Alejandro Canales
UNAM-IISUE/SES
Twitter: @canalesa99
(Publicado en Campus Milenio. No. 790.
Febrero 14, 2019. Pág. 5)
El periodo ha
sido relativamente largo: va de julio de 2018 a enero de este año. En este
lapso lo que hubo principalmente fueron declaraciones y pocos hechos en el
sector de ciencia y tecnología. En este mes las cosas han cambiado y podrían
cambiar todavía más.
A partir de la
rueda de prensa que ofreció la directora de Conacyt, María Elena Álvarez
Buylla, el pasado 5 de febrero, las acciones a poner en marcha comenzaron a
tomar forma, aunque todavía no se da a conocer el Plan Nacional de Desarrollo (PND).
Un tema nada menor es que todo parece transcurrir sin la opinión de los
implicados.
La titular del
todavía Conacyt dijo que los ejes que normarán las actividades del organismo
serán: la ciencia de frontera, en lugar de ciencia básica (de hecho, unas
semanas antes la refirió como la mal llamada ciencia básica); el desarrollo y
la transferencia de tecnología; los programas nacionales estratégicos; y la
construcción horizontal del conocimiento. Hasta ahí nada novedoso.
No obstante, lo
que sí fue la primera sorpresa es que ahí mismo Álvarez Buylla anunció la
desaparición de los Fondos Mixtos (Fomix). Estos fondos son uno de los
instrumentos previstos en la legislación desde 1999 –aunque fue hasta la
reforma del 2002 que comenzaron a materializarse-- para incentivar la inversión
y fomentar la descentralización de las actividades científicas y tecnológicas. Los
Fondos se constituyen a través de un monto aportado por la federación y otro de
igual proporción por un estado o un municipio, y actualmente estaban operando
en todas las entidades federativas y en tres municipios.
La otra
sorpresa fue el aviso de que también se cancelaría el Programa de Cátedras Conacyt
para Jóvenes Investigadores. Reconoció que había sido un programa virtuoso
porque había sido una opción para los jóvenes en busca de una oportunidad
laboral. No obstante, dijo que: “se atendió de una manera parchada e
insostenible. Hoy tenemos colgados de la nómina a 1500 catedráticos, eso tiene
que cambiar” (Boletín AMC/024/19. 05.02.2019).
El anuncio
rápidamente fue registrado en las redes sociales y la reacción de los jóvenes
que pertenecen al programa no se hizo esperar. En general, la inconformidad fue
porque parecía como si estuvieran ocupando una posición inmerecida y sin mayor
razón estuvieran “colgados” de la nómina del organismo, así que una buena parte
comenzaron a destacar sus perfiles, actividades y logros. De hecho, la titular
del Conacyt, a través de su cuenta personal en Twitter tuvo que aclarar que el acuerdo se sostendría, los habían
puesto en la nómina de Conacyt, “cuando merecen una plaza académica real”.
En la rueda de
prensa no lo pareció, pero el aviso más importante fue el relativo al cambio de
nombre del Conacyt. La intención de que ahora se llamara Consejo Nacional de
las Humanidades, Ciencias y Tecnologías ya se conocía desde el periodo de
transición. Lo que no estaba claro es que eso podría ser el comienzo de un
vuelco al marco normativo de todo el sistema de ciencia y tecnología.
El mismo 5 de
febrero, la directora de Conacyt informó que la propuesta de cambio de nombre del
organismo ya se encontraba en la Comisión de Ciencia y Tecnología de la cámara
baja, presidida por la diputada Marivel Solís Barrera, por lo que solamente
restaría la aprobación. Al día siguiente apareció en las redes sociales el
anteproyecto de ley que incluía la nueva denominación y, de forma notable, un
rediseño completo del sistema nacional de ciencia y tecnología.
La filtración
del anteproyecto fue tomado con reserva porque podía ser un documento falso o
no corresponder a la última versión. Pero sí, la misma propuesta apareció
registrada en la Gaceta Parlamentaria el pasado 8 de febrero. Lo sorprendente
es que no estaba a nombre de la legisladora Marivel Solís, ni fue en la Cámara
de Diputados, como lo había adelantado Álvarez Buylla. La iniciativa fue
presentada en la cámara alta por la senadora Ana Lilia Rivera Rivera.
El proyecto se
denomina: Ley de Humanidades, Ciencias y Tecnologías. Adicionalmente, la misma
iniciativa incluye reformas y adiciones a la Ley de Bioseguridad de Organismos
Genéticamente Modificados. La primera tiene una amplia exposición de motivos
(casi la mitad de la iniciativa), suma 87 artículos, distribuidos en nueve
títulos.
En entregas
posteriores examinaremos el contenido del proyecto de ley. Por ahora, solamente
mencionemos que propone un fuerte golpe de timón en la conducción del Sistema
Nacional de Ciencia y Tecnología, centraliza recursos y funciones, y desaparece
diferentes órganos de gobernanza del sector. Nada menos.
La ley todavía
no se discute y mucho menos está aprobada. Lo inquietante es que llegó a la Cámara
sin consultar a la comunidad académica ni a los sectores implicados. La
recepción no está siendo nada buena y muy difícilmente será aceptada como marco
de regulación. Es la hora de hacer efectivo el parlamento abierto.
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