Las plazas un año después: ¿una novedad efímera para
los jóvenes doctores?
Alejandro
Canales
UNAM-IISUE/SES
canalesa@unam.mx
Twitter: @canalesa99
Lo novedoso de
esta administración no fue la propuesta de alcanzar el uno por ciento respecto
al PIB en investigación y desarrollo experimental. Tampoco plantear el impulso
a la productividad y competitividad o la idea de crear nuevas instituciones de
investigación; ni siquiera el establecimiento de temas y proyectos prioritarios
en el sector. Estas medidas, más o menos, se ensayaron en el pasado.
La auténtica
novedad fue la iniciativa de crear plazas para los jóvenes doctores, aunque hoy
es incierto su alcance y continuidad. La propuesta se perfiló en noviembre de
2013, precisamente en el marco de las negociaciones y diseño del Presupuesto de
Egresos de la Federación (PEF) para este año, ahí se reservaron los 550
millones de pesos que ahora se ejercen.
El programa se
denominó “Cátedras Conacyt para jóvenes investigadores” y adquirió mayor
precisión en febrero de este año, cuando se publicó la convocatoria
correspondiente con requisitos y lineamientos a observar. En su momento dijimos
que probablemente estábamos ante el inicio de un cambio profundo en el tipo de
relación laboral de los académicos (Campus
Milenio No. 548).
Sí, por
primera vez, el gobierno federal experimenta con una nueva figura laboral en el
mercado académico: nombramientos de confianza expedidos por Conacyt a jóvenes
investigadores y tecnólogos que se presentaron a la convocatoria de las
cátedras. Una política similar a la aplicada por Argentina a través de su
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas.
Según los
lineamientos de las cátedras mexicanas, los jóvenes seleccionados son comisionados
a instituciones públicas de investigación, pero son reconocidos como personal
académico del organismo. Esto es, Conacyt funge como el patrón, no las
instituciones receptoras. Incluso, para efectos legales, el lugar en el que
están adscritos, no se considera un patrón sustituto, beneficiario final o
solidario.
De hecho, en
las normas expedidas claramente se indica que: La institución de
adscripción no tendrá ninguna relación de carácter laboral con el personal
académico comisionado, ni este estará subordinado a la institución de adscripción,
por lo que no asumirá responsabilidad alguna en materia laboral y de seguridad
social, las cuales correrán a cargo del Conacyt (artículo 8 de los lineamientos).
Por supuesto, la institución de adscripción
tiene derechos y obligaciones, pero se especifican en los convenios de
asignación de recursos humanos que firma con Conacyt. Por ejemplo, algunas de
las obligaciones de la institución son proporcionar a los jóvenes
investigadores un espacio físico y servicios de apoyo como lo hace con el resto
de su personal, lo mismo que hacerse cargo de los viáticos para su
participación en seminarios, congresos y proyectos.
Uno de los aspectos más complicados es el de
los derechos de propiedad y de autor que se generan por parte de los
comisionados. Al respecto, en el convenio se establece que Conacyt no tiene
interés jurídico en esos derechos, sino que serán de la persona física o moral,
a quien conforme a derecho le correspondan, pero que la “institución de
adscripción se obliga a compensar o
estimular o participar” a los comisionados, en los mismos términos en que lo
hace con su personal. Un probable punto de tensión.
Conacyt, como patrón, se hace cargo del
salario y de las prestaciones laborales que establece la Secretaría de
Hacienda. Desde el comienzo se anunció que seguramente el sueldo mensual para
los comisionados sería de 37 mil pesos y un apoyo inicial, por única vez, de
500 mil pesos. La comisión sería por diez años y puede ser renovada tantas veces
como sean necesarias, siempre con evaluaciones de por medio.
Los resultados
de la convocatoria de la cátedras comenzaron a conocerse el pasado mes de
agosto y poco a poco se está completando la información, aunque todavía es
necesario desagregar más datos y conocer la recepción que tienen los jóvenes
aceptados. Actualmente, tal parece que ya fueron asignadas las 574 plazas y un
primer dato que muestra la importancia del tema es que alcanzaron lugar dos de
cada diez, puesto que, según el diputado Rubén Benjamín Félix, presidente de la
comisión de ciencia y tecnología de la Cámara de Diputados, se presentaron
alrededor de 3 mil aspirantes.
En la
convocatoria se especificaron siete temáticas que agrupaban una treintena de
retos. Las instituciones interesadas debieron presentar un proyecto grupal (incluir
entre tres y cinco jóvenes investigadores) y/o individual (solamente un
investigador). A su vez, los aspirantes a las cátedras tenían que inscribirse
en el Padrón de Jóvenes Investigadores del Conacyt, puesto que de ese listado
serían seleccionados. Los temas fueron: a) ambiente; b) conocimiento del
universo; c) desarrollo sustentable; d) desarrollo tecnológico; e) energía; f)
salud y g) sociedad.
En total,
Conacyt reporta que el programa de cátedras suma 333 proyectos (105 grupales y
228 individuales). En la distribución de proyectos por tema: desarrollo
tecnológico: 93 (21 de grupo y 72 individuales); salud: 56 (18 y 38,
respectivamente); ambiente 42 (13 y 29); desarrollo sustentable 42 (20 y 22);
energía 38 (9 y 29); conocimiento del universo: 35 (9 y 26); y sociedad 27 (15
y 12).
Según las
cifras, en un extremo está el tema de desarrollo tecnológico con el mayor
número de proyectos y en otro el de sociedad. El primero concentró más de una
tercera parte de las 574 nuevas plazas. El Distrito Federal también concentró
el mayor número de plazas asignadas: 89; le siguió Oaxaca con 35; luego
Michoacán con 33; y al final Tabasco con 3 plazas.
Las
universidades públicas, los centros públicos de investigación Conacyt y las
instituciones de educación superior federales, como era de esperarse,
concentraron el mayor volumen: 176, 151 y 121 plazas, respectivamente. Números
más modestos, de 30 a 40 plazas, fueron para otros centros públicos de
investigación, instituciones tecnológicas y de salud.
El total de 574
nuevas plazas es relativamente pequeño, comparado con los 3 mil nuevos doctores
que egresan cada año en México y sobre todo frente a la demanda acumulada de la
última década o quinquenio. Sin embargo, se trata de ese tipo de iniciativas
estratégicas, muy localizadas y de gran efecto mediático, que pueden modificar al
sistema en su conjunto, especialmente si se sostienen a lo largo del tiempo.
El asunto es
que necesitamos una mayor desagregación de la información del programa, también
requerimos saber cómo fue y qué resultará de la peculiar inserción de los
comisionados, e incluso si tendrá continuidad el programa. Por lo pronto
Conacyt, en el proyecto del PEF para el año próximo, en lugar de preveer
un aumento de nuevas plazas-cátedra,
respecto a las que se crearon en este año, las redujo a 225 (estrategia
programática del PPEF 2015).
Es posible que,
como dijo el presidente de la comisión de ciencia de la Cámara, Félix Hays, los
diputados incrementen los recursos del PEF para crear 700 nuevas
plazas-cátedra. O tal vez no. A más tardar este 15 de noviembre estaremos
enterados. El caso es que está en suspenso la viabilidad y alcance de las
cátedras; el Peciti ni las menciona. Lo cierto es que el tema de las finanzas
públicas no pinta nada bien, el panorama político menos y el desánimo se
acumula en miles de jóvenes.
(Publicado en Campus Milenio No. 584.
Noviembre 13, 2014, p.28)
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