viernes, 30 de abril de 2010

MONTERREY: LOS FONDOS MIXTOS

La creación de los fondos mixtos, se dijo en su momento, serían uno de los principales instrumentos para impulsar la descentralización de las actividades científicas y tecnológicas. Tal vez esos fondos concursables han contribuido a incrementar ligeramente la inversión en el sector, pero su aportación para la descentralización no ha sido notable y probablemente el dinamismo de algunas entidades ha dependido de otros factores.

En la reforma a la normatividad científica de 1999, se estableció, por primera vez, la creación de los fondos mixtos (fomix). Sin embargo, solamente quedaron en el papel porque no se puso en marcha ningún fondo, fue hasta la siguiente reforma, la del 2002, cuando se hicieron nuevas especificaciones para su instauración (artículo 23). La finalidad principal era que tanto los estados como los municipios pudieran destinar recursos financieros para investigación y desarrollo tecnológico, pero serían las propias entidades federativas quienes especificarían qué problemas o temas les interesaba resolver con esos fondos.

Los fomix se constituyen con una aportación financiera de la federación, vía Conacyt, y otra correspondiente a los estados o municipios. Aunque, en principio, las aportaciones de las partes pueden ser de igual proporción, depende más bien del convenio que se firme y, de hecho, en un buen número de entidades federativas los recursos del gobierno federal han sido superiores.

La idea general de los fomix es incentivar la inversión en el sector, atender problemas locales estratégicos y alentar el desarrollo científico y tecnológico en los estados. No obstante, como ocurre con la mayor parte de iniciativas, la puesta en marcha de los fondos enfrentó algunas dificultades para su instauración, como los tiempos y formas de las convocatorias correspondientes, los procedimientos para la firma de convenios y demoras en la entrega de los recursos financieros.

Según las estadísticas de Conacyt, el monto acumulado de los fomix sumaba, al cierre del año pasado, poco más de 5 mil millones de pesos. Es una cifra relevante, pero ya no lo es tanto si se considera que es la suma de los ocho años anteriores y solamente tuvo un incremento significativo en los dos años anteriores.

El monto promedio anual fue de alrededor de 375 millones de pesos entre el 2002 y el 2007 (alrededor del 60 por ciento aportado por la federación y la parte restante por las entidades). Una cantidad más bien modesta si se considera el presupuesto global del sector.
La situación comenzó a cambiar en el 2007, principalmente por el intercambio y las negociaciones entre legisladores y gobierno federal. En la aprobación anual del presupuesto, los diputados incrementaron directamente el monto para los fomix. En el 2008 y en el 2009 la cifra se elevó a los 1,500 millones de pesos en cada caso. Esto es, se triplicó el monto respecto de años anteriores.

De acuerdo con las información de Conacyt, entre el 2002 y el año pasado se han recibido más de 10 mil propuestas para participar de los recursos de los fomix, pero solamente se han aceptado 3,634 proyectos. Sin contar el año anterior (la desagregación de las cifras no está actualizada), la entidad federativa que más solicitudes ingresó fue Guanajuato con 932 y, en consecuencia, también es la que tiene el mayor número de proyectos aprobados: 463 proyectos de los más de 3 mil existentes. Las entidades que más se le acercan son Chiapas con 266 proyectos aprobados y Tamaulipas con otros 262.

Las cifras, al menos las que están públicamente disponibles, no desagregan la información de la proporción de las aportaciones a nivel estatal. Sin embargo, por la información del párrafo anterior, cabría suponer que Guanajuato, Chiapas o Tamaulipas son entidades que realizan las mayores aportaciones a los Fomix. Pues no, es Nuevo León, según el director de Conacyt.

En el foro estatal de ciencia, tecnología e innovación realizado en Monterrey, Nuevo León, el pasado 19 de abril, el director de CONACYT, Juan Carlos Romero Hicks, dijo que reconocía el esfuerzo conjunto del gobierno del estado, los empresarios y la academia para que la entidad “desde la creación de los fondos mixtos, fuera la que más recursos ha invertido en dicho instrumento (alrededor de 697 millones de pesos)”.

Entonces, una posible explicación para este contraste entre proyectos y recursos es que Nuevo León tiene relativamente pocos proyectos aprobados (94, para ser precisos), pero que han implicado un alto volumen de recursos financieros. Y, claro, en la situación inversa tendrían que estar las tres entidades con el mayor número de proyectos. Otra explicación es que la proporción de las aportaciones del gobierno federal y de las entidades sigue una dinámica diferente en cada caso, la cual convendría aclarar. O bien, la apreciación del director de Conacyt sobre el nivel de inversión en los fomix era errónea, aunque tal vez políticamente correcta. ¿O qué?


