jueves, 16 de mayo de 2013

AL MAESTRO CON CARIÑO: ¿UN SERVICIO PROFESIONAL DOCENTE?



En mayo de este año, a diferencia de celebraciones anteriores, el principal regalo para el maestro no son los reconocimientos al mérito, los incentivos salariales o una roja manzana. El obsequio es un sistema que establecerá nuevas reglas de juego para el ingreso y el ejercicio de la profesión docente.

Desde el comienzo de los años noventa, cuando se firmó el Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica (ANMEB) y luego se estableció el programa de Carrera Magisterial, las condiciones laborales de los profesores y la valoración de su desempeño no habían ocupado el centro del debate en el terreno educativo.

Hoy, dos décadas después de instaurado el programa de incentivos al desempeño individual y tras lo que parecía un avance incontenible de una granítica dirigencia magisterial, está por cambiarse el marco normativo de regulación de la actividad docente y tal vez sin la intervención de los propios destinatarios.

Una probable modificación de largo alcance centrada en las condiciones del ejercicio profesional del docente. Por la misma razón, algunos analistas han desechado el término de reforma educativa para calificar a la iniciativa en curso y, en su lugar, han señalado que se trata más bien de un cambio en las condiciones laborales. Y sí, faltan muchos componentes y asuntos que atender para ser una veradera reforma educativa.

Sin embargo, no hay duda de que se trata de una modificación relevante. No es la reforma educativa que se esperaba y tampoco la que solucionará los graves problemas que tenemos en el sistema educativo, pero sí es importante e implica un cambio en el marco legislativo y en las condiciones estructurales de prestación del servicio educativo.

La fracción IV del artículo 3o constitucional ya establece que “el ingreso al servicio docente y la promoción a cargos con funciones de dirección o de supervisión en la educación básica y media superior que imparta el Estado, se llevarán a cabo mediante concursos de oposición que garanticen la idoneidad de los conocimientos y capacidades que correspondan”.

Actualmente, como también lo indica la misma fracción, se discute la ley reglamentaria para fijar criterios, términos y condiciones de la “evaluación obligatoria para el ingreso, la promoción, el reconocimiento y la permanencia en el servicio profesional”  y claramente se anota que “Serán nulos todos los ingresos y promociones que no sean otorgados conforme a la ley”.

No obstante, tampoco hay que sobrestimar el cambio en la legislación. A pesar de que hoy ya es vigente la modificación constitucional, nada garantiza su cumplimiento en el futuro inmediato. Lo fácil, y no siempre, es cambiar la norma; lo díficil es llevarla a la realidad, aplicarla, modificar las prácticas y comportamientos. Suficiente con advertir lo que ha ocurrido con el derecho a la educación o la gratuidad que establece la misma Constitución.

Difícil saber las características que tendrá la reglamentación del Servicio Profesional Docente. La letra chiquita de las leyes secundarias. A pesar de que desde hace un par de semanas se filtró a la prensa un proyecto de iniciativa con 70 artículos y casi una veintena de transitorios, el cual constituye una versión preliminar sobre la que trabajan los diputados, lo cierto es que todavía no se recuperan las posiciones de los profesores que han manifestado su abierto rechazo y tampoco las presiones al interior de las diferentes fracciones parlamentarias.

Uno de los temas más complicados es cómo se resolverá el tema de las consecuencias de la evaluación obligatoria para el ingreso, la promoción y la permanencia en el servicio profesional. No solamente es el sensible asunto de las opciones para la “permanencia” de los profesores, también qué y cuántas oportunidades debieran tener los profesores para ingresar y promoverse.

No menos importante es qué ocurrirá con el programa de Carrera Magisterial. Si es el caso que, como lo prevé la versión preliminar del proyecto de ley, estará vigente solamente hasta el año 2015 y habrán de sustituirlo por otro programa de incentivos, cuáles serán las consecuencias en la composición salarial de los profesores. Después de todo, tras dos décadas de operación de un esquema de recompensa, difícil será cambiar las prácticas.

Lo sustantivo de la reforma en curso está por definirse y ponerse en marcha. Un cambio que podría sentar las bases de nuevas reglas de juego o abrir la caja de Pandora.

(Publicado en Campus Milenio No. 510. Mayo 16, 2013. p. 9)

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