La actualización y exactitud de la
inversión científica
Alejandro
Canales
UNAM-IISUE/SES
Twitter:
@canalesa99
La
novedad en esta administración fue la promesa de que por fin se haría realidad
lo que dice la ley del sector desde hace más de una década: “El monto anual que
el Estado -Federación, entidades federativas y municipios- destinen a las
actividades de investigación científica y desarrollo tecnológico, deberá ser
tal que el gasto nacional en este rubro no podrá ser menor al 1 por ciento del
producto interno bruto del país mediante los apoyos, mecanismos e instrumentos
previstos en la presente Ley” (Artículo 9 Bis).
En
el primer Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) diseñado por esta
administración para el 2013, con un incremento nominal en el sector de poco más
de 11 mil millones de pesos (mmdp), respecto del año previo, parecía que la
promesa estaba en camino de cumplirse. Todavía no aparecía en el horizonte la
caída de los precios del petróleo ni la pérdida de confianza.
Una
vez publicado el Programa Especial de Ciencia, Tecnología e Innovación 2014 -2018
(Peciti) se despejaron las ambigüedades de los primeros pronunciamientos acerca
de si el incremento sería de gasto federal (público) o gasto nacional (público
y privado) e incluso si la referencia sería gasto total en ciencia y tecnología
o solamente el Gasto en Investigación y Desarrollo Experimental (GIDE).
Lo hemos
visto en este mismo espacio (CampusMilenio
No. 523). Las actividades científicas y tecnológicas se integran por tres diferentes
rubros: la enseñanza y la formación; los servicios; y la IDE. Esta última, a
nivel internacional, es el indicador del nivel de inversión que realiza cada
país.
El
Peciti 2014-2018 claramente señaló que contribuiría a que la inversión en
investigación científica y desarrollo tecnológico creciera anualmente y alcanzaría
el uno por ciento del PIB en el 2018. El indicador, correctamente seleccionado,
para tal propósito fue el GIDE.
La
estimación del mismo Peciti señalaba que en el 2013 el GIDE representaba el
0.45 por ciento del PIB, pero que a partir del 2014 se incrementaría,
anualmente, en términos reales 0.11 por ciento del valor del PIB, hasta
alcanzar el uno por ciento para el 2018. Además, dado que el sector productivo
contribuye al GIDE, el Peciti calculaba que en el 2013 ese sector tenía una
participación relativa de 35.8 por ciento y se incrementaría anualmente hasta
alcanzar el 40 por ciento del total al final del sexenio.
Sin
embargo, el ritmo de incremento al presupuesto perdió fuerza para este año. El
aumento fue de poco más de la mitad del que obtuvo en 2013 y 2014. Desde el
final del año pasado apareció la amenaza de los precios bajos del petróleo y
tomó forma el pasado mes de febrero cuando el titular de Hacienda anunció un
recorte de 124 mil 300 mdp al gasto público. A Educación le disminuyeron 7 mil
800 mdp y a Conacyt 900 mdp.
Según
lo anunciado por titular de Conacyt, Enrique Cabrero, el recorte de gasto se
aplicará en el rubro de infraestructura: solamente se construirán cinco de los
15 nuevos centros de investigación que se tenían proyectados (Reforma 13.04.2015:1).
Solamente
los centros del DF (metropolitano y de política educativa), Hidalgo (industria
textil), Guerrero (industria del cocotero), Querétaro (aeronáutica) y San Luis Potosí
(ciencias ambientales) se construirán y los 10 restantes que estarían en otras
siete entidades se posponen. Es decir, la inversión que disminuirá es
precisamente la relacionada con el GIDE.
Lo
notable es que tanto el Secretario de Hacienda como el presidente de la
República, en la reciente entrega de premios de investigación de la Academia
Mexicana de Ciencias, no parecen tener dudas (13.04.2015). Videgaray anotó que:
“El gasto ya pasó del 0.43 por ciento en 2012, al 0.54 por ciento del PIB (en 2014),
destacando que el 65 por ciento de esta investigación la hace el sector público
mexicano”.
A
su vez, el ejecutivo federal estimó que el indicador del GIDE para este año podría
alcanzar “e incluso pueda ser superior a 0.56 por ciento (del PIB)” y estar en
condiciones de cumplir la meta fijada por su administración.
Las
cifras de los funcionarios, tanto sobre nivel de gasto como de participación
del sector privado, están por debajo de las estimaciones de crecimiento proyectadas
en el propio Peciti y el panorama dista de ser alentador. Lo grave es que,
salvo los datos de los informes de gobierno, desde el 2012 Conacyt no actualiza
sus estadísticas periódicas. Difícil, muy difícil tener certeza sobre la
información.
(Publicado en Campus Milenio No. 603. Abril 16, 2015, p.5)
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