viernes, 23 de mayo de 2014


¿El SNI en la agenda?

Alejandro Canales
UNAM-IISUE/SES

Después de tres décadas de funcionamiento y un primer congreso: ¿cuáles son los planes para el Sistema Nacional de Investigadores? Aparte de fortalecerlo y expandirlo un poco más, ninguno. Al menos, formalmente, no está a la vista un cambio profundo del programa, aunque modificaciones sistemáticas y relevantes se han registrado.

 El próximo mes de julio se cumplirán 30 años de que se estableció el Sistema Nacional de Investigadores (SNI). El 27 de julio de 1984 se publicó el acuerdo de creación, era el periodo de Miguel de la Madrid Hurtado y la etapa sumamente crítica de la década perdida de los años ochenta.

 La instauración del SNI, como un programa especial que permitiera a las plantas académicas atemperar los efectos de la debacle económica de esos años, retenerlos en el país y, en lo posible, impulsar su trabajo.

 Sin embargo, lo que en ese entonces parecía un programa de emergencia, transitorio, se ha quedado instalado como uno de los principales instrumentos para distribuir recursos complementarios al salario base de los académicos. Una forma de diferenciar el trabajo académico y de asignar prestigios. Lo provisional, como suele ocurrir con frecuencia, se volvió permanente.

A lo largo de estos años el SNI ha crecido, pero no como cabría suponer; conserva la proporción de sus niveles y tal parece que está lejos su punto de inflexión. Inició con 1 mil 396 investigadores y la estimación para el año pasado era de 19 mil 747 investigadores.

 En sus tres décadas, una tasa de crecimiento anual promedio de alrededor del 11 por ciento; incluida su caída del inicio de los años noventa y la aceleración de la última década. Un ritmo de crecimiento y un volumen global relativamente modestos, particularmente si consideramos el tamaño total de la planta académica y las tasas de egreso del doctorado de la última década.

 A pesar del crecimiento, es notable la conservación de sus niveles; son prácticamente las mismas proporciones antes y ahora. En 1984: 15 por ciento candidatos a investigador; 57 por ciento los investigadores nivel uno; 19 por ciento los nivel dos; y 9 por ciento los nivel tres. En el 2012: 19, 54, 18 y 9 por ciento, respectivamente.

 Tal vez la estrechez en los dos extremos del SNI, los candidatos a investigador y en los de mayor nivel, expresa precisamente la necesidad de modificar el Sistema. Mayores y mejores oportunidades para el ingreso y ascenso para los jóvenes. Lo mismo que condiciones justas y decorosas para el retiro de los investigadores nivel 3. 

 Por otra parte, en este mes se cumplieron cuatro años del I Congreso de Miembros del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), realizado precisamente para celebrar los 25 años del programa, pero sobre todo para valorar su funcionamiento y sus efectos, lo mismo que para recoger las eventuales propuestas de cambio.

 Los organizadores del congreso habían dicho que tras las discusiones registradas en el foro y el análisis de los documentos, vendría una sistematización de los debates y una renovación a fondo del SNI. Pero no, pasaron los años y nada; no se dieron a conocer los resultados y menos los proyectos de transformación.

 Tampoco se sabe si esta administración considera un cambio importante, básicamente porque no se ha publicado el Programa Especial de Ciencia, Tecnología e Innovación 2014-2018, aunque ya tendría que conocerse desde el último día del pasado mes de abril. Lo único que se conoce es el programa institucional de Conacyt para el período.

 Una de las estrategias del programa se refiere, precisamente, a fortalecer el SNI. Principalmente a través de un incremento de casi 7 puntos porcentuales de investigadores vigentes en el SNI, respecto de la población con estudios de doctorado ocupada en ciencia y tecnología (pasar de 38.5 a 45 por ciento en el periodo).

 El Acuerdo de creación del SNI ha permanecido incólume con su principio de evaluación del rendimiento individual y complemento del salario, pero sus reglamentos y normas de operación han registrado múltiples cambios: ampliación y pago total a investigadores de instituciones particulares; modificación de sus comisiones; procedimientos y periodos de evaluación para los investigadores de mayor edad; inclusión de órganos de revisión, etcétera.

 Tal vez, después de 30 años, ya es tiempo de que el SNI figure como punto principal en la agenda de discusión. Si los cambios siguen ingresando por las rendijas de la normatividad, escaparán por la puerta principal.

(Publicado en Campus Milenio No. 560. Mayo 22, 2014, p.4)

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