El nuevo director de Conacyt, Enrique
Cabrero, en su discurso de toma de posesión, el pasado 3 de enero, en breves y
contundentes palabras, identificó lo que considera el mayor problema de la
ciencia y tecnología en México, la solución y qué hará al respecto. En la misma
ceremonia, el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, instruyó al nuevo
funcionario a realizar cinco acciones.
Todo un plan en marcha. Sin embargo, tal
vez se trata de un dispositivo demasiado sencillo, como a menudo ocurre, para
cruzar la prueba de la realidad y el laberinto organizacional del sistema
científico y tecnológico. Incluso, las referencias sobre la eventual
Coordinación de Ciencia y Tecnología de la Presidencia fueron crípticas.
Enrique Cabrero reconoce la escasa
consistencia de la política sectorial: “Un diagnóstico objetivo nos lleva a reconocer que México ha
llegado tarde a su integración en la llamada sociedad del conocimiento. Es un hecho que, por muy
distintas razones, nos hemos quedado atrás en el fomento de una política
científica y tecnológica”.
En opinión del ahora
titular de Conacyt, el tema de los recursos han sido una desventaja, pero no es
el problema principal. El mayor problema, desde su perspectiva, es que los
diferentes elementos del sistema científico y tecnológico no han sido
integrados en una normatividad correcta y bajo una política clara y eficaz.
Entonces, tal parece que se
trataría de modificar el marco institucional del sistema científico y
tecnológico, superar su rigidez, desarticulación, burocratización y colocar los
incentivos correctos. Pero, ¿hacía dónde debería orientarse? Nuevamente se presenta
el dilema inveterado: concentrarse en el desarrollo tecnológico y
particularmente en tratar de vincular la industria con la academia, o bien,
enfatizar e impulsar la ciencia básica.
Cabrero se pronuncia por
conciliar ambos esfuerzos, sin embargo, ha sido una ruta poco consistente,
ensayada en múltiples ocasiones y cuyos resultados están a la vista. Además,
sugiere transitar por una vía que ha sido poco experimentada “lo haremos,
consolidando los espacios de interacción y tejiendo una red de política pública
con acuerdos y compromisos visibles, verificables y medibles”.
La vía por explorar es
parte de lo que el mismo Cabrero, Valadés y López identificaron hace más de seis
años como uno de los problemas del sistema científico y tecnológico en México:
la construcción de una verdadera red de política pública (El diseño institucional de la política de ciencia y tecnología en
México. UNAM-CIDE).
Aparte de lo que el
titular de Conacyt tiene identificado para proceder, también está lo que el
ejecutivo federal le instruyó a realizar. En este último caso, le indicó que,
junto con las secretarías de Hacienda y Economía, debe diseñar una hoja de ruta
para que al término de esta administración se alcance el 1 por ciento del PIB
de inversión en el sector y el 1.2 por ciento en una década.
También le solicitó
políticas públicas diferenciadas para las regiones y estados conforme sus
capacidades, lo mismo que fortalecer el Sistema Nacional de Investigadores, la
creación de un verdadero Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación y
fortalecer la vinculación entre el sector productivo y la academia.
Además, Enrique Peña
Nieto (EPN), recordó que también está pendiente la creación de un organismo
--mencionado en los tiempos de campaña y después recuperado en un documento de
propuestas--, denominado Fundación para la Innovación, la Ciencia y la
Tecnología, en cuyo funcionamiento participarán los particulares.
Es decir, tal parece que el acento estará
puesto, una vez más, en la continuidad de ciertos programas y en la
modificación del marco normativo, sea para integrar un verdadero sistema de
ciencia y tecnología y/o para establecer los incentivos correctos.
La creación de una Secretaría de Ciencia
y Tecnología ya está descartada, como lo dijo claramente el propio ejecutivo
federal. Sin embargo, lo que no está claro es la función que cumplirá esa
estructura referida por EPN que trabajará “desde el área de la Presidencia de
la República”, para tener una mayor vinculación con Conacyt. Una estructura en
la que participara Francisco Bolívar, el encargado del equipo de transición.
(Publicado en Campus Milenio No. 491. Enero 10, 2013)
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