La reorganización de Conacyt
Alejandro
Canales
UNAM-IISUE/SES
canalesa@unam.mx Twitter: @canalesa99
“Las
principales iniciativas en el terreno de la ciencia y la tecnología todavía no
se aprecian con claridad”, sostuvimos aquí la semana pasada. Alrededor de la
fecha emblemática del primer año de gobierno, aparecieron algunos elementos más
que ofrecen atisbos de las líneas de política sectorial. No son un programa
--el Programa Especial de Ciencia, Tecnología e Innovación deberá estar listo a
más tardar en abril del año próximo--, pero anticipan algunas de las novedades que
podríamos encontrarnos.
En la LXIV Asamblea
de Anuies de la semana pasada, el titular de Conacyt, Enrique Cabrero, adelantó
algunas de las líneas de trabajo que piensa poner en marcha. Un primer aspecto
que conviene resaltar es la presencia misma del director del organismo en la
sesión; no es inusual pero ciertamente no ha sido frecuente.
La relación de Conacyt con
el sector educativo es lógica: se encarga de incentivar y diferenciar la
formación de posgrado, tanto como de establecer los lineamientos de respaldo a
la investigación científica. No por nada el organismo estaba sectorizado a Educación.
Sin embargo, desde su desectorización de SEP, la Secretaría de Economía ha
ejercido una mayor influencia y Conacyt ha sido más proclive a establecer un
vínculo más fuerte con tal secretaría.
Entonces, si ahora, el
organismo encargado de establecer las políticas científicas y tecnológicas,
desde su relativa independencia, diversifica sus vínculos con diferentes
actores y comunidades, podría estar en mejores condiciones de establecer
entornos propicios para la recepción y respaldo de sus medidas. Por la misma
razón, no se entiende porque, en ocasiones, se ha mostrado tan refractario a establecer
lazos.
En la sesión de Anuies, el
director de Conacyt reiteró el conocido diagnóstico de la escasa inversión en
la materia, el reducido número de personal de alto nivel, la falta de
articulación entre universidad y empresa, entre otros aspectos.
Lo relativamente novedoso
que dijo Enrique Cabrero, en correspondencia con su audiencia que estarían
implicados en la futura medida, fueron algunas precisiones sobre las “Cátedras
Conacyt” que se pondrán en operación el año próximo. Una medida que ya
comentamos aquí, cuando se autorizaron 500 millones de pesos en el Presupuesto
de Egresos de la Federación para el año próximo.
Según lo que indicó el
funcionario, las cátedras serán plazas para jóvenes doctores (hombres de hasta
40 años y mujeres de hasta 43 años) en instituciones públicas de educación
superior y centros de investigación. La operación de las plazas será
responsabilidad del organismo, pero se espera que después de cinco o siete años
las instituciones receptoras asuman tales contrataciones.
Sin duda, la posibilidad de
crear plazas académicas es una medida necesaria e importante para aminorar el
desencanto y la frustración de miles de jóvenes que no ven alternativas
laborales próximas. Aunque el número que se está proyectando es insuficiente
para el actual volumen de graduados y las tendencias del egreso del doctorado. Lo
más complicado, sin embargo, será sostener el tan publicitado incremento en el
nivel de inversión para ciencia y tecnología hasta llegar al uno por ciento del
PIB y la partida especial para las plazas.
Quizás porque el adelanto de
medidas en la sesión de ANUIES fue insuficiente para la fecha de corte del
primer año de gobierno. En la víspera del primero de diciembre, Conacyt difundió
un comunicado en el que se destacó otra medida relativamente novedosa: su
reorganización.
En el primer semestre del
año próximo, según lo especificado, Conacyt podría generar una especie de red activa
entre sus centros públicos de investigación para diferentes propósitos. Ahora,
con la ausencia de detalles, parece difícil de lograr el trabajo en red, a la
vista de la trayectoria y coordinación que han seguido los Centros Públicos de
Investigación, habría que esperar la estructura de incentivos.
Otra medida de
mayor impacto es la idea de crear 10 o 15 consejerías alrededor del mundo. Una
estructura de representación de la política científica y tecnológica en el
exterior que dependería de las embajadas de México en algunos puntos
geográficos sobresalientes. Esto es, la búsqueda de una proyección
internacional.
Las medidas anunciadas
siguen siendo insuficientes para valorar la política de la actual
administración, apenas son una atisbo; habrá que esperar el programa especial.
Lo evidente es que las capacidades e instrumentos de Conacyt, con las sucesivas
reformas, poco a poco se han incrementado. Ahora falta la demostración de los
hechos.
(Publicado en Campus Milenio No. 538. Diciembre
5, 2013, p. 4)
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