Alejandro Canales
UNAM-IISEU/PUEES
Twitter: @canalesa99
(Publicado en la página electrónica del Suplemento
Campus. No. 922. 21.10.2021)
Las
referencias del presidente Andrés Manuel López Obrador en sus conferencias de
prensa matutinas no son casuales, tal vez porque, como él mismo lo ha repetido
una y otra vez, su “pecho no es bodega” y siempre, o casi siempre, dice lo que
piensa. La mención que hizo de la UNAM tampoco fue azarosa porque la reiteró en
tres ocasiones consecutivas en la última semana. ¿Entonces?
Después de
casi tres años de conferencias del ejecutivo federal, ya está claro que ese
ejercicio cotidiano de comunicación es, sobre todo, un megáfono nacional para exponer
su visión de las cosas, para fijar la agenda política y orientar el debate
público.
¿Qué dijo el
presidente de la República sobre la Universidad Nacional? Los medios han
reproducido de forma abundante todo lo dicho. Sin embargo, vale la pena anotarlo
con exactitud. El jueves 20 le preguntó Víctor Buendía si “por la política
neoliberal el país quedó rezagado en conectividad de Internet” y aludió a la
oportunidad que tendrá el presidente en el año 2023 de retirar o no la
concesión de Telmex al empresario Carlos Slim.
La respuesta
fue larga, aunque López Obrador desde el comienzo dijo que, llegado el momento
de renovar o no la concesión, hará lo más conveniente para al país. Puntualizó que
había sido una iniciativa de Salinas de Gortari, en cuyo periodo neoliberal todo
fue privatizado, la excepción fue un “banquito” (Bansefi), mismo que se
convertirá en los bancos del bienestar. A propósito de la creación de esos bancos,
destacó lo difícil que ha sido que todas las personas, incluyendo miembros de
su gabinete, acepten los cambios.
Reiteró lo
dilatado que es cambiar la mentalidad y contar con servidores públicos que
piensen en el interés general y ahí añadió “Yo quisiera avanzar más, no puedo
porque fue mucho tiempo de atraso, de saqueo, pero además de manipulación,
muchísimo tiempo. Afectaron dos generaciones, en las universidades públicas,
hasta la UNAM se volvió individualista, defensora de estos proyectos
neoliberales, perdió su esencia de formación de cuadros, de profesionales para
servir al pueblo”.
O sea, el
presidente no puede avanzar más porque no tiene respaldo, ni de la UNAM, porque
ésta se volvió defensora del neoliberalismo. Las apreciaciones del presidente
sobre la Universidad fueron amplia y contundentemente rechazadas el mismo día.
Imposible sostener una generalización de esa magnitud o aceptar el pensamiento
único en la institución.
Al día siguiente,
haciéndole notar las reacciones que había desatado el día previo, los
reporteros volvieron a la carga con el presidente. Entonces dobló la escala y dijo:
“No solo la UNAM, todas las universidades fueron sometidas por el pensamiento
neoliberal, todas”. Además, agregó otro calificativo: “Es lamentable que la
UNAM se haya derechizado como sucedió en los últimos tiempos”. Aunque también matizó:
“no todos los maestros afortunadamente están así”. Pero punzó: los economistas
no defendieron un modelo alternativo al neoliberal y la Universidad no estuvo a
la altura de las circunstancias.
Finalmente, en
la conferencia de este lunes 25, sin pregunta de por medio, cuando el
presidente reiteraba que no habrá cambios ni negociaciones con los partidos
para la aprobación del presupuesto para el año próximo, soltó: “Ahora que hice
un pequeño cuestionamiento sobre la UNAM se pusieron también enojadísimos.
Apenas si los testereé, les dije que se había derechizado la UNAM”. Aseguró que
estaba convencido de eso y agregó: “se llenaron las facultades de ciencias
sociales de conservadores”.
En resumidas
cuentas, el ejecutivo federal piensa que la Universidad y todas las
universidades fueron sometidas por el neoliberalismo y no están respaldando los
cambios que él propone. No, ni una ni otras. La historia y las dimensiones de
la UNAM muestran que no es y no puede ser una entidad de expresiones y
posiciones únicas; coexisten muchas UNAM, lo propio es la crítica y las voces
son múltiples y muy diversas.
Todavía menos
puede ser el caso de pensamiento único en el heterogéneo conjunto de
universidades del sistema. ¿El presidente no tiene apoyo de las instituciones
universitarias? Sin ir más lejos sería suficiente con mirar la composición de
su gabinete o de los legisladores del partido gobernante.
Un tema distinto
es la búsqueda gubernamental de posiciones unánimes en el complejo sistema de universidades
a favor de uno u otro proyecto político. Los episodios en la historia de la
autonomía universitaria muestran que ese tampoco es el camino para la libertad de
las ideas y ni siquiera es lo deseable.
Otro asunto
diferente es el ingreso de esquemas y mecanismos neoliberales en los marcos
normativos de las universidades. Un aspecto de interés que sí vale la pena
discutir y resolver, de relevancia para las viejas y nuevas instituciones. En
las primeras hay un malestar latente y mucho que cambiar; en las segundas, los
profesores y alumnos de las Universidades para el Bienestar están lejos de expresar
un bienestar con las instalaciones, la oferta educativa y la precariedad e
inestabilidad de los contratos laborales.
No se requieren
universidades para provocar malestar o bienestar, solamente instituciones
plenas, libres, críticas y socialmente responsables.
Pie de página: Javier López Casarín, del Verde Ecologista, presidirá la comisión de ciencia de los diputados. Atentos.