La estructura directiva de
Conacyt mostró una relativa inestabilidad prácticamente todo el periodo de la
administración anterior. Inició un director general y al cuarto para las doce
concluyó otro; casi el conjunto de direcciones adjuntas estuvieron en un
permanente ajuste de cambio de titulares. Una dinámica que podría reflejar
subestimación por las responsabilidades rutinarias, una fuerza centrífuga en las
posiciones o tal vez la ausencia de una carta de navegación.
A partir de enero de este año, en
la primera posición, fue designado Enrique Cabrero Mendoza como titular del
organismo rector de las políticas científicas y tecnológicas. El pasado primero
de abril, formalmente, tres meses después de la designación de aquel, está
lista la segunda línea de mando del organismo: las direcciones adjuntas. De
hecho, algunas direcciones ya estaban en operación meses atrás, pero ninguna
había sido ratificada por la junta de gobierno.
Es muy pronto para anticipar
definiciones de un horizonte para el sector. Todavía no aparece el Plan
Nacional de Desarrollo de este periodo y menos el programa sectorial. Sin
embargo, a juzgar por lo indicado en el discurso de toma de posesión del actual
director, ya está identificado cuál es el principal problema y la solución para
mejorar sustancialmente los indicadores de desarrollo científico y tecnológico
y dar el “gran salto que otros países sí han logrado dar” en esta materia.
El problema, según Cabrero
Mendoza, no solamente es de un mayor nivel de inversión. No, principalmente se tata
de un marco normativo y de una política pública clara y eficaz. Esto es, un
asunto de diseño institucional que genere la estructura de incentivos adecuada.
Es un planteamiento, como ya lo hemos mencionado en este espacio, en
correspondencia con lo que el propio Cabrero, Diego Valadés y López-Ayllón sostuvieron
hace un sexenio (“El diseño insitucional de la política de ciencia y tecnología
en México”. UNAM-CIDE), cuando parecía abrirse con relativa fuerza la idea de
convertir a Conacyt en una secretaría de Estado.
Entonces, las dificultades de
Conacyt y las fallas en la conducción de la política sectorial no se debe a las
personas, si no a la insuficiencia de normas que regulen y orienten la gestión.
Tal parece que los avances de la última década en el sistema científico y
tecnológico, como una nueva y reformada
legislación, la creación de órganos de participación y dirección, la
desectorización o el control centralizado de los recursos financieros con la
instauración de un ramo de gasto propio (el ramo 38), no han resuelto el
problema principal.
Si a lo anterior le añadimos una
insuficiente estructura organizativa y administrativa de Conacyt, al igual que
cierta inestabilidad y desaliento de los responsables de las diferentes
posiciones en la estructura de mando, se puede ubicar uno de los puntos de
debilidad del organismo rector.
Ahora, Conacyt ya cuenta con nuevos
titulares de media docena de direcciones adjuntas clave. Uno de ellos es Elías
Micha Zaga quien quedó en Desarrollo Regional, ya estaba en funciones desde
febrero pasado, pero apenas fue ratificado por la junta de gobierno del
organismo. El ahora directivo se desempeñó anteriormente como titular del
Consejo Mexiquense de Ciencia y Tecnología, precisamente en el periodo que
Enrique Peña Nieto gobernó el Estado de México y que se suma a los funcionarios
federales provenientes de esa entidad.
En la dirección adjunta de Desarrollo Tecnológico e Innovación, una
estructura dedicada al fomento, aplicación y explotación del conocimiento, fue
designado Luis Gabriel Torreblanca Rivera. Este último ocupó la titularidad del
Centro de Innovación Aplicada en Tecnologías
Competitivas (CIATEC). Otro director más, tanto de centros públicos como de
casi todas las direcciones adjuntas del mismo Conacyt, Inocencio Higuera
Ciapara, ahora estará en la dirección Centros de Investigación, la cual se
encarga de coordinar a los 27 centros públicos de investigación, una posición
que ya ocupó en el pasado.
La dirección de Desarrollo Científico la ocupará Julia Tagüeña Parga.
Esta dirección es una de las posiciones más relevantes para promover y fortalecer el desarrollo de la
investigación científica y también una de
las más disputadas entre la comunidad científica.
(Publicado en Campus Milenio. No. 504. Abril 4, 2013. p. 9)
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