El financiamiento y el compromiso gubernamental
Alejandro
Canales
UNAM-IISUE/SES
canalesa@unam.mx Twitter: @canalesa99
Si la
inversión en Investigación y el Desarrollo Experimental (IDE) es el indicador
utilizado en las comparaciones internacionales, como lo vimos aquí la semana
anterior, entonces ese debiera ser el referente para el prometido uno por ciento
del PIB en el sector. Sin embargo, no parece posible lograrlo en los próximos
cinco años y tampoco es seguro que la actual administración esté pensando en
ese indicador.
Según hemos advertido, el Manual
de Frascati precisa que las actividades científicas y tecnológicas se integran
por tres diferentes componentes: la enseñanza y la formación científica
y técnica; los servicios científicos y tecnológicos; y la IDE.
La suma de los tres tipos de actividades
representa el esfuerzo sectorial en la materia, pero no se pueden confundir unos
con otros. El mismo Manual señala que la IDE, la cual representa el trabajo
creativo y el núcleo duro, debe distinguirse claramente de las otras dos
actividades (p.17).
Las estadísticas internacionales, aunque
destacan el número de posgraduados, el volumen de recursos humanos especializados
o el número de patentes, cada una representa un rubro de comparación diferente.
El nivel de inversión se refiere única y exclusivamente al gasto en IDE.
Las
estadísticas de la OCDE del 2010, año que incluye cifras para casi todos los
países de la organización, muestran que Israel es la nación que realiza la
mayor inversión: 4.3 del PIB en IDE. Le siguen: Finlandia (3.9); Corea (3.7);
Suecia (3.4); Japón (3.3); y Dinamarca (3.1). Después, con una inversión de
entre 2 y 3 por ciento del PIB: Estados Unidos (2.8); Alemania (2.8); Austria
(2.8); Francia (2.2); Australia (2.2); Eslovenia (2.1) y Bélgica (2.1).
Una docena
de países tienen una inversión de entre 1 y 1.9 del PIB, en orden descendente están:
Países Bajos; Canadá; Reino Unido; Irlanda; Noruega; Estonia; Portugal; la
República Checa; España; Italia; y Hungría.
Finalmente, con menos de un punto porcentual están: Turquía (0.8);
Polonia (0.7); República Eslovaca (0.6); y Chile (0.4). No aparecen cifras para
México en el 2010 ni en el 2011, pero en el 2009 la inversión era de 0.44. La
media de la OCDE es de 2.4 del PIB.
Otro dato de comparación relevante es la
participación relativa del sector gubernamental y del privado en el gasto en
IDE. En este caso, un extremo lo ocupa Polonia, país donde el sector
gubernamental financia alrededor del 60 por ciento; la media de la OCDE es de
38 por ciento. El otro extremo lo ocupa Japón, donde el sector industrial tiene
la participación relativa más alta con casi el 78 por ciento; la media de la
OCDE es de 50 por ciento.
Las cifras para México tampoco aparecen, pero las
estadísticas nacionales indican que alrededor del 40 por ciento es financiado
por el sector privado. Por tanto, con esos niveles porcentuales estaría
colocado junto a Polonia y Grecia en el conjunto de países de la OCDE.
En términos absolutos, para el caso de México ¿de
qué volumen estamos hablando? Si consideramos las cifras del 2012, las estimaciones
más recientes disponibles, el monto para IDE, en términos corrientes, fue de 66
mil millones de pesos (mmdp) en cifras redondas. La cifra representó el 0.44
por ciento del PIB.
Llevar la cifra anterior al uno por ciento del
PIB en los próximos cinco años, bajo el supuesto de que el volumen del PIB se conservaría,
significaría llevarla a 150 mmdp; un incremento de alrededor de 84 mmdp al
gasto en IDE. Esto es, 16 mil 800 millones de pesos cada año hasta que concluya
este sexenio. Algo casi imposible que ocurra con las actuales expectativas de
crecimiento.
En este año, el incremento en el gasto para todas
las actividades de ciencia y tecnología, no solamente para IDE, fue de
alrededor de siete mil millones de pesos. Es poco probable que el presupuesto
para el año próximo lo duplique o incluso que alcance el mismo volumen de este
año.
Otra posibilidad para alcanzar el uno por ciento
del PIB en el sector sería considerar todo el gasto nacional en ciencia y
tecnología, el cual en el 2011 alcanzó la cifra de 111 mmdp y representó el
0.77 del PIB. La meta se lograría solamente con un incremento similar al de
este año.
El mayor inconveniente de considerar todo el
gasto del sector es que no se trata de un indicador reconocido y aceptado
internacionalmente. Las publicaciones y comparaciones internacionales no
registrarían el incremento.
Entonces, lo más probable es que el compromiso
del uno por ciento quede incumplido. Todavía quedaría depositar unas infundadas
esperanzas en el sector privado o en la magia de las cifras. Pero no. Tampoco
parece posible.
(Publicado
en Campus Milenio No.524. Agosto 29, 2013. p. 4)
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