La agenda de los partidos políticos
Alejandro Canales
UNAM-IISUE/SES
canalesa@unam.mx Twitter:
@canalesa99
El próximo mes de junio habrá
elección de diputados federales en todas las entidades federativas, votación
para gobernador en nueve de ellas, 17 congresos locales y otras tantas
alcaldías. Las llamadas elecciones intermedias son una anticipación de lo que
podría ocurrir en los comicios del 2018.
Todas las elecciones tienen sus
peculiaridades y grado de incertidumbre. Sin embargo, los comicios de junio parecen
generar reacciones encontradas: desde un completo rechazo hasta el ejercicio de
una absoluta fiscalización ciudadana. Debiéramos comenzar por exigir lo más
elemental de las fuerzas políticas que dicen o quieren representarnos: no más
mentiras y cinismo.
A propósito del inicio del
periodo ordinario de sesiones de la actual legislatura, cada uno de los siete
partidos representados en la cámara publicaron en 16 periódicos, en dos planas
completas, sus respectivas agendas para el periodo.
En materia de educación los
diputados plantean diferentes propuestas. Por ejemplo, entre otros puntos, el
Panal habla de una reforma integral a las escuelas normales y de “impartir
formación didáctica pedagógica en derechos humanos y educación inclusiva, al
servicio docente”.
Movimiento Ciudadano dice que
“buscará el fortalecimiento del programa de creación de escuelas públicas” en
todos los niveles y un programa de alfabetización ocupacional en zonas rurales.
El PT impulsará reformas para universalizar la educación inicial y la
obligatoriedad de la educación superior. El Partido Verde fortalecer el sistema
de becas y crédito educativo en instituciones particulares e incluir el tema
del bullying en los libros de texto…
Bueno, ni para qué citar.
Los tres partidos mayoritarios en
la cámara, el PRD, PAN y PRI, se ocupan de los grandes temas y el posible
trabajo legislativo. Esto es, los dictámenes pendientes, las iniciativas que
faltan, la economía, la seguridad, la transparencia y rendición de cuentas, la
deuda pública. No, educación no.
Si la agenda es esa, al final del
periodo tendríamos que valorar qué y cuáles iniciativas presentaron. Cuántas
veces subieron a tribuna, cuál fue su argumentación y, sobre todo, qué
resultados obtuvieron.
Sin duda, la controversia sobre
las elecciones se debe a la consistente desconfianza ciudadana en los políticos
y su explicable enriquecimiento ilícito. Claro, también podría deberse a la
transmutación del organismo encargado de organizar la jornada electoral (de IFE
a INE), la posibilidad de candidaturas independientes, el reciente recorte en
el gasto público, la ingobernabilidad en amplias zonas de nuestro territorio o el
clima nacional poco edificante. Todo junto y más.
Al igual que en otras elecciones
intermedias se espera un menor porcentaje de participación. Sin embargo, ahora
asoma con más fuerza la idea de que lo mejor es abstenerse, dado que ninguno de
los partidos políticos convence ni son dignos de confianza.
Hace un año, cuando el IFE
todavía no cambiaba de nombre, la medición de la confianza ciudadana en las
instituciones realizada por Consulta Mitofsky, le atribuía un rango de
confianza media al organismo electoral (6.6 en una escala de 0 a 10). Todavía
no se da a conocer la medición de este año, pero es posible que el índice siga
descendiendo.
Los partidos políticos, diputados
y senadores definitivamente ocupan la posición más baja en la escala de
confianza ciudadana. Desde que Consulta Mitofsky realizó la primera medición en
el 2004, las instituciones políticas han ocupado de forma consistente las
últimas posiciones.
En el 2014 senadores, sindicatos,
diputados y partidos políticos, obtuvieron una puntuación de 5.7, 5.6, 5.4 y
5.1, respectivamente. La situación no ha sido diferente en los diez años
anteriores, siempre se han mantenido en el extremo inferior, en el rango de
“confianza baja”. No es para menos. Es casi imposible que pase un día sin que
nos enteremos de algún acto de corrupción protagonizado por algún político.
Sin embargo, según la Constitución,
“los partidos políticos son entidades de interés público” que tienen como fin
promover la participación en la vida democrática, hacer posible el acceso de
los ciudadanos al ejercicio del poder público y tienen garantizado su
financiamiento (artículo 41).
El sostenimiento de los partidos
políticos y las elecciones en su conjunto tienen un costo cada vez mayor. El
financiamiento para este año alcanza un monto de poco más de 32 mil millones de
pesos.
Por lo menos tendríamos que
exigir el cese del incumplimiento de sus deberes, también del dispendio y de su
rapacidad.
(Publicado en Campus Milenio No.
595. Febrero 12, 2015, p.5)
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