Alejandro Canales
UNAM-IISUE/SES
Twitter: @canalesa99
(Publicado en Campus Milenio No. 729. Noviembre 2, 2017.
Pág. 5)
El establecimiento de nuevas
reglas de juego para ingresar y promoverse en el servicio docente, en la reforma
educativa actual, fue uno de los aspectos que causó mayor desasosiego en el
conjunto de profesores de educación básica y media superior. No era para menos.
En 2013, el cambio en el artículo tercero constitucional instituyó que el
ingreso a la docencia y la promoción de directivos sería mediante concursos de
oposición.
Luego vino el marco normativo
para delimitar las funciones y responsabilidades, las propuestas de perfiles,
parámetros, indicadores y toda la logística asociada a la puesta en marcha de los
nuevos lineamientos. También vinieron las inconformidades, los desencuentros, las
fallas, las rectificaciones, la expansión e instauración de la evaluación
docente.
Sin embargo, a la par, otro
proceso se ha desatado, más lento y al mismo tiempo menos evidente, pero igualmente
importante y tal vez de mayor alcance: la actualización y capacitación del
magisterio para presentarse a las evaluaciones. Estamos hablando del componente
en sus términos más generales y de una población potencial de grandes
dimensiones.
No ha sido ni será una evaluación
simultánea para todos los profesores. Sin embargo, secuencial o progresivamente,
los números son grandes. En el caso de educación básica, el total suma más un
millón 200 mil profesores, más unos 90 mil directivos frente a grupo y otra
cantidad ligeramente superior de directivos sin grupo. Además, están los más de
400 mil profesores de media superior. Un gran volumen de profesores preocupados
por sus conocimientos y su eventual desempeño.
La formación y actualización de
los profesores de educación básica no es ninguna novedad. La ocasión más
reciente fue espoleada desde el comienzo de los años noventa por el programa
Carrera Magisterial y la búsqueda febril de certificados; un programa que ya no
está vigente. No obstante, la escala que ahora podría adquirir la capacitación
es mayor y, sobre todo, en tiempos relativamente acotados.
En estas circunstancias, no es
fortuito lo que ha propuesto la dirigencia sindical. En abril de 2014, el presidente
nacional del SNTE, Juan Díaz de la Torre, puso en marcha lo que llamó el Sistema
Nacional de Desarrollo Profesional Docente (SINADEP- SNTE), una plataforma
virtual para la capacitación de los profesores como respaldo para los procesos
de evaluación docente y que, además, les ofrecería “alternativas de superación profesional
a través de especializaciones, maestrías y doctorados” (Comunicado 21-2014).
Al año siguiente, el mismo
dirigente sindical dijo que el SINAPED se transformaba en la Fundación para el
Desarrollo Educativo de la Investigación y Superación Profesional de los
Maestros, A.C. y quedaba como titular el profesor Jorge Antonio Alfaro Rivera
(Comunicado 34-2015). En ese entonces, el maestro Díaz precisó que se
inscribieron 281 mil profesores a los cursos del SINAPED, el INEE sólo
evaluaría a 150 mil y contando.
A partir de entonces, la
Fundación SINAPED se ha expandido y celebrado convenios de colaboración con
múltiples instituciones, como el IPN, la OEI, la ANUIES, las AAPAUNAM, Microsoft y el CONACYT. En este último caso, lo que recientemente
se dio a conocer fue un refrendo de la firma del convenio, porque quedó
suscrito en 2016 y estará vigente hasta junio del año próximo.
Por lo pronto, la Fundación
SINAPED ya está en la lista del registro de instituciones del CONACYT. Desde el
año anterior, en las cláusulas del convenio estaba especificado que, como parte
de los compromisos del Consejo hacia la Fundación, brindaría “asesoría para
cursar estudios de posgrado” y diseñaría “una plataforma de ciencia, tecnología
e innovación para el apoyo de los procesos de enseñaza – aprendizaje”.
En el acto de la semana
anterior, el director de CONACYT, Enrique Cabrero, solamente entregó diversos
materiales audiovisuales, cuadernos, experimentos y revistas, así como el acceso
a la información que existe en el portal del Sistema de Información de Ciencia,
Tecnología e Innovación y recordó que el compromiso es “brindar apoyo a los
docentes a través de becas para posgrado, seminarios, conferencias y foros”
(Comunicado 78/17).
En el marco de la misma
ceremonia se presentó el programa Maestro del Siglo XXI, una exposición de
plataformas que, presuntamente, serán útiles para la enseñanza del profesor en
diferentes campos, como robótica, realidad aumentada, laboratorio digital y otros.
Sin embargo, no está claro si esas plataformas son parte de la aportación de
CONACYT o solamente son una referencia a contenidos que parecen cercanos a lo
científico y tecnológico; tampoco se sabe el número de becas que otorgará, si
fuera el caso.
La actualización de profesores y personal directivo es una
responsabilidad compartida entre autoridades educativas y dirigencia sindical. El
reto no es nada sencillo y es obvio que la formación deficiente o una
capacitación simulada tendrá consecuencias irreversibles en el desempeño y en la seguridad
laboral de los profesores.
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