Alejandro
Canales
UNAM-IISUE/SES
Twitter:
canalesa99
(Publicado
en Campus Milenio No. 747. Marzo, 22. 2018. Pág. 5)
En
poco más de una semana, la exigencia para que CONACYT solucionara los problemas
sobre el llenado en línea del Currículum Vitae Único (CVU) y la captura de las
propuestas de proyectos de investigación alcanzó el respaldo de más de 16 mil
personas. Sin duda, un problema que ha padecido casi cualquier miembro de la
comunidad académica, aspirante a recibir financiamiento por proyecto, miembro
del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) o becario de posgrado.
La
petición fue formulada a través del sitio electrónico “Change.org”. Una de las
plataformas abiertas que se ha vuelto referencia para movilizar apoyos o iniciar
campañas a favor o en contra de alguna causa. En este caso, la persona que
inició la petición la tituló: “Conacyt ha convertido a los investigadores en
los capturistas mejor pagados”. Las adhesiones rápidamente se multiplicaron y
son un indicador del malestar que ha provocado el cambio en el sistema
informático.
Tal
vez, para tener una idea de si las 16 mil personas que respaldan la exigencia
al organismo rector de las políticas científicas y tecnológicas son pocas o
muchas, conviene recordar que representan el 60 por ciento del total de
miembros actuales del SNI. Una proporción significativa. Sin embargo, es
posible que la proporción de inconformes sea mayor, dado que, seguramente, los
firmantes se concentran más bien en los que ahora renovarán su nombramiento del
SNI o ingresarán por primera vez. El año pasado, como indicador, se aprobaron
casi ocho mil solicitudes; la mitad de los firmantes actuales.
En
realidad, el cambio de sistema y de formato no es ninguna novedad. Desde mayo
del año pasado, el Conacyt informó que reemplazaría la plataforma anterior
(conocida como People Soft) por la
que denominó “plataforma CVU 2017”. Esta última, dijo en su momento el
organismo, fue desarrollada por el propio Consejo. La modernización tecnológica
y una actualización de sus sistemas informáticos fueron los argumentos para
cambiar de plataforma.
De
hecho, Conacyt mencionó que entre las mejoras del nuevo sistema estarían “su
accesibilidad, aplicabilidad, funcionalidad y diseño” (Comunicado 24/17). Desde
su perspectiva, la captura de la producción científica sería más amigable,
precisa y simple, porque habría acceso a las bases de datos de Thomson y Scopus para obtener los datos
necesarios. La nueva plataforma contendría la información de las acciones
realizadas por Conacyt y también permitiría el seguimiento de los apoyos que
otorga. Desde luego, todos los miembros del SNI y beneficiarios de sus
programas, debían mudar y actualizar su CVU a la nueva plataforma. En el diseño
y en el papel, todo bien.
Sin
embargo, la realidad es que desde el año pasado, al mes siguiente del anuncio
del nuevo sistema, surgieron las inconformidades. Las protestas públicas la
encabezaron un centenar de investigadores del
Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social
(CIESAS). Su inconformidad no fue por el cambio de plataforma, se refirieron
más bien a las exclusiones del formato del CVU para capturar los datos de su
trayectoria académica. Por cierto, la petición de estos investigadores también
fue planteada a través del sitio “Change.org”, aunque en su momento logró casi
200 adhesiones.
Las diferencias fueron disciplinarias, como ha sido
recurrente en la evaluación del trabajo académico. Por ejemplo, dijeron los
investigadores del CIESAS, algunas de las actividades relevantes de los
científicos sociales quedaban excluidas en el nuevo formato, tales como las
realizadas en algunas universidades o la publicación en determinadas
editoriales y revistas. Lo mismo que el exceso de incluir los códigos numéricos
internacionales de las publicaciones, el registro de inscripción de los
posgrados o la presentación de la cédula profesional. Funcionarios de Conacyt
explicaron las características del formato e intentaron remediar algunos de sus
problemas.
El asunto es que el nuevo sistema y formato no formaron parte
obligatoria en el procedimiento de evaluación del SNI del año pasado. La
operación comenzó para la convocatoria de este año y es su prueba de fuego.
Ahora, la queja en “Change.org” destaca lo insufrible que se volvió el
procedimiento: “El Conacyt se ha convertido en un sistema inflexible que nos
hace perder tiempo de vida académica y científica”. Y sí, no se ha cuantificado
con precisión, los costos (institucionales y personales) y el tiempo que lleva
cumplir con todos los requisitos de evaluación de la vida académica, en los
cuales el SNI es uno de tantos. Tampoco es opción renunciar a ellos.
Además, la inconformidad es porque el formato de CVU pasó de
ser un reporte sensato de actividades académicas y científicas a un informe pormenorizado
para satisfacer las fantasías de alguna norma ISO. También porque la oficina y
teléfonos de atención de dudas e inconformidades no está disponible o no
resuelve nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario