Alejandro Canales
UNAM-IISUE/PUEES
Twitter: @canalesa99
(Publicado en Campus Milenio No. 987. Marzo 9, 2023. Pág. 4)
La meta principal en materia de género en el sector, anotamos aquí la
semana pasada, quedó plasmada en el Programa Especial de Ciencia, Tecnología e
Innovación (Peciti) de este periodo. El parámetro para valorar el cumplimiento
de la meta es la diferencia anual en la incorporación de mujeres científicas,
humanistas y tecnólogas, respecto de los hombres, en el Sistema Nacional de
Investigadores (SNI).
El mismo programa calculaba que en 2018 la diferencia era de 0.027 por ciento y planteó llevarla a 0.05 para el 2024. Sin embargo, también lo dijimos, los datos muestran que, en comparación con la tendencia de periodos anteriores, la inclusión a favor de las mujeres ha disminuido. El informe de gobierno del año pasado calcula que la diferencia ahora está en 0.023 (pág. 438); debajo de la línea base del inicio del periodo.
Las cifras del año pasado dicen que hay un total de 36 mil 624 integrantes
en el SNI, el 61 por ciento son hombres y el 39 por ciento son mujeres. Cuando
se instauró el SNI en 1984, los hombres representaban el 82 por ciento y las
mujeres el 18 por ciento. O sea que los 21 puntos porcentuales de avance
relativo de las mujeres en el SNI han requerido de casi cuarenta años.
¿Esto quiere decir que se necesitaría otro lapso similar para equiparar las proporciones actuales del Sistema? Sí, si persistiera el mismo contexto y el programa con sus mismas condiciones, porque seguiría una tendencia inercial. No obstante, como sabemos, los programas no son intertemporales ni tienen una trayectoria lineal, tal vez en un futuro ni programa podría existir.
Pero, independientemente de la eventual inexistencia del programa, lo
relevante es que ni las mujeres, ni ningún otro grupo vulnerable, deben sortear
condiciones adversas para su desarrollo personal y vocacional. La participación
o las proporciones de hombres y mujeres en el campo científico tendrían que expresarse
conforme las preferencias o el interés profesional de cada persona y no por la
cantidad de obstáculos a superar.
El mes pasado, las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina de Estados Unidos, publicaron un extenso informe (Advancing Antiracism, Diversity, Equity, and Inclusion in STEMM Organizations: Beyond Broadening Participation) de casi cuatro centenares de páginas. El informe plantea las condiciones de la desigualdad en el sector e insta desinstalar esas estructuras que la sostienen en las organizaciones.
Por
ejemplo, plantea el informe, no solamente se trata incrementar el volumen de
personas o grupos raciales o étnicos que están subrepresentados en ciencia,
tecnología, ingeniería, matemáticas y medicina (STEMM, por sus siglas en inglés),
también se requieren políticas y prácticas culturales para alentar el sentido
de pertenencia, fomentar la inclusión y modificar los contextos en los que las
personas trabajan y se forman profesionalmente.
El informe incluye una serie de conclusiones y una docena de recomendaciones. Aunque, enfatiza el documento, “los conceptos de antirracismo, diversidad, equidad e inclusión no son objetivos para los cuales una simple lista de verificación indicará el éxito. Más bien, son objetivos que reflejan el cambio cultural, logrado por la creación de ambientes que se enfocan en la excelencia inclusiva, donde todos los participantes tienen acceso a oportunidades educativas y profesionales, se sienten incluidos y tienen los recursos para desarrollar todo su potencial” (pág. xxvi).
En el caso de México, aparte de las proporciones del SNI ya mencionadas, en
febrero del año pasado, Nadine Gasman, presidenta del Instituto Nacional de las
Mujeres (Inmujeres), a propósito de la conmemoración del “Día internacional de
la mujer y la niña en la ciencia”, estimó que las niñas, al iniciar su
educación primaria, empiezan “a creer que no son lo suficientemente
inteligentes para llevar a cabo ciertas actividades, sobre todo en las
matemáticas” y solamente un tercio de las mujeres se matriculan en las áreas de
ciencias naturales, exactas y de la computación (Boletín
No. 12. 11.02.2022).
La exclusión es todavía mayor en las mujeres indígenas, afromexicanas, discapacitadas o que residen en zonas rurales. El problema es que, como reconoce el mismo Inmujeres, no se tienen datos precisos y directos sobre la dimensión que alcanza esa desigualdad.
En fin, los retos son múltiples: no solamente se tiene que insistir en iniciativas para ampliar la participación de las mujeres y de todos los grupos vulnerables, también debe favorecerse el cambio de los contextos y de las prácticas. El 8 de marzo, Día internacional de la mujer, como cada año, actualizamos las cifras y recordamos que necesitamos hacer más y mejores esfuerzos para lograr la igualdad y la inclusión.
Pie de página: La Comisión Técnica de Bioseguridad brasileña, autorizó el cultivo, importación y comercialización de trigo transgénico en ese país.// Asoma la disputa comercial entre México y Estados Unidos sobre maíz transgénico, la representación comercial del vecino solicitó consultas técnicas. Todavía no se resuelve lo de energía.// El plazo es de cinco días, pero hoy cumple un mes exacto el proyecto de Plan Nacional para la Innovación en la Conamer para saber si tenía o no exención de impacto regulatorio.
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