Alejandro Canales
UNAM-IISUE/SES
Twitter: @canalesa99
(Publicado en Campus Milenio. No. 734. Diciembre 7, 2017. Pág. 5)
La internacionalización de la educación superior no es un tema
reciente, pero ciertamente su intensidad sí lo es, especialmente a partir de
los años 2000. En México, desde mediados de los años noventa, alentada por la
apertura económica y el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, comenzó
a ser objeto de interés en el terreno de la política pública. En ese entonces,
se instauró el Programa para la Movilidad de la Educación Superior (Promesan),
como un mecanismo de cooperación educativa entre los países firmantes del
acuerdo; después le han seguido muchos otros programas y con diferentes
regiones.
Sin embargo, el impulso a la internacionalización ha corrido
también, y tal vez en mayor medida, por cuenta de las políticas de las propias instituciones
y sus propuestas para incorporar esa dimensión en su su oferta de estudios (P.e.
Mónica Camacho Lizárraga. Internacionalización
en la educación superior. Práctica y estudio en constante evolución vista desde
un estudio de caso. Anuies. 2017).
La UNAM, la institución nacional emblemática, tiene un largo
recorrido en el terreno de la internacionalización. Aunque fundamentalmente se
trataba de esa internacionalización considerada tradicional, la que han
practicado casi desde siempre instituciones prestigiosas que incluían
perspectivas transculturales en sus programas de estudio, internacionalización
del curriculum, enseñanza de lenguas extranjeras, intercambios académicos, experiencias
de estudio y estancias de investigación fuera del país, entre otros aspectos
(Philip Altbach).
No obstante, la reciente intensidad de la internacionalización ha
mudado las formas de atención institucional. En el caso de la UNAM, no es
fortuita su presencia en media docena de países, desde Canadá, Costa Rica y
Estados Unidos hasta China, Francia o España; ni la docena de sedes que
sostiene en esas naciones (seis de ellas en Estados Unidos). Tampoco el
establecimeinto de la doble titulación con algunas isntituciones
internacionales o la intensa movilidad e intercambio académico que sostienen
profesores, investigadores y alumnos con múltiples regiones en el mundo.
Un cambio que también se ha eflejado en sus estructuras internas.
Al comienzo de la década actual, la UNAM creó el Consejo de Cooperación e
Internacionalización, así como la Dirección General de Cooperación e
Internacionalización. En ese entonces, según disponía el acuerdo de creación,
el Consejo estaria integrado por casi todos los directivos de las principales
dependencias universitarias (Gaceta UNAM.
29.09.2009: 18).
Por ejemplo, estaría encabezado por el rector y serían miembros
los titulares de: Secretaría General; Secetaría de Desarrollo Institucional; Dirección
General de Cooperación e Internacionalización; las cuatro coordinaciones
(Humanidades; Investigación Científica; Difusión Cultural; Innovación y
Desarrollo; y Planeación). El Consejo tenía asignada la responsabilidad de
determinar los acuerdos de cooperación internacional, la estrategia anual de
internacionalización y el establecimeinto de los lineamientos en la materia,
entre otras funciones.
Al final del 2015, como parte de una reestructuración
administrativa mayor, la Dirección General de Cooperación e
Internacionalización que dependía de la Secretaría General, pasó a formar parte
de la Secretaría de Desarrollo Institucional (Gaceta UNAM. 30.11.2015). Esta última, desde entonces, estableció
la Coordinación de Relaciones y Asuntos Internacionales, como principal
responsable de estos asuntos, a la cual quedó adscrita la anterior Dirección
General de Cooperación e Internacionalización y el Centro de Enseñanza para
Extranjeros.
A la par, la misma UNAM, en su campus principal, ha destinado un
espacio para albergar a diferentes instituciones académicas internacionales con
las cuales sostiene una mayor cooperación. Es la Unidad Internacional de Sedes
Universitarias, en la cual tienen una oficina instituciones francesas como el
IRD o la Sorbona, la Universidad de Salamanca o universidades estadounidenses
como la de Arizona, la de Washignton o la Estatal de California (Northridge).
El espacio más reciente es de la Universidad de Texas (Austin) y
ahora ya suman nueve instituciones. De hecho, el mes pasado, el presidente de
la universidad estadounidense, Gregory L. Fenves, junto con el rector Enrique
Graue, inauguraron la oficina correspondiente (Boletín UNAM No. 763).
De acuerdo a las cifras de la Dirección de Cooperación e
Internacionalización, la UNAM tiene poco más de un millar de convenios firmados
y el número de solicitudes para movilidad de estudiantes (la vertiente más
conocida de la internacionalización) se ha desplazado crecientemente. Por
ejemplo, entre el 2012 y 2016 las solicitudes pasaron de mil a tres mil y
tienen previsto que para el final de
este año se habrá respaldado la movilidad de unos mil 400 estudiantes (Gaceta
UNAM. 4,898).
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