Alejandro Canales
UNAM-IISUE/SES
Twitter: @canalesa99
(Publicado en Campus Milenio No.
727. Octubre 19, 2017. Pág. 5)
El director de análisis
estadístico del Conacyt, el doctor Guajardo, como se puede advertir en la carta anexa, me envía una precisión a la posdata
que anoté aquí mismo la semana pasada. Ahí ratifica la afirmación del
titular del organismo y añade: “pero existe una confusión de conceptos en dicho
apartado del citado artículo” y vuelve a insistir en que se llegará al uno por
ciento del PIB.
Aclarar este punto es de suma relevancia.
Involucra la meta principal de esta administración en el sector científico y
tecnológico. No solamente. Además, fue un compromiso firmado por el presidente
Enrique Peña, ese que el mismo director de Conacyt, el día de su toma de
protesta le reconoció y valoró (Comunicado 03.01.2012); también es uno de los
puntos del Pacto por México, suscrito por tres partidos políticos nacionales; y
uno de los indicadores más sobresalientes de comparación internacional.
En primer lugar, la verdad, no sé
de quién es la confusión de conceptos. En la posdata anotada, claramente se indica
que es el “gasto nacional en CTI” (GNCTI). También es el mismo tipo de gasto que
dijo el doctor Cabrero, el director del Conacyt, e incluso él añadió que llegar
al 1 por ciento del PIB seria algo “inédito” y apalancado fundamentalmente en
la inversión del gobierno federal (La
Jornada 23.09.2017). No hay confusión posible: es el gasto nacional.
Mucho menos es una confusión elemental entre GNCTI y Gasto
en Investigación y Desarrollo Experimental (GIDE). Una clara distinción la
hicimos aquí hace más de una década (Campus
Milenio No. 168) y la volvimos a repetir hace cuatro años (Campus Milenio No. 524). No tiene
sentido insistir en que el primero incluye al segundo y que ambos consideran
recursos públicos y privados.
Entonces, ¿cuál es el problema? Uno y muy importante: la
ambigüedad y confusión que, ahora, la actual administración introduce acerca del
indicador para medir su principal compromiso.
En el Pacto por México, quedó registrado: “se dará cumplimiento a la Ley de Ciencia y
Tecnología con el objeto de incrementar el financiamiento para la investigación
científica y el desarrollo tecnológico, a fin de alcanzar, de manera gradual,
una inversión del uno por ciento del PIB” (compromiso 46). Nótese que no dice
GNCTI ni GIDE.
A su vez,
la citada ley, en su artículo 9 BIS, tampoco precisa que sea uno u otro tipo de
gasto. No obstante, de ahí viene el precepto de que el monto destinado por el
Estado deberá ser tal que el gasto nacional en este rubro no podrá ser menor al
uno por ciento del PIB. Registremos que dice gasto nacional (público y privado).
En su momento,
la publicación del Plan Nacional de Desarrollo de esta administración recuperó
lo que decía la ley y el Pacto: “Contribuir a
que la inversión nacional en investigación científica y desarrollo tecnológico
crezca anualmente y alcance un nivel de 1 por ciento del PIB” (estrategia
3.5.1). Eso mismo, en términos idénticos, como debía ser, se replicó como
primer objetivo y meta principal en el Programa Especial de Ciencia, Tecnología
e Innovación (PECITI).
En los dos documentos quedó como
inversión nacional (pública y privada), sin especificar si era el GNCTI o GIDE.
Sin embargo, en el PECITI sí hubo una diferencia fundamental: especificaba el
indicador que permitiría valorar el objetivo, la meta y el tipo de inversión.
En la sección de indicadores del
programa sectorial dice que es el GIDE y lo describe: “Es
el porcentaje que representa el Gasto en Investigación y Desarrollo Tecnológico
[público y privado] respecto al PIB a precios de mercado en un año dado. Este indicador permitirá dar
seguimiento al monto de recursos monetarios públicos y privados que se destinan
a actividades de IDE mediante el porcentaje
que representan del PIB” (p. 76). Además, precisó que en 2013 ese indicador era
de 0.45 por ciento del PIB y la meta para el 2018 sería del uno por ciento. Ninguna
confusión, todo está más que claro.
En este año, la estimación oficial dice que el indicador
es de 0.50, la mitad de lo que se prometía, así que para el año próximo, a
menos que se produzca un milagro, será imposible que ocurra lo que no se registró
gradualmente en los cinco años anteriores. No es ninguna sorpresa. El mismo
director de Conacyt, en el 2015, en la víspera del aniversario del aniversario
número 45 de Conacyt, ya aventuraba que al final de este sexenio “la inversión
podría alcanzar el 0.8 del PIB” (La
Jornada 11.12.2015). Ni de lejos alcanzaremos ese porcentaje y, por
supuesto, se refería al GIDE.
No puede ser de otra forma. Si usted busca comparar el
desempeño científico de diferentes países o de una región y otra, no estará
disponible el indicador GNCTI; si lo está es relativamente inútil. Sin embargo,
siempre encontrará el indicador GIDE porque es el que mide el trabajo creativo
para incrementar el volumen de conocimientos.
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