Alejandro Canales
UNAM-IISUE/PUEES
Twitter: @canalesa99
(Publicado
en Campus Milenio No. 804. Junio 6, 2019. Pág. 5)
“¿Qué
criterios utilizará para aprobar esta solicitud presidente?” Fue la
interrogante directa que le formuló la reportera Zeltzin Juárez del medio
“Puntos suspensivos” al presidente Andrés Manuel López Obrador. La pregunta, en
la conferencia de prensa del lunes 3 de junio, llegó un mes después de
publicado el memorando presidencial que instruyó a toda la administración
pública federal para que: “Toda comisión al extranjero deberá ser solicitada
por escrito, justificada y autorizada por el Titular del Ejecutivo Federal”.
La instrucción
no solamente aplicó a todos los funcionarios del gabinete (legal y ampliado),
como al comienzo se suponía. A los pocos días, por absurdo que parezca, diferentes
centros de investigación hicieron saber a sus comunidades que debían solicitar autorización
al presidente de la República si querían respaldo para salir al extranjero. La
orden incluyó a los institutos nacionales de salud, a los Centros Públicos de
Investigación (CPI) y a todas las instituciones académicas cuya figura jurídica
queda bajo la cadena de mando del gobierno federal. Incluso también alcanzará a
los becarios del Conacyt.
Así que
la pregunta sobre los criterios que utilizará el presidente para autorizar los
viajes al extranjero era de lo más importante. La respuesta del presidente, sin
embargo, no fue directa: “se va a resolver pronto, voy a hablar con la
directora de Conacyt para que ella, con un criterio apropiado decida. Tuvimos
que hacer esto porque era un desorden…”.
La
reportera Juárez lo interrumpió y punzó: “¿qué criterios van a ser,
presidente?” El ejecutivo federal la miró y repuso: “Que sea lo más
indispensable, que no vayan a hacer turismo político, que no vayan a pasear a
costillas del erario, que sea lo que se necesite hacer, en este caso para
beneficio de la ciencia, y que requiera el viaje, porque pues ahora se pueden
hacer las cosas por Internet”.
¿Los
académicos van al extranjero a hacer turismo político? Sí, eso dijo el
presidente y que además no viajan en clase económica, “viajan como machuchones”
y pidió disculpas a las líneas áreas. Habrá, seguramente, algunos investigadores que solamente van
a pasear. Sin embargo, es una desmesura pensar que viajan en clase “premier”, realizan
turismo político y encima que bien podrían resolver las cosas a través de
Internet.
Tal vez cabría
suponer que el presidente de la República se equivocó de términos o de sector. Desafortunadamente
no parece ser el caso, es más bien revelador del diagnóstico general que ocupa
su pensamiento y la acciones que busca aplicar: ninguna política pública está
bien y la solución es recortar al extremo el presupuesto para reparar las
fallas.
Por
ejemplo, en referencia a las solicitudes de autorización que había recibido
para viajar al extranjero dijo que hasta el momento, sin exagerar, sumaban
alrededor de 300. Y añadió: “Es lo mismo [que ocurrió con el problema de
abasto] de las medicinas, de los libros de texto; bueno, del huachicol. Es lo
mismo. ¿Qué querían los que se dedicaban al huachicol? Que diéramos marcha atrás. Y dijimos:
no. No vamos a regresar a esos excesos. Aunque se trate de científicos, de
intelectuales”.
De
verdad: ¿Las 300 solicitudes para viajar al extranjero son una multitud y, sin
más, se pueden equiparar con el robo de combustible? Sí, ese es el diagnóstico
que tiene el presidente. No hay comparación posible, ni en magnitud ni en
propósitos. Pero ¿cuántas solicitudes son una multitud? Unos pocos números nos
pueden dar una idea aproximada. En primer lugar, la planta docente de los CPI
es de alrededor de 2 mil 300 personas y la cifra se duplica si se suma a todas
las personas que realizan actividades científicas y tecnológicas en esos
centros. El Cinvestav, por su parte, cuenta con casi 800 investigadores, la
mayoría perteneciente al Sistema Nacional de Investigadores.
Además,
como el mismo ejecutivo federal aclaró, no todas las solicitudes eran de los
CPI o del Cinvestav. Así que tendríamos que sumar al personal de los institutos
de salud, otros centros y de toda la administración pública federal. En esta
última, se desempeñan como mandos superiores o de confianza poco más de 100 mil
personas (de los más de 1 millón 300 mil funcionarios). No todo el personal
requiere viajar y, de ser el caso, no lo hace al mismo tiempo, pero ya vemos de
qué proporciones estamos hablando. No, 300 no son una multitud.
Para
finalizar, la misma reportera preguntó si las restricciones aplicarían para los
becarios de Conacyt. La respuesta del presidente fue afirmativa. La reportera
insistió: ¿aunque sea por movilidad académica? El ejecutivo federal reiteró y añadió:
“yo también quisiera que hubiese movilidad estudiantil en la Tarahumara”.
A nivel
nacional, el ciclo de la internacionalización académica que comenzaba a enderezarse
como política pública llega a un punto de inflexión, como en Estados Unidos o
el Reino Unido, por motivos diferentes y parecidos. Sorprendente.
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