Los ritmos de la formación de alto nivel
Alejandro
Canales
UNAM-IISUE/SES
canalesa@unam.mx Twitter: @canalesa99
En entrega
anterior comentamos que la preocupación por los estudios de posgrado,
particularmente del doctorado, comenzaron tardíamente en México. Asimismo,
advertimos que la misma situación se podría repetir en el caso de las estancias
de investigación y los posdoctorados.
No solamente
es el efecto de un incremento sucesivo de los grados escolares que presionan
por elevar el nivel educativo. Una especie de reacción en cadena de los flujos
escolares: un mayor número de egresados de un nivel tiene un impacto en el
siguiente, éste en el subsecuente y así hasta llegar al más alto nivel.
Aunque ha
crecido la cobertura del sistema educativo en todos los niveles (alcanzando la
universalización de la educación primaria) e incrementado el promedio de
escolaridad de la población, todavía quedan grandes pendientes en la retención
en la media superior y el cumplimiento de su obligatoriedad, lo cual deberá
hacerse realidad en el 2021. Ni se diga en materia de cobertura en educación
superior que hoy solamente alcanza a tres de cada diez jóvenes del grupo de
edad.
Entonces, por
un lado, todavía hay espacio para la expansión del sistema educativo y la
presión en su cúspide será mayor en el futuro cercano. Por otro lado, a pesar
de la baja cobertura de educación superior, se registró un crecimiento
importante en la oferta de estudios de posgrado, lo cual implicó la necesidad
de instaurar un padrón de programas, como un mecanismo para regular y
diferenciar su calidad. Un padrón que crece y persiste hasta hoy.
El asunto es
que incluso con un volumen relativamente reducido de recursos humanos a nivel
profesional y de posgrado, ha sido evidente la dificultad para ofrecerles
espacios laborales acordes a su formación y expectativas. Lo sorprendente es
que en esta situación, no solamente no disminuye la demanda educativa, al contrario,
aumenta y especialmente en el nivel más alto.
Desde mediados
de los años setenta, ante el desempleo y subempleo de profesionistas, cuando se
puso en cuestión la idea del pleno empleo sostenida por la teoría del capital
humano, se advirtió el fenómeno de la sobreeducación. Lester Thurow planteó que
invertir en un mayor nivel educativo y/o esperar en la fila de los mejores
empleos, era una “estrategia defensiva” preferible, en lugar de tomar cualquier
puesto, lo cual explicaba el aumento de la educación incluso en tiempos de
crisis.
Ahora, en un
escenario nacional --y también internacional-- de escasas oportunidades en el
mercado de trabajo y una benevolente política de apoyo para cursar estudios
superiores, un sector de jóvenes opta por incrementar sus calificaciones
escolares. El volumen es reducido, pero poco a poco la presión se ha desplazado
de la maestría al doctorado y de éste al posdoctorado. El acomodo de los
egresados no es sencillo.
Si el
crecimiento del doctorado ha sido relativamente tardío aunque intenso en las
últimas dos décadas, el del posdoctorado es todavía más reciente. En 1990, las
estadísticas oficiales, con inexactitudes y variantes, hablaban de 17
posdoctorantes en el extranjero. Todavía en el año 2001, la cifra oscilaba
entre 120 y 210 personas; en 2010 se dijo que se apoyaron a 74.
En el reglamento de becas de
Conacyt del 2004, el penúltimo reglamento, ni siquiera mencionaba a los
posdoctorados; apenas en el ordenamiento del 2008 se les incluye. En la
definición que establece señala que la estancia posdoctoral está “dirigida
a recursos humanos con grado de doctor para realizar estudios, desarrollar
proyectos científicos o tecnológicos o para fortalecer programas de posgrado en
los términos que al efecto se establezcan en la convocatoria o convenio
correspondiente”.
El reglamento, también por primera vez, incluye a
los posdoctorados –junto con el sabático— en la modalidad de beca de
vinculación, no de formación de posgrado o de otro tipo. Más recientemente se
ha impulsado con mayor vigor la idea de estancias posdoctorales nacionales
vinculadas con el Padrón Nacional de posgrados de Calidad.
Seguramente, como también ocurrió con las becas
de formación posgrado, el crecimiento de las estancias posdoctorales se
incrementará en su vertiente nacional y en el extranjero conservará un volumen
reducido.
Sea en uno o en otro lado, el asunto es si se
trata de un cálculo meditado de formación de recursos humanos o de dilatar su
ingreso a un mercado laboral refractario. Seguimos.
(Publicado en
Campus Milenio No. 583. Noviembre 6, 2014, p.5)
No hay comentarios:
Publicar un comentario