jueves, 10 de abril de 2014


¿Las metas sobre rezago educativo son un compromiso?


Alejandro Canales
UNAM-IISUE

Desde los años noventa, y principalmente en los 2000, la mayor atención gubernamental y ciudadana se concentró en los niveles medio superior, superior y posgrado. Una cierta idea de que el reto de ofrecer educación primaria para todos –previsto desde 1917— ya no era un problema y todavía menos lo era el analfabetismo, llevó a subestimar las cifras del rezago educativo.

La extensión de la obligatoriedad a la educación secundaria, luego al preescolar y más recientemente a la media superior, mostraron que las preocupaciones estaban en otro lado, pero no en las personas mayores de 15 años analfabetas o que no habían concluido su educación básica.

 Tampoco es que se ignorara completamente el rezago educativo, imposible hacerlo con sus abultadas cifras a lo largo del siglo XX. De hecho, al inicio de los años ochenta se creó el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (Inea), como organismo descentralizado de la Administración Pública Federal, precisamente para atender la creciente población en rezago.

 Sin embargo, en el año 2000 sumaban 32.5 millones de personas mayores de 15 años en situación de rezago, en cifras redondas: seis millones de analfabetas; 12 millones sin la primaria concluida y 15 millones sin secundaria terminada. Esto es, representaban poco más de la mitad del total de la población mayor de 15 años, un tercio de la población total y un volumen similar a la población que estaba en el sistema escolar. Nada menos.

 El programa educativo del periodo de Vicente Fox reconoció la urgencia del problema y planteó como deseable la creación de una sola institución se encargara de la educación de adultos: el Consejo Nacional de Educación para la Vida y el Trabajo (Conevyt).

 Un Conevyt que aglutinaría a Inea, Conafe, Conalep, Cecatis y a todas las instituciones que ofrecían opciones educativas para adultos. Una sus prioridades sería atender el rezago educativo, aunque el programa educativo no planteó metas específicas en este terreno.

 El organismo se creó en 2002 pero, como tantas otras iniciativas del periodo, se extravió en el tránsito de las declaraciones a los resultados. Al terminar el sexenio de Fox, las cifras absolutas y relativas del rezago educativo disminuyeron solo ligeramente (analfabetismo un punto porcentual).

 En el programa educativo de Felipe Calderón, aunque se anotó el problema de los poco más de treinta millones de personas sin primaria y secundaria terminadas, no se planteó ninguna meta al respecto y ni siquiera quedó mencionado el analfabetismo.

La actual administración, en su Programa Sectorial de Educación, nuevamente advirtió que siguen existiendo 32.3 millones de personas en situación de rezago educativo: cinco millones de analfabetas; 10 millones sin primaria terminada; y 17 millones sin secundaria terminada (p. 31). Respecto al 2000, menos personas analfabetas y también menos sin primaria, pero más sin secundaría terminada.

 Al igual que administraciones anterior, y a diferencia de otros niveles y rubros considerados como una prioridad, el programa educativo de este periodo tampoco se planteó metas específicas para disminuir el rezago educativo, solamente habló de “impulsar una cruzada nacional” (p. 59).

En estos términos, resultó sorprendente que en la reunión de la semana anterior, en el Consejo Nacional de Autoridades Educativas (Conaedu), el secretario de Educación Pública, Emilio Chuayffet, dijera que en este año iniciará una gran campaña de alfabetización y precisara metas.

Por ejemplo, el titular de educación dijo que la meta es “disminuir de 6.9 a 3.4 por ciento, el analfabetismo en los menores de 15 años (sic); que más dos millones de adultos concluyan la primaria y otros 3.1 millones terminen la secundaria” (Comunicado 081). Quizás es un equívoco del titular o del comunicado de SEP anotar que es “en los menores de 15 años”, porque el rezago se refiere precisamente a los de 15 años y más.

 Lo cierto es que las cifras oficiales más recientes dicen que existen 5.1 millones de personas analfabetas (6.1 por ciento de 15 y más años), así que tales tendrían que disminuir en poco más de 2 millones y también habría que restar los 5 millones de primaria y secundaria. En total, de cumplirse las metas, disminuiría en 7 millones la cifra del rezago actual; aproximadamente quedaría en 25 millones.

La cifra sigue siendo abultada, pero las metas no son nada modestas y además se debe asegurar que en este periodo los niños y adolescentes no abandonen la escuela para que no se sumen como nuevo rezago. Considérese que en la última década la disminución del rezago fue de menos de un millón. Entonces, sí, debieramos tomar las recientes metas anunciadas como un compromiso y una urgencia.

(Publicado en Campus Milenio No. 555. Abril 10, 2014, p.4)

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