CyT: Las entidades federativas
Alejandro Canales
UNAM-IISUE/SES
Twitter: @canalesa99
Desde los años noventa, muy poco
a poco, aunque de forma sostenida, comenzó a tomar forma el movimiento
descentralizador de la actividad científica y tecnológica en México. Hasta
antes de los años noventa, solamente Puebla, Querétaro y Tamaulipas contaban
con un equivalente de Conacyt a nivel estatal.
Actualmente, todos los estados
tienen una norma y un organismo encargado de regular la actividad del sector. A
semejanza de Conacyt, la mayoría de consejos están desectorizados, pero también
los hay dependientes de Educación y otros de Economía.
Fuente: Exposicionesvirtuales.com |
La estructura y la regulación
para el sector en las entidades federativas es un avance, pero apenas se trata
de la base mínima. Una buena cantidad de estados carece de un programa
sectorial para conducir de forma efectiva su sistema de ciencia y tecnología,
otros sí cuentan con él, pero se ubica más bien en el terreno de las buenas
intenciones, más que en las rutinas de los marcos institucionales.
La ley para el fomento de la
ciencia y la tecnología (LFCyT) de 1999 fue el giro más relevante hacia las
entidades federativas. En esa ley
quedaron diseñados los nuevos instrumentos que se encargarían de reorientar la
actividad científica y tecnológica en el sistema nacional.
Fuente: foroconsultivo.com |
En el cuerpo de la ley, particularmente en los
casi veinte principios orientadores, se estableció que los apoyos que
anteriormente se otorgaban prácticamente sin condición ninguna, ahora estarían
sujetos a una evaluación de los resultados y procedimientos competitivos que
permitirían incentivar la actividad.
Además, se indicaba que los instrumentos que
proponía promoverían la descentralización, la procuración concurrente de apoyo
de recursos públicos y privados, tanto nacionales como internacionales, así
como inversiones crecientes del sector privado a través de incentivos fiscales.
El instrumento más importante
fue el de los recursos financieros, porque permitió la institucionalización de
los fondos competitivos. En la ley quedaron anotados los siguientes fondos: los
institucionales, los sectoriales, los mixtos y los internacionales. En
especial, en el esquema de la ley, los fondos mixtos alentarían la
descentralización de las actividades científicas y tecnológicas, dado que
preveían la firma de convenios bajo demanda con los gobiernos estatales y
municipales.
En realidad, como generalmente
ocurre, una cosa es lo que dice la norma y otra lo que se lleva a efecto. Las
primeras convocatorias de los fondos sectoriales y mixtos tuvieron sus
dificultades para ponerse en marcha. De hecho, fue hasta la siguiente reforma
de la ley, en el 2002, cuando lograron cierta sistematización. Sin embargo,
todavía hoy, las evaluaciones de los fondos mixtos arrojan resultados
controvertidos sobre su funcionamiento.
Fuente: e-tlaxcala.mx |
El otro instrumento que también
le dio impulso a la descentralización fue la Conferencia Nacional de Ciencia y
Tecnología (posteriormente se le añadió el término Innovación), creada con la
reforma a la ley del sector en el 2002. La principal función de la Conferencia sería
servir de contacto entre los titulares de los organismos estatales y a las
autoridades de Conacyt para acordar lineamientos y medidas comunes.
A pesar de
cierta irregularidad en su funcionamiento, porque al comienzo dependió de la
Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago), el organismo fue un acicate para
la creación de los consejos estatales y la promulgación de las respectivas
leyes.
Actualmente, el movimiento
descentralizador sigue corriendo bajo los rieles de los instrumentos ya
mencionados. En ocasiones espoleado con la creación de algún centro de
investigación, la localización de las Cátedras para Jóvenes Investigadores o la
elaboración de Agendas Estatales y Regionales. Estas palancas para la movilización,
sin embargo, funcionan en una escala muy pequeña.
A la par de la preocupación por
el funcionamiento de los consejos estatales de ciencia y tecnología y de los
principales atributos de los respectivos sistemas estatales, también se ha
logrado compilar información relevante mínima sobre las entidades federativas. En
el breve y accidentado camino de la descentralización es lo menos que se puede
pedir. Sin embargo, ni en ese terreno podemos tener plena certeza. Pongamos por
caso lo que recientemente se dio a conocer: funcionarios de la anterior
administración del gobierno tabasqueño inflaron
el número de certificados entregados para abatir el rezago educativo, sobre
todo con la finalidad de recibir más recursos federales, pero también de
sustraerlos discrecionalmente. Así, ni cómo.
(Publicado en Campus Milenio No.
602. Abril 9, 2015, p.5)
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