Alejandro Canales
UNAM-IISUE/PUEES
Twitter: @canalesa99
(Publicado en Campus Milenio No. 793.
Marzo 7, 2019. Pág. 4)
El Conacyt lo
encabeza por primera vez una mujer: María Elena Álvarez Buylla. Desde la
fundación del organismo rector de las políticas científicas y tecnológicas,
hace casi medio siglo, trece hombres se sucedieron, unos a otros, en la
posición de directores. Ninguna mujer estuvo en la primera línea de mando.
Ahora, no solamente una mujer está a cargo de la dirección, otras mujeres
tienen posiciones clave para la conducción del sector.
No es fortuita
la presencia de un mayor número de mujeres en puestos de responsabilidad, es el
resultado del esfuerzo que han desplegado generaciones enteras para franquear
barreras y abrirse paso, poco a poco, pero de forma sostenida en la escalera
curricular. Es una lucha de siglos, pero ciertamente en las últimas dos décadas
el avance ha sido notable.
En México,
desde los años noventa fue notoria la creciente presencia de las mujeres en la
matrícula de educación superior. Actualmente, el avance, como promedio general,
revela una paridad de género en la licenciatura universitaria y tecnológica. Una
docena de entidades están por arriba del promedio (entre uno y tres puntos
porcentuales de diferencia a favor de las mujeres).
Claro, se
trata de matrícula y de promedios generales que esconden grandes diferencias. De
hecho, en la licenciatura de educación normal la participación relativa de las
mujeres es de 74 por ciento, pero en técnico superior su participación se
reduce a 40 por ciento. Y otro panorama se traza cuando la matrícula se
distingue por género e institución o por área de conocimiento y ni se diga por
posiciones del personal académico, puestos de dirección, condiciones laborales o los niveles altos del
Sistema Nacional de Investigadores. Ahí, en una buena parte de los casos, la
proporción es completamente desfavorable para las mujeres.
Un estudio de
UNESCO del 2017 reveló la profunda desigualdad que persiste a nivel mundial en
la enseñanza las ciencias, la tecnología, la ingeniería y las
matemáticas (“Cracking
the code: girls’ and women’s education in STEM”). Por ejemplo, mostró que, en educación superior, solamente el 35 por
ciento de mujeres estaban matriculadas en ese tipo de carreras. A nivel de
investigación la desigualdad era todavía mayor: solamente 28 por ciento de
posiciones de investigación las ocupaban mujeres.
Actualmente, en
México, es notable la presencia de las mujeres en la toma de decisiones del
sector científico y tecnológico. Álvarez Buylla ocupa la dirección del Conacyt
y también otras mujeres destacadas están en posiciones definitorias de la
política sectorial. En la presente legislatura, en ambas cámaras, por primera
vez, el volumen de hombres y mujeres es similar. Del total de 500 escaños que
integran la Cámara de Diputados, las mujeres ocupan 241 (48 por ciento del
total) y de los 128 lugares del Senado, las mujeres tienen 63 (49 por ciento
del total). La paridad de género también llegó al Congreso de la Unión.
Lo más
importante es que la titularidad de las comisiones de ciencia y tecnología de
las dos cámaras son responsabilidad de mujeres. Las comisiones son la
agrupación temática básica de los legisladores, tienen la responsabilidad de
analizar las iniciativas y elaborar los dictámenes que se votan en el pleno. La
integración de las comisiones refleja la composición política de la cámara
correspondiente y anticipa lo que ocurrirá en las sesiones plenarias.
En la cámara
baja, la presidenta de la Comisión de Ciencia y Tecnología es la diputada María
Marivel Solís Rivera, cuenta con una licenciatura en ingeniería, es legisladora
de representación proporcional por el estado de Hidalgo e integrante de la
fracción parlamentaria de Morena. Aunque, curiosamente, no es la autora de la
iniciativa de ley sectorial que ahora se discute.
En la cámara
alta, la Comisión de Ciencia y Tecnología la encabeza la senadora y socióloga Beatriz
Paredes Rangel. Una experimentada legisladora perteneciente al Revolucionario
Institucional, de larga trayectoria política y posiciones importantes en el
servicio público. De hecho, al final de los años ochenta fue la segunda mujer
en desempeñarse como gobernadora. La senadora Paredes tampoco fue autora de la
iniciativa de ley.
Además, otra
mujer, Julia Tagüeña, dirige el Foro Consultivo Científico y Tecnológico, el
principal organismo intermedio y de interlocución entre la autoridad y la
comunidad académica. Por último, la Secretaría de Educación, Ciencia,
Tecnología e Innovación de la Ciudad de México que concentra los mejores
indicadores del sector también es encabezada por una mujer: Rosaura Ruiz
Gutiérrez.
En fin, llegó la
hora de las mujeres y aunque no todo es miel sobre hojuelas, seguramente se
desempeñarán de forma ejemplar.
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