Alejandro Canales
UNAM-IISUE/SES
Twitter: @canalesa99
(Publicado en Campus
Milenio No. 728. Octubre 26, 2017. Pág. 5)
Un nuevo titular está al frente
de la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación (Seciti) de la Ciudad de
México: David García Junco Machado. No, no es un científico y su vínculo con el
sector es apenas tangencial. Aunque es la parte final de la actual
administración capitalina, no debiera soslayarse que se trata de un proyecto
que está a prueba y que fueron muchas las expectativas que generó.
El nombramiento ocurrió la semana
anterior y, según la información proporcionada por el gobierno de Ciudad de
México, el nuevo secretario, antes de serlo, se desempeñaba como oficial mayor
del Conacyt. De hecho, su carrera como funcionario público ha estado ligada al
gobierno federal: director de comercialización de Diconsa, también lo fue de
afiliación y operación de la Comisión de Protección Social en Salud y
secretario técnico en la oficina de la presidencia de la República (Boletín No.
0933/17).
La experiencia del maestro García
Junco, como ex oficial mayor de Conacyt, tal vez le sea de utilidad para la
administración del presupuesto de la Seciti en este último año. Nada más. Después
de todo, su quehacer principal en el organismo federal, como el de cualquier oficialía
mayor, estaba dirigido fundamentalmente a la administración de los recursos humanos,
materiales y financieros.
Claro, el volumen de recursos que
maneja la dependencia local, en comparación con la federal, es bastante menor.
El presupuesto de la Seciti es de poco más de 350 millones de pesos, en cambio
los recursos que ejerce centralmente Conacyt suman más de 30 mil millones de
pesos. Así que no hay mucho qué comparar.
Quizás usted lo recuerde, en
septiembre del año pasado, a propósito del recuento de logros del IV informe de
gobierno de Miguel Ángel Mancera, un diputado local del PRI cuestionó la
utilidad de la Seciti y argumentó que la Secretaría, junto con otros dos
institutos, debían desaparecer. El entonces secretario, René Drucker, hoy
fallecido, en conferencia de prensa, no solamente criticó al diputado, también
pidió que se duplicara el presupuesto para la Seciti (Boletín Seciti 028. 22.09.2016).
La posición fue respaldada por
Víctor Hugo Romo, legislador local por el PRD y presidente de la comisión de
ciencia y tecnología de la Asamblea Legislativa. Incluso, el diputado Romo dijo
que presentaría una iniciativa para reformar la ley.
En efecto, el asambleísta Romo
presentó una iniciativa para adicionar un artículo 3 Bis a la ley local de
ciencia y tecnología. La propuesta establecía que para garantizar las
actividades científicas y tecnológicas, el “Presupuesto de Egresos de la Ciudad
deberá de prever recursos que no podrán ser inferiores al uno por ciento del
presupuesto total para la Ciudad” (Versión estenográfica. 22.09.2017)
Además, en artículo transitorio,
la misma iniciativa, establecía que la Secretaría de Finanzas de la Ciudad
proyectaría un incremento progresivo en los siguientes 10 ejercicios fiscales.
Por supuesto, después de un año, la propuesta permanece en dictamen y los
recursos financieros no han variado de forma significativa.
El presupuesto es un asunto de
importancia para la Seciti y para toda la administración pública. Sin embargo,
no es el único. El gobierno capitalino, a diferencia del gobierno federal, sí
optó por la creación de una Secretaría para atender los asuntos relacionados
del sector, bajo el supuesto de que una estructura administrativa de ese nivel
permitiría proponer una auténtica política y, al mismo tiempo, daría lugar a
una mayor capacidad de gestión.
La Seciti es una institución
joven. Primero, desde junio de 2007, estuvo en funciones el Instituto de
Ciencia y Tecnología, el cual fue sustituido en enero del 2013 por la actual
Seciti. Ciertamente, el último tramo, puede ser muy poco tiempo para consolidar
un proyecto institucional, pero parece un lapso suficiente para revelar las
posibilidades y alcance de las propuestas en marcha.
En este caso, las más
sobresalientes fueron la veintena de apoyos para proyectos de investigación que
intentaban atender diferentes problemas relevantes en la Ciudad de México.
También, el respaldo para un número limitado de estancias posdoctorales, tanto
en Europa como en América, así como las becas para doctorado en instituciones
del extranjero y en coordinación con Conacyt.
Además, está el premio Heberto
Castillo, un programa más conocido e instaurado desde que estaba en funciones
el entonces instituto de ciencia y tecnología local. Una distinción para
reconocer trayectorias y aportaciones de las personas en el campo de la ciencia
y la tecnología. Por cierto, a raíz de lo acontecido con el sismo del mes
anterior, el cierre para la recepción de propuestas se recorrió y finaliza este
27 de octubre.
En fin, en el marco del
recuento de iniciativas, el año pasado, sonó fuerte la crítica del legislador
local al desempeño de la Seciti. Actualmente, en el penúltimo informe de
gobierno y tras el fallecimiento del doctor René Drucker, el pasado 17 de septiembre, la Seciti se
adentra al cierre de un primer ciclo y sus logros son inciertos. Al final: ¿qué
cuentas entregará? Ya lo veremos y no será nada irrelevante.
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