Alejandro Canales
UNAM-IISUE/SES
Twitter: @canalesa99
(Publicado en Campus Milenio No. 759.
Junio 21, 2018. Pág. 5)
Todavía hay espacio
para las sorpresas en el tema de la ciencia y la tecnología. La semana pasada,
antes del tercer debate, dijimos que en esta materia, las propuestas de los
candidatos presidenciales estaban relativamente claras. La incertidumbre solamente
estaría en cómo resolver las diferencias entre los partidos coaligados sobre
temas específicos. Ahora, la discrepancia o fisura, sin embargo, puede ser
mayúscula. Al menos podría ser el caso en el equipo puntero en las encuestas y
en un tema crucial: alimentos genéticamente modificados.
En las plataformas
electorales, el mayor acuerdo está en elevar el nivel de inversión en ciencia y
tecnología. La coalición “Juntos haremos historia” (Morena, PT y PES), en
su Proyecto
de Nación 2018-2024, destaca la intención de cumplir con el objetivo de
alcanzar un nivel de inversión nacional (pública y privada) de uno por ciento
del PIB en el sector (pág. 94).
Incluso, Esteban Moctezuma Barragán, designado como secretario
de Educación Pública si gana Andrés Manuel López Obrador (AMLO), dijo, en
diálogo sostenido con investigadores del Consejo Mexicano de Investigación
Educativa, que la inversión se llevaría al 1.5 por ciento del PIB y se lograría
a través de incentivos fiscales “esto es, créditos fiscales que no existen
ahora” (13.06.2018). En realidad, los créditos sí existen y no se ha logrado
alcanzar el limitado nivel de inversión, así que menos probable será si se
incrementa.
Por su parte, la
coalición “Por México al Frente”
(PAN, PRD y MC) señala la necesidad de una política de Estado y también
coincide en que se debe incrementar la inversión, pero se refiere al
presupuesto público y no indica en qué proporción (pág. 34). Por último, la coalición ”Todos por
México (PRI, PVEM y Panal)
sostiene que se debe fortalecer el sistema sectorial y estimular la inversión
pública, privada y social para superar el uno por ciento del PIB (pág. 37).
Incluso, el candidato José Antonio Mead, en la reunión que sostuvo con la ANUIES
destacó que incrementaría el presupuesto para ciencia y tecnología de 0.5 a 1.5
por ciento del PIB (0.4.05.2018)
Las fuerzas políticas
comparten la necesidad de incrementar la inversión y las diferencias están en
el volumen de incremento, así como la participación relativa de gasto público o
privado. No obstante, se asoma lo que podría ser una diferencia mayor. En el
tercer y último debate, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), anunció, en un
eventual triunfo de su candidatura, el nombre de la persona que se haría cargo de
dirigir el Conacyt.
El nombramiento es
para la reconocida biotecnóloga María Elena Álvarez-Buylla, distinguida con el
premio nacional de ciencias 2017, pero sobre todo conocida por su activismo en
defensa del maíz y su oposición a los transgénicos. El dato fue registrado en
la comunidad científica. También, seguramente, algo de sorpresa les causaría a Víctor
Villalobos, la persona que AMLO designó para hacerce cargo de la Sagarpa y a Alfonso
Romo Garza, el coordinador de su Proyecto de Nación 2018-2024.
Si pertenecen al
mismo equipo ¿por qué habrían de sorprenderse? Esencialmente porque representan
posiciones antogónicas a la que desempeñaría la responsable de dirigir el
organismo rector de las políticas científicas y tecnológicas y sobre un tema
que está en discusión desde hace más de dos décadas, precisamente cuando se
introdujo en el mercado el primer alimento genéticamente modificado (OGM). La
polémica perdura hasta hoy.
En un extremo están
los detractores que señalan los daños potenciales que podría infligir la utilización de los OGM, incluye a
personalidades de la ciencia, como María Elena Álvarez-Buylla, pero
principalmente a organizaciones ambientalistas y de defensa de los derechos de
los consumidores. En el lado apologético están quienes destacan las bondades de
estos productos para la alimentación y el desabasto –como Alfonso Romo y Víctor
Villalobos--, aunque también incluye a científicos, como Francisco Bolívar
Zapata, así como a la industria biotecnológica.
El empesario Alfonso Romo, el coordinador del Proyecto de
Nación, como se expone en la página electrónica de AMLO, actualmente es
inversionista fundador de Synthetic
Genomics y activo en otra empresa, Nature
Source Improved Plants, “es líder en la aplicación de las más avanzadas
tecnologías para el mejoramiento genético” (https://goo.gl/cxPhNE). En
el ámbito educativo también es dueño de la Universidad Metropolitana de
Monterrey.
Por su parte, Víctor Villalobos, el eventual encargado de la
Sagarpa si gana las elecciones AMLO, ha promovido la desarrollo de la
biotecnología agrícola y se ha desempeñado en la academia y en la función
pública como subsecretario. Sin embargo, cuando se annció su nombramiento, la
organización Greenpeace, denunció que Villalobos tenía “una marcada tendencia a favorecer los
intereses de la industria biotecnológica” (https://goo.gl/9b4GXu).
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