Alejandro Canales
UNAM-IISUE/SES
Twitter: @canalesa99
(Publicado en Campus Milenio No. 780. Noviembre 22, 2018. Pág. 5)
El largo
periodo de transición está por concluir y en una semana más asumirá funciones
la próxima administración gubernamental. A diferencia de lo ocurrido en
periodos anteriores, en los cuales se desconocía quiénes integrarían el
gabinete y cuáles serían sus primeras acciones, ahora conocimos los perfiles de
los funcionarios de primer nivel desde antes de realizarse las elecciones, después
vinieron los nombres de los subsecretarios y responsables de programas.
Además, Andrés
Manuel López Obrador, el presidente electo, y los miembros del próximo
gabinete, han reiterado los programas que se pondrán en marcha desde los
primeros días. La costumbre era que el ganador de las elecciones ocupaba el
periodo de transición para confeccionar las invitaciones a las tareas de
gobierno y diseñar un plan para los primeros días. Ahora no, desde hace meses
conocemos nombres y programas. Sin embargo, paradójicamente, la incertidumbre
no se ha disipado. Detractores y apologistas han estrechado la zona de
deliberación e interlocución para examinar el conjunto de iniciativas que se
propone el nuevo gobierno.
Según la
información del próximo gobierno (transicion.mx), habrá 25 proyectos
estratégicos y prioritarios para “impulsar el desarrollo y lograr el
renacimiento de México”. En cierta medida son los que habían quedado esbozados,
con menos orden y claridad, en el documento “Proyecto de nación 2018 -2024”,
presentado en noviembre de 2017. Aunque, en realidad, la veintena de programas
se refieren solamente al desarrollo social y económico, no figura, por ejemplo,
su reciente y controvertido Plan Nacional de Paz y Seguridad 2018 – 2024.
Seguramente,
una vez iniciado el sexenio, aplicará la normatividad de planeación nacional
que regula los tiempos y procesos para elaborar el Plan Nacional de Desarrollo
y los programas sectoriales. Por lo pronto, las estrategias y programas
anunciados serán las boyas en el mar de iniciativas que seguramente se
plasmarán en documentos. ¿Un gobierno por programas? Suman 29 y están agrupados
en seis áreas: bienestar; campo; economía; educación y salud; energía; y
transportes y redes.
A la cabeza de
los proyectos está “Jóvenes construyendo el futuro” y le siguen otros ocho
programas más que demandarán el mayor volumen de recursos financieros; estos
primeros nueve son esencialmente políticas distributivas. Aquí se localizan las
becas para jóvenes, las pensiones para adultos mayores y personas discapacitadas,
o bien, créditos y microcréditos para incentivar la producción. De hecho, el
próximo gobierno ha dicho que la información recopilada por el ejército de
“servidores de la nación”, en ese censo de “casa por casa”, será la base para
identificar a los posibles beneficiarios.
Nada mal que
un programa dirigido a los jóvenes ocupe el primer lugar en la serie de
prioridades del nuevo gobierno. Los jóvenes, sin duda, esperan mayores
oportunidades para cursar estudios superiores y opciones laborales. La
cobertura educativa en México en el nivel superior no solamente es baja (tres
de cada diez del grupo de edad), en términos comparativos con América Latina,
es grave e insultante para los jóvenes de los deciles de ingreso más bajo. Ni
se diga de la precariedad de las posiciones de trabajo en el segmento de los
jóvenes y de la incertidumbre laboral que los acompaña al egresar de la
universidad.
Entonces, sí,
muy importante el programa Jóvenes construyendo el futuro y es uno de los más
acabados en el plan de gobierno, pero debiéramos asegurarnos que su puesta en
marcha se dirige a la población correcta. La información del equipo de
transición indica que el objetivo son los jóvenes entre los 18 y 29 que no
estudian ni trabajan; según sus cálculos, sumarían 2.6 millones de jóvenes.
También
explican que el programa tiene dos vertientes. Una de ellas estará coordinada
por el SEP y entregará becas de 2,400 pesos mensuales a 300 mil jóvenes de
bajos recursos, egresados de bachillerato y que buscan cursar estudios
superiores. El monto de la beca es considerablemente mayor al apoyo para media
superior que actualmente se otorga (635 a 700 pesos mensuales) y también a las
de nivel superior, aunque el volumen de población es más reducido.
La otra
vertiente, más novedosa, es la de “capacitación para el trabajo”. Estará
coordinada por la Secretaría del trabajo y Previsión Social (STyPS) y concentrará
la base principal del programa: 2.3 millones de jóvenes que recibirán una beca
de 3,600 pesos mensuales durante un año. Jóvenes que tampoco estudian ni
trabajan. La idea es que en ese tiempo los jóvenes se vinculen con centros de
trabajo para recibir capacitación y tutoría (70 por ciento en el sector
privado; 20 por ciento en el público y 10 por ciento en el social).
En fin, el vínculo
del programa con los sectores amerita un examen aparte y también el grupo de
jóvenes a los que se dirige, lo cual haremos en otra entrega. Ahora, en primer
lugar, lo que se advierte es la importancia de focalizar y localizar correctamente
a la población objetivo. Así que una explicación del censo realizado y la
disposición pública de sus bases de información son cruciales para tener
certeza.
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