Alejandro Canales
UNAM-IISUE/SES
Twitter: @canalesa99
(Publicado en Campus Milenio No. 776.
Octubre 25, 2018. Pág. 5)
El actual
periodo de transición ha sido raro, imprevisible e incómodo. A pesar de que
muchas personas piensan que las ideas y propuestas del gobierno electo son muy
claras, simples y reiterativas, no lo parecen y tampoco lo son. Tal vez lo certero
fue tomar el pulso nacional, trazar las coordenadas de un diagnóstico general, pero
no lo que pondrá en marcha ni las acciones específicas que tomará.
Sí, ahí está
el “Proyecto de nación 2018 – 2024”. Sin embargo, fue un documento elaborado
antes de que se conociera el resultado de las elecciones. Por lo demás, las
intenciones ahí expresadas, tanto como el detalle de los programas mencionados,
son sumamente preliminares; la articulación e integración del mismo documento
es caótica y deficiente. Algunos de los mismos responsables e implicados han
dicho que era una primera versión.
También fue el
caso del sector científico y tecnológico. “El plan de reestructuración estratégica
del Conacyt para adecuarse al Proyecto de Alternativo de Nación (2018-2014)
presentado por Morena”, firmado por María Elena Álvarez-Buylla, se conoció a
las pocas semanas de que López Obrador la nombrara como futura titular del
Consejo y antes de los comicios. No obstante, al poco tiempo, ya lo estaban
rectificando. Al parecer, ahora, conserva el nombre y el contenido es otro.
Igualmente, están
los “50 lineamientos generales para el combate a la corrupción y la aplicación
de una política de austeridad republicana”. Esos sí los pronunció Andrés Manuel
López Obrador, el presidente electo, dos semanas después de ganar las
elecciones. Sin embargo, fueron eso: indicaciones generales a observar en el
ejercicio de su gobierno; sí, más claros y puntuales. Ahí quedó indicado a qué
deberá atenerse la próxima capa de funcionarios.
En estas
circunstancias, las intenciones declaradas de los próximos servidores públicos
se han dedicado a interpretar lo que parece proponer el proyecto alternativo de
nación y circunscribiéndose al hierro de austeridad y combate a la corrupción
de los lineamientos generales. Las iniciativas han procedido más bien por
ensayo y error.
De nueva
cuenta, el sector científico y tecnológico es ilustrativo del caso. Lo
ejemplifica el reciente intercambio epistolar entre las actuales autoridades de
Conacyt y María Elena Álvarez Buylla, la próxima titular de ese mismo organismo
(Campus Milenio No. 774). También las
múltiples entrevistas y declaraciones de prensa sobre lo que piensa hacer en el
siguiente periodo gubernamental.
Tal vez, en
materia de ciencia y tecnología, algunas de las cosas que se podrían esperar es
lo que expresó Álvarez Buylla en el foro legislativo “Conacyt: retos y
perspectivas”. Después de todo, son las intenciones más recientes. Fue un
encuentro encabezado por María Marivel Solís, presidenta de la comisión de
ciencia, tecnología e innovación de los diputados, aunque la expositora dijo
que fue invitada por Mario Delgado, el coordinador de la fracción de Morena. En
el encuentro, relativamente reducido, también estuvieron presentes otros
miembros de la misma comisión y algunos titulares de organizaciones del sector.
Uno de los
puntos que Álvarez Buylla destacó fue la idea de contar con una política de
Estado en la materia. Ese fue su punto de partida: “esta cuarta transformación
debe transitar hacia la articulación efectiva de una política científica de
Estado, con metas más claras a corto, mediano y largo plazo”. Lo reiteró y, al
final, lo volvió a puntualizar. Sin embargo, se trata de un propósito que se
busca desde fines de los años noventa. De hecho, en la reforma a la ley del
sector de 2002 se establecieron media docena de puntos de lo que se consideró
debieran ser las bases de una política de Estado (véase el artículo 2).
Otro aspecto
que también mencionó fue la eventual reestructuración del Conacyt. El organismo
que, como ya se ha publicitado, cambiará de nombre y ahora le añadirán una “H”
(de humanidades para convertirse en Conahcyt). Por cierto, sobre esto último, en
la iniciativa de ley orgánica de la administración pública federal, presentada
por Mario Delgado la semana anterior, no está considerado el cambio de nombre.
El asunto es
que la reestructuración a la que se refirió Álvarez Buylla fue al acoplamiento del
organismo a los lineamientos del proyecto alternativo de nación 2018 - 2014. Lo
cual significa, en sus palabras, la descentralización del desarrollo científico
y tecnológico en dos polos. Uno que estará ubicado en Baja California y otro
que permanecerá en Ciudad de México. Seguramente algo parecido ocurrirá con la
propuesta de descentralización en el resto dependencias.
También
mencionó la puesta en marcha de 10 primeros programas nacionales estratégicos,
la necesidad de condiciones y más recursos financieros, pero también de un
manejo transparente y austero. Y algo más que seguramente valdrá la pena
analizar en detalle: la modificación de los criterios de evaluación de
evaluación del quehacer científico.
Sí, el
Conahcyt se reestructura, lo que está por verse es si será nominal o
profundamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario