En mayo de este año, a diferencia
de celebraciones anteriores, el principal regalo para el maestro no son los
reconocimientos al mérito, los incentivos salariales o una roja manzana. El obsequio
es un sistema que establecerá nuevas reglas de juego para el ingreso y el ejercicio
de la profesión docente.
Desde el comienzo de los años
noventa, cuando se firmó el Acuerdo Nacional para la Modernización de la
Educación Básica (ANMEB) y luego se estableció el programa de Carrera
Magisterial, las condiciones laborales de los profesores y la valoración de su
desempeño no habían ocupado el centro del debate en el terreno educativo.
Hoy, dos décadas después de
instaurado el programa de incentivos al desempeño individual y tras lo que
parecía un avance incontenible de una granítica dirigencia magisterial, está
por cambiarse el marco normativo de regulación de la actividad docente y tal
vez sin la intervención de los propios destinatarios.
Una probable modificación de
largo alcance centrada en las condiciones del ejercicio profesional del
docente. Por la misma razón, algunos analistas han desechado el término de
reforma educativa para calificar a la iniciativa en curso y, en su lugar, han
señalado que se trata más bien de un cambio en las condiciones laborales. Y sí,
faltan muchos componentes y asuntos que atender para ser una veradera reforma
educativa.
Sin embargo, no hay duda de que
se trata de una modificación relevante. No es la reforma educativa que se
esperaba y tampoco la que solucionará los graves problemas que tenemos en el
sistema educativo, pero sí es importante e implica un cambio en el marco
legislativo y en las condiciones estructurales de prestación del servicio
educativo.
La fracción IV del artículo 3o
constitucional ya establece que “el
ingreso al servicio docente y la promoción a cargos con funciones de dirección
o de supervisión en la educación básica y media superior que imparta el Estado,
se llevarán a cabo mediante concursos de oposición que garanticen la idoneidad
de los conocimientos y capacidades que correspondan”.
Actualmente, como también lo indica la misma
fracción, se discute la ley reglamentaria para fijar criterios, términos y
condiciones de la “evaluación obligatoria para el ingreso, la promoción, el
reconocimiento y la permanencia en el servicio profesional” y claramente se anota que “Serán nulos todos
los ingresos y promociones que no sean otorgados conforme a la ley”.
No obstante, tampoco hay que sobrestimar el
cambio en la legislación. A pesar de que hoy ya es vigente la modificación constitucional,
nada garantiza su cumplimiento en el futuro inmediato. Lo fácil, y no siempre,
es cambiar la norma; lo díficil es llevarla a la realidad, aplicarla, modificar
las prácticas y comportamientos. Suficiente con advertir lo que ha ocurrido con
el derecho a la educación o la gratuidad que establece la misma Constitución.
Difícil saber las características
que tendrá la reglamentación del Servicio Profesional Docente. La letra
chiquita de las leyes secundarias. A pesar de que desde hace un par de semanas
se filtró a la prensa un proyecto de iniciativa con 70 artículos y casi una
veintena de transitorios, el cual constituye una versión preliminar sobre la que
trabajan los diputados, lo cierto es que todavía no se recuperan las posiciones
de los profesores que han manifestado su abierto rechazo y tampoco las
presiones al interior de las diferentes fracciones parlamentarias.
Uno de los temas más complicados
es cómo se resolverá el tema de las consecuencias de la evaluación obligatoria para el ingreso, la
promoción y la permanencia en el servicio profesional. No solamente es
el sensible asunto de las opciones para la “permanencia” de los profesores,
también qué y cuántas oportunidades debieran tener los profesores para ingresar
y promoverse.
No menos importante es qué
ocurrirá con el programa de Carrera Magisterial. Si es el caso que, como lo
prevé la versión preliminar del proyecto de ley, estará vigente solamente hasta
el año 2015 y habrán de sustituirlo por otro programa de incentivos, cuáles
serán las consecuencias en la composición salarial de los profesores. Después
de todo, tras dos décadas de operación de un esquema de recompensa, difícil
será cambiar las prácticas.
(Publicado en Campus Milenio No. 510. Mayo 16, 2013. p. 9)
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