(Publicado en Campus Milenio No. 366. Abril 29, 2010)

domingo, 25 de abril de 2010

CONTACTO EN CHINA

La región de América Latina puede convertirse en el corto plazo en una de las áreas de mayor interés para China. No solamente por la capacidad de la primera para suministrar materias primas para el desarrollo del país asiático o el intercambio comercial en pleno ascenso entre ambos, sino también por un posible modelo de crecimiento competitivo.

En el transcurso de la semana anterior, el presidente chino, Hu Jintao, tenía previsto visitar tres países de América Latina: Brasil, Chile y Venezuela. Solamente estuvo en Brasil, con motivo de la segunda reunión cumbre del BRIC, el bloque de países emergentes integrado por Brasil, Rusia, China e India. Pero también buscaba promover acciones de cooperación conjunta entre China y Brasil para los próximos cuatro años, en las áreas de energía, finanzas, cultura, calidad de los productos, así como en ciencia y tecnología.

La visita del presidente chino a Chile y Venezuela se truncó por la emergencia del sismo que hubo en una de las provincias de la nación asiática y que obligó al mandatario a regresar a su país. No obstante, probablemente se volverá a reprogramar la reunión con ambos países, porque también tenía previsto firmar acuerdos con Venezuela en materia de energía, finanzas y electricidad. Y, en lo que corresponde a Chile, es el mayor socio comercial de China en América Latina, así que también es de destacar su importancia.

Hu Jintao, el mandatario chino, ha estado en diferentes ocasiones en América Latina. Desde mediados de la década actual ha intensificado su presencia en diferentes países de la región. En el 2004, por primera vez, estuvo en Brasil, Argentina, Chile y Cuba; al año siguiente estuvo en México. Hace un par de años retornó a Cuba, pero también visitó Costa Rica y Perú.

El perseverante desarrollo económico de China ha sido, sin duda, realmente ejemplar. Lograr tasas de crecimiento promedio anual cercanas al 10 por ciento en las últimas tres décadas es algo sorprendente; aunque han estado fundadas principalmente en la manufactura, la construcción y los servicios. También es el único país que, en la más reciente crisis económica y financiera, conservó más o menos su ritmo de crecimiento (en el 2009, cuando la mayoría de países estaban en recesión, promedió un crecimiento de 8.7 por ciento).

Por supuesto, también se han hecho notar los costos que le ha implicado (principalmente en la sobreexplotación de mano de obra y en el daño al ambiente), así como sus cuestionables prácticas comerciales, y la posible burbuja bursátil e inmobiliaria que está generando y que podría volverse inmanejable.

Sin embargo, según un reporte reciente de la CEPAL (La República Popular de China y América Latina y el Caribe: hacia una relación estratégica), la relación comercial de China con la región latinoamericana es creciente y será todavía más importante en la próxima década.

De acuerdo con las estimaciones de la CEPAL, para el 2020 y de continuar las actuales tendencias, las exportaciones de la región hacia China se incrementarán poco más de 10 puntos porcentuales, pasarán de 7.6 por ciento a 19.3 por ciento. Al parecer no sólo de productos primarios sino también de manufacturas. En tanto, casi en la misma proporción y para el mismo periodo disminuirán las exportaciones hacia Estados Unidos (de 38.6 a 28.4 por ciento).

Los niveles de exportación de la región, sin embargo, no son homogéneos. Los principales vendedores hacia China son: Chile con 13 por ciento de sus exportaciones; Perú 11 por ciento; Argentina 9 por ciento; Costa Rica 7 por ciento; y Brasil 7 por ciento. Por el contrario, para la región centroamericana y particularmente para México, China es un destino poco significativo. En el 2009, México exportó hacia China menos de uno por ciento de sus ventas totales al exterior.

Sin embargo, tal vez lo más importante para el crecimiento de la región latinoamericana no esté cifrado en el intercambio comercial con la nación asiática. En el ejemplar más reciente de la revista de la CEPAL, la cual, por cierto, llega al número 100, Carlota Pérez (autora de la influyente interpretación sobre la difusión de las revoluciones tecnológicas) publica un interesante artículo en el que sugiere una estrategia para dinamizar el desarrollo de América Latina.
En el texto de referencia (Dinamismo tecnológico e inclusión social en América Latina: una estrategia de desarrollo productivo basada en los recursos naturales), el supuesto más elemental de la propuesta es que si el continente asiático tiene condiciones que favorecen las industrias de fabricación intensivas de mano de obra, la región latinoamericana debiera aprovechar sus ventajas comparativas: las industrias de procesos basadas en recursos naturales, dada la riqueza de estos últimos en el área y su menor densidad poblacional. La puesta en marcha de la iniciativa incluye aprovechar la “hipersegmentación” de los mercados, así como la aplicación de las tecnologías de la información y la comunicación en las industrias de procesos basadas en recursos naturales.
(Publicado en Campus Milenio No. 365. Abril 22, 2010)

jueves, 15 de abril de 2010

CONACYT: NUEVO AJUSTE

Los cambios en la estructura administrativa de Conacyt parecen, valga la expresión, permanentes. Prácticamente desde el inicio del actual sexenio, con excepción de la dirección general, se han realizado múltiples y variados ajustes en sus puestos de responsabilidad. La semana anterior fueron nombrados dos nuevos directores, uno en el área de desarrollo científico y académico, y otro en el de formación y desarrollo de científicos y tecnólogos.

