son mejores las cifras de los planteles privados en habilidad matemática: el 22 por ciento de jóvenes tiene la calificación de bueno en la entidad federativa (un promedio mayor que a nivel nacional) y en los planteles públicos el porcentaje es entre 11 y 13 por ciento (relativamente similar al promedio nacional). En los planteles públicos se concentran alrededor de la mitad de los jóvenes en el nivel insuficiente, mientras que el porcentaje para los planteles públicos está entre 32 y 34 por ciento.
En general, si solamente considerara la prueba ENLACE se podría decir que el desempeño en la educación media superior es deficiente, aunque es mejor en habilidad lectora que en habilidad matemática. En esta última alrededor de la mitad de jóvenes tiene un nivel insuficiente. También que es mejor el desempeño del bachillerato tecnológico, respecto de las otras modalidades. O bien que los porcentajes son mejores para los planteles privados que para los públicos. Tendencias que son relativamente similares a las del nivel nacional.
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