No existe
garantía si recibirán solución los graves problemas que aquejan al sistema educativo
mexicano; tampoco el detalle de la eventuales medidas para atenderlos; y menos
el tiempo en que se apreciarán claramente algunos resultados. Sin embargo, lo
que parece indudable es que la educación ha logrado colarse a la agenda y ser
capitalizada por la actual administración. Pero conviene moderar las expectativas
porque apenas es un peldaño de una larga escalera y además es parcial.
En los años
recientes, numerosos grupos, internacionales, empresariales, académicos, sociales,
padres de familia, etcétera, por razones no siempre coincidentes, han expresado
su descontento con la situación en materia educativa. Pero la mayoría, con muy
pocas excepciones, han carecido de la fuerza para llevar sus opiniones al
diseño de los programas gubernamentales o a la lista de prioridades nacionales.
Cuando más, la
serie de reclamos ha logrado el impulso a algún programa, incrementar el
financiamiento, demandar calidad educativa o ampliar la matrícula, todo dentro
de un marco previsible. No por nada calidad, evaluación y financiamiento han
sido los temas de las últimas dos décadas.
La agenda y los
ritmos de los cambios educativos los lleva la parte gubernamental; tiene los
recursos técnicos y dispone del erario. Hoy, una vez más, el tema de la
evaluación y la calidad vuelven a ocupar el centro de las medidas. La figura
presidencial no tiene las mismas características que en el pasado, pero su
densidad sigue siendo el factor decisivo para impulsar o inhibir, para atender
o ignorar. Así lo fue en el pasado y así es en el presente.
En su discurso de
toma de posesión, Enrique Peña Nieto (EPN) señaló que el tercer eje de su
gobierno sería: “lograr un México con educación de calidad para todos. Ese país
que podemos ser, hará frente a los rezagos educativos, para estar al nivel de
las naciones desarrolladas”.
En el mismo acto,
EPN informó que enviaría al Congreso de la Unión la iniciativa para reformar el
artículo tercero constitucional, en la cual se establecerían las bases para el
Servicio Profesional de Carrera Docente y la creación del Sistema Nacional de
Evaluación Educativa, éste último a cargo de un Instituto Nacional para la Evaluación
de la Educación plenamente autónomo. Además, también dijo que había instruido
al secretario de Educación Pública para que éste solicitara al INEGI la
realización de un censo de escuelas, maestros y alumnos.
Al día siguiente,
Enrique Peña Nieto firmó el Pacto por México con las tres principales fuerzas
políticas del país, el cual incluyó el tema educativo y básicamente las
acciones que había anunciado. Una semana después envió al Congreso la
iniciativa de reforma constitucional con los mismos propósitos (incluído el
adjetivo de calidad).
La reforma pasó
sin grandes contratiempos en el Congreso de la Unión, actualmente está a punto
de ser aprobada por la mayoría de los Congresos locales y seguramente en unas
semanas más se pondrán en operación las modificaciones. Es decir, tanto los
contenidos como los tiempos los ha marcado el gobierno federal.
Todavía falta la
elaboración del Plan Nacional de Desarrollo y después el correspondiente
programa sectorial, en los cuales se sepone se recogerá la opinión de los
ciudadanos. Sin embargo, el diagnóstico y las soluciones del tema educativo ya
han avanzado en el terreno de los hechos.
No está mal el
sentido de urgencia concedido por la actual adminsitración, el asunto es que no
hemos resuelto cuáles son o deben ser los temas prioritarios y, sobre todo, si
las medidas anunciadas hasta ahora, son las mejores para el sistema educativo. Por
ejemplo, ¿debemos ser indiferentes al rezago educativo o al ajuste a la baja de
la cobertura en media superior y superior? ¿Convertiremos nuevamente a la
evaluación en un fin en sí misma?
Es ilustrativo de
nuestra sociedad que, una vez más, el gobierno federal lleva la responsabilidad
de la agenda educativa y son contados los sectores que han alzado la voz. Entre
otros, se han expresado públicamente algunos grupos sociales, opiniones en
medios, la propuesta de la UNAM (Plan de diez años para desarrollar el Sistema
Educativo Nacional) o las recomendaciones que recientemente entregó la OCDE en
el Foro México 2013 (Getting It Right.
Una agenda estratégica para las reformas en México). Pocos.
(Publicado en Campus Milenio No. 493. Enero 17, 2013)
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