En la estructura jerárquica de Conacyt, después del director general, están consideradas ocho direcciones adjuntas y la secretaría ejecutiva de la Comisión Intersecretarial de Bioseguridad de los Organismos Genéticamente Modificados. A su vez, cada dirección adjunta tiene alrededor de cuatro direcciones de área y éstas últimas otro tanto de subdirectores y jefes de departamento o coordinadores.

Según el informe de rendición de cuentas de la administración anterior, Conacyt tiene alrededor de 800 personas en su nómina. De ese total, 132 son mandos superiores, es decir, son directores, subdirectores o coordinadores; 50 son mandos medios, esto es, jefes de departamento; y el resto es personal operativo, es decir, secretarias, técnicos, choferes, personal de apoyo, etcétera.

Las ocho direcciones adjuntas son la pieza clave del funcionamiento de Conacyt, porque de ahí se deriva la cadena mando, no siempre lineal, que se extiende hasta el personal encargado de poner en marcha las acciones. Estas posiciones han tenido al menos un par de ajustes en el periodo, la excepción había sido la dirección adjunta de formación y desarrollo de científicos y tecnólogos, cuya titular, Silvia Álvarez Bruneliere, permanece en el cargo desde la administración anterior, lo mismo que sus cuatro direcciones de área.

La semana anterior, sin embargo, fue sustituida Dolores Correa, una de las directoras de área, e ingresó el doctor Roberto Contreras Zárate. Este último había desarrollado su carrera académico-administrativa principalmente en algunos organismos del estado de Guanajuato, como el instituto de ecología y el sistema estatal de educación para la vida y el trabajo. Aunque desde hace un par de años ocupaba en el mismo Conacyt otra dirección, la de “evaluación e innovación, convenios y becarios en el extranjero”. Ahora, en su nueva responsabilidad, le corresponderá coordinar y apoyar los esfuerzos de formación de científicos y tecnólogos, particularmente programas como el padrón nacional de posgrados de calidad y el programa de becas.

Por su parte, la dirección adjunta de desarrollo científico y académico, bajo la responsabilidad de José Antonio de la Peña, había tenido varios ajustes anteriores, cuando su titular se ausentó al final del 2007 para contender por la rectoría de la UNAM y luego retornó al mismo cargo medio año después. En esta dirección es donde se realizó recientemente el otro nuevo nombramiento.

En la estructura de Conacyt, la dirección adjunta de desarrollo científico y académico es una de las más importantes, puesto que está encargada de diseñar y poner en marcha las iniciativas de fomento y apoyo a una de las dos actividades sustantivas: la investigación científica (la otra sería la de desarrollo tecnológico). Además tiene bajo su responsabilidad el diseño y coordinación de los fondos de apoyo a la actividad de investigación, tanto básica como aplicada, así como la operación y reglamentación del sistema nacional de investigadores.

A su vez, la dirección adjunta tiene cuatro direcciones de área: investigación básica; investigación aplicada; la del sistema nacional de investigadores (SNI); y la de planeación, evaluación y seguimiento científico. Las dos primeras son las que recientemente cambiaron de titular. Aunque, la del SNI, como seguramente lo recuerda el lector, apenas tuvo titular el pasado mes de febrero, pues estuvo vacante casi medio año, cuando su anterior titular fue nombrado director del Instituto Nacional de Medicina Genómica.

El asunto es que ahora ocupará la dirección de investigación básica, Luis Humberto Fabila Castillo, doctor en inmunología por la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del IPN, quien hasta enero de este año se desempeñaba como secretario de investigación y posgrado en el IPN. Ahora, en su nuevo puesto tendrá la responsabilidad de instrumentar y coordinar los programas de apoyo a la investigación, lo mismo que apoyar y valorar los fondos sectoriales y mixtos.

