Alejandro Canales
UNAM-IISUE/SES
Twitter: @canalesa99
(Publicado en Campus Milenio No. 743.
Febrero 22, 2018. Pág. 5)
Poco antes de
iniciar este sexenio, los días eran otros para la profesora Elba Esther
Gordillo, la entonces dirigente del sindicato de profesores. En noviembre de
2012, en el marco del Sexto Congreso Extraordinario del SNTE, dio a conocer la
edificación de lo que se proyectaba como la Ciudad de la Innovación en la
delegación Cuajimalpa.
Según lo
reportó el diario Reforma, el proyecto estaría a cargo del arquitecto Enrique
Norte y estaría integrado por: “la Universidad de la Educación, un Centro de
Investigación e Innovación, Hotel; Museo de la Educación, una réplica de un
teatro que está en Washington, la Biblioteca de la Mujer, auditorio al aire
libre para 3 mil personas, y galería de arte donde se reunirá obra de arte que
Gordillo ha comprado” (Reforma 13.11.2012: 9).
El proyecto
parecía muy costoso y fuera de proporción, pero nada imposible para las élites
sindicales y políticas que piensan verdaderamente en grande. Claro, por lo
general se trata de pensamientos con base en recursos públicos, pero sin conocimiento
técnico y más cercanos a la fantasía de las ambiciones personales que a la
realidad de los representados.
Unos meses
después, en febrero de 2013, al poco tiempo de iniciado el sexenio, la
profesora Gordillo fue detenida y la eventual Ciudad de la Innovación quedó
truncada. La suerte del proyecto, como tantos otros, quedó en el sueño y tal
vez en la memoria de los asistentes al Congreso Extraordinario, pero no alcanzo
a convertirse en una realidad.
Ahora, casi
cinco años después, cuando el sexenio está llegando a su fin y la profesora
Gordillo sigue su proceso judicial bajo prisión domiciliaria, el proyecto abandonado
vuelve a surgir. También fue en el marco de un encuentro sindical: el VII
Congreso Nacional Extraordinario, en el cual los delegados participantes
acordaron: “cancelar el proyecto Ciudad del Conocimiento. Además aprobaron
interponer las acciones legales necesarias para investigar el destino del predio
Portal del Sol” (Reforma 14.02.2018:
4). Al parecer el terreno constaba de 16 hectáreas, de las cuales ya solamente
se conservan 6.
Actualmente, las
condiciones políticas de la exlideresa son otras: sostiene un soterrado
enfrentamiento con Juan Díaz, el actual titular del sindicato magisterial; las
preferencias políticas y alianzas electorales se están cotizando alto; sus
familiares y exdirigentes sindicales han declarado su alineamiento con Andrés
Manuel López Obrador, candidato presidencial de Morena, la fuerza política
opositora que va arriba en las encuestas; y mantiene un equilibrio jurídico precario
por el proceso que tiene en marcha.
Independientemente
de las disputas sindicales y de lo que pudiera ocurrir en las próximas
elecciones e incluso de cómo se resuelva legalmente el proyecto de Ciudad de la
Innovación o del Conocimiento, vale la pena notar que la edificación de
ciudades del conocimiento ha sido una
idea que ha estado en los planes de diversos gobernantes en la última década.
Sin embargo, en múltiples casos, solamente fue un enunciado, se quedaron en la
primera piedra o poco tuvieron que ver realmente con el conocimiento como motor
de cambio.
En estricto
sentido, ciudades del conocimiento, serían espacios geográficos, más o menos
extensos --pueden abarcar decenas, centenas de hectáreas o una urbe completa--
y tienen fundamentalmente al conocimiento como base para la producción de
bienes y servicios. No obstante, en México, muchas entidades federativas, se
declararon así mismas como tales, sin serlo, solamente porque destinaron un
terreno para la edificación de más de una institución de educación superior y
tal vez un centro de investigación.
La idea de
construir una ciudad del conocimiento resulta atractiva, es notoria y justifica
una inversión mayor. Sin embargo, los proyectos no se pueden improvisar ni
tampoco maduran en el corto plazo. La experiencia de diferentes proyectos
arroja resultados muy variados. Por ejemplo, está Nayarit que comenzó hace más
de una década con la construcción de un museo y proyectaba la creación de
múltiples instituciones de educación superior y centros de investigación.
Actualmente
solamente está el museo, tres subunidades de Centros Públicos de Investigación
(CIBNOR, CIAD y CICESE), dos dependencias de la Universidad Autónoma de Nayarit
y otra unidad más. Ya no se habla de ciudad del conocimiento, ahora se le
denomina: “Parque Científico y Tecnológico Unidos por el Conocimiento”.
En la Ciudad
de México, una de las entidades federativas que concentra los mejores
indicadores de actividades científicas y tecnológicas, también sucumbió al
canto de las sociedades del conocimiento, especialmente cuando se planteó la idea
de conexión inalámbrica en la mayoría de los sitios de concentración pública.
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