El Consejo General de Investigación Científica y el
presupuesto consolidado
Alejandro
Canales
UNAM-IISUE/SES
canalesa@unam.mx Twitter: @canalesa99
El Consejo
General de Investigación Científica, Desarrollo Tecnológico e Innovación
(CGICDTI) ya cumplió una década desde que se instauró como tal, pero no funciona
como debiera y difícilmente alcanzará un nivel óptimo de ejecución. Es más una
falla de diseño institucional y un reflejo de los estilos y actores de la
política mexicana.
La reforma del
año 2002 a la normatividad científica y tecnológica fue un vuelco paradójico e importante
en el diseño institucional del sector. Los cambios fueron un movimiento doble: buscar
la descentralización y, al mismo tiempo, centralizar la toma de decisiones y
controlar la palanca de los recursos financieros.
Las
estructuras que apuntaron fundamentalmente en la dirección de una
descentralización fueron: el ajuste a lo que en la ley de 1999 se llamaba Foro
Permanente y luego se llamó Foro Consultivo, una instancia de expresión de la
comunidad científica y también de consulta de órganos directivos; la creación
de la Conferencia Nacional de Ciencia y Tecnológica para coordinar e impulsar
las actividades entre Conacyt y las entidades federativas –la cual, por cierto,
poco se ha visto--; el establecimiento de la Red Nacional de Grupos y Centros
de Investigación; y el incremento de capacidades a los Centros Públicos de
Investigación.
En cambio, las
modificaciones que se dirigieron a una mayor centralización fueron: la creación
de un ramo de gasto propio de Conacyt (lo que después sería el ramo 38 en el
Presupuesto de Egresos), la famosa desectorización del organismo para elevar su
capacidad de maniobra e independencia; mayor control del mismo organismo sobre
los entonces relativamente novedosos fondos sectoriales y mixtos; y la creación
del CGICDTI, lo que parecía uno de los mayores logros de la reforma del 2002.
Pero no, no lo fue.
El Consejo, se
estableció como el máximo órgano de política y coordinación sectorial,
presidido por el ejecutivo federal. Además, se previó que estaría integrado
por: nueve secretarios de Estado; el titular de Conacyt; el coordinador del
Foro Consultivo; el presidente de la Academia Mexicana de Ciencias; un
representante de la Conferencia Nacional; tres representantes del sector
productivo; dos representantes del
sector científico y tecnológico, invitados por el presidente de la República;
un representante de los Centros Públicos de Investigación; y otro más de
ANUIES.
En total, el
Consejo se integra por una veintena de personajes de alto nivel, convergen
representantes de todos los sectores y, lo que todavía se piensa más
importante, está comandado por el titular del poder ejecutivo federal. Una
impronta vigente que busca acercar los asuntos al Presidente para garantizar su
prioridad y el cumplimiento de las decisiones.
Las facultades
reservadas al CGICDTI son de máxima importancia. Por ejemplo, es responsable de
establecer las políticas nacionales y de aprobar y actualizar el programa
sectorial (el Peciti). También tiene como funciones el establecimiento de
criterios y prioridades para la asignación del gasto federal, lo mismo que la
definición de lineamientos programáticos y presupuestales a los que deberán
sujetarse las dependencias y entidades de la administración pública en materia
de investigación científica y desarrollo tecnológico.
Sin embargo, el
CGICDTI, pese a sus altas responsabilidades y al mandato que tiene de sesionar
dos veces por año de forma ordinaria, lo cierto es que en la década previa ha
funcionado de forma accidentada y con suma irregularidad. Suficiente recordar
la demora para aprobar el programa sectorial en la administración anterior o la
ausencia para entregar los premios de la Academia Mexicana de Ciencias.
¿Actualmente
la situación será diferente? Seguramente no. Otra de las responsabilidades del
CGICDTI es aprobar el “proyecto de presupuesto
consolidado de ciencia, tecnología e innovación que será incluido, en los
términos de las disposiciones aplicables, en el Proyecto de Presupuesto de
Egresos de la Federación” (fracción V del artículo 6 y artículo 9 de la LCTI).
El
asunto es que, como seguramente lo recordará estimado lector, el Paquete
Económico para 2014 fue remitido al Congreso el 8 de septiembre y la sesión de
instalación del Consejo en donde debió ser aprobado el proyecto que se envió fue
al día siguiente en Los Pinos. ¿Es grave la irregularidad? No. Solamente exhibe
la utilidad de los cambios normativos, tanto como las formas y estilos del
Consejo. Nada más.
(Publicado
en Campus Milenio No. 527. Septiembre 19, 2013, p4)
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