Los nuevos nombramientos se sumaran al equipo de funcionarios de Conacyt y no debiera suscitar mayor atención este tipo de cambios, los cuales son relativamente rutinarios en cualquier estructura administrativa. Sin embargo, por la recurrencia de los ajustes y el tiempo ya transcurrido en el ejercicio de esta administración, tal parece que la dificultad para integrar y consolidar un equipo de trabajo llegará hasta el final del sexenio. Lo más inquietante es que tal vez, también, se trata de una incesante curva de aprendizaje en el organismo.
(Publicado en Campus Milenio No. 364. Abril 15, 2010)

jueves, 8 de abril de 2010

NORMATIVIDAD: INNOVACIÓN Y SNI

Hace casi un año los legisladores modificaron la ley de ciencia y tecnología para elevar a rango de ley el tema de la innovación. Una de las novedades fue el establecimiento de un “comité intersectorial para la innovación”. Sin embargo, en todos estos meses el comité fue virtual, porque carecía de un reglamento interno, apenas el pasado 24 de marzo fue publicado. Igualmente, desde el año pasado, con motivo de los primeros 25 años del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), se esperaba una reforma profunda de ese programa. El año concluyó, lo mismo que el primer trimestre de éste y nada ocurrió. Bueno, algo, la semana anterior se modificaron las reglas de operación del SNI. Son los ritmos de las iniciativas de la administración.


El 21 de abril del 2009 los senadores ratificaron los cambios a la ley de ciencia y tecnología, en donde quedó incorporado el término innovación en todo el articulado y se consideró la instauración del comité intersectorial. De ahí pasó al ejecutivo federal para su publicación en el Diario Oficial de la Federación, lo cual ocurrió casi dos meses después, el 12 de junio de ese mismo año.

Las responsabilidades atribuidas al comité intersectorial para la innovación no son menores. Según el artículo 41 de la normatividad científica, es un comité especializado del consejo general y le corresponde “diseñar y operar la política pública de innovación”. Algunas de sus facultades incluyen la aplicación de recursos financieros, el establecimiento de las reglas de operación de los fondos sectoriales de innovación o las recomendaciones en materia de normalización y derechos de propiedad intelectual.

En la misma ley se especificó que el comité sería presidido por el titular de la Secretaría de Economía, como vicepresidente el director de Conacyt y como otro integrante el secretario de Educación Pública. Además, como invitados permanentes estarían: el coordinador del foro consultivo científico y tecnológico; los representantes ante el consejo general del sistema nacional de centros de investigación; y representantes de los sectores productivo y académico. Los invitados, quedó asentado, tendrían voz pero no voto y la forma de integración se especificaría en el reglamento interno.

El reglamento, finalmente, se publicó el pasado 2 de abril. Especifica que los tres funcionarios públicos son miembros propietarios con voz y voto en el comité, cada uno con la facultad para designar a su respectivo suplente. También precisa que en cuanto a los invitados permanentes, serán, por lo menos, “seis representantes nacionales o extranjeros del sector productivo y académico” (artículo 9). Amplía el número de posibles invitados, dado que incluye a los titulares de las secretarías de Energía, Medio Ambiente, Salud, Trabajo y Agricultura, así como a un representante de la asociación mexicana de secretarios de desarrollo económico y otro de la conferencia nacional de ciencia, tecnología e innovación.

En general, la pieza clave del comité está en la figura de la secretaría técnica prevista en el reglamento interno. Un nombramiento que deberá hacer el secretario de Economía. Ahí se localizará la responsabilidad para un adecuado funcionamiento del nuevo organismo, para la puesta en marcha y seguimiento de los acuerdos. El comité, según su reglamento, sesionará de forma ordinaria por lo menos dos veces al año. Ahora solamente habrá que esperar la primera sesión.

En cuanto a las modificaciones de las reglas de operación del SNI. En realidad se trata de cambios menores, pero es en una de las áreas centrales de la actividad administrativa gubernamental. Las reglas de operación son la especificación de la forma en que se ejecutará cualquier programa; en donde se aclara quiénes son los beneficiarios, en qué consiste el apoyo, cómo se otorga y qué requisitos se deben cumplir para recibir el beneficio. Por esta razón, es frecuente que cuando se aprueban algunos programas de apoyo en el presupuesto de egresos de la federación, también se indique que el gobierno federal deberá elaborar las reglas correspondientes.

Los cambios en las reglas de operación del SNI se publicaron la semana anterior (DOF 02/04/2010). En la exposición de motivos para el cambio se expresa que “se ha observado que los conceptos no contemplan de manera clara los alcances del programa, por lo que es necesario actualizar el mismo, para precisar de manera más eficiente sus objetivos”.

Fundamentalmente se trata de cambios en la redacción de las reglas de operación, ahora se vincula la utilidad del SNI al sistema nacional de ciencia, tecnología e innovación, o bien, se remite a la normatividad general del sector y no solamente a la derivada del propio SNI. Es decir, las modificaciones amplían la base de referencia del programa y su papel en el sector.

Entonces, si el aspecto normativo lleva ese ritmo, habrá que ser pacientes para la puesta en marcha efectiva de las iniciativas.
(Publicado en Campus Milenio No. 363. Abril 8, 2010)