jueves, 24 de marzo de 2011

AMÉRICA LATINA Y EUA

La reciente visita del presidente estadounidense Barack Obama a tres países de la región latinoamericana generó variadas reacciones: hubo desde quienes desestimaron su presencia hasta aquellos que creen que podría abrirse un nuevo capítulo en la cooperación regional.

Es demasiado pronto para valorar si estamos ante un cambio en el tipo de relaciones que siempre han sido asimétricas, difíciles y heterogéneas, y es muy poco consistente emitir un juicio solamente por lo que se aprecia en una visita. No obstante, ante la ausencia de grandes iniciativas que tuvieron lugar en el pasado --como la Alianza para el Progreso de inicio de los sesenta o los Tratados de Libre Comercio más recientes— tal vez valdría la pena notar algunos de los cambios de la última década en el terreno de la economía y el comercio en la región.

Uno de los datos más sobresalientes es la disminución de la participación de Estados Unidos en el comercio exterior del área. Según los datos de la Cepal (The United States and Latin America and the Caribbean: highlights of economics and trade, 2011), en la última década, las exportaciones estadounidenses a los países de la región descendieron 20 puntos porcentuales (pasaron de 60 a 40 por ciento). Por el contrario, las exportaciones de la Unión Europea se incrementaron unos tres puntos porcentuales: pasaron de 11 a 14 por ciento. Pero más importante fueron las exportaciones de China a la región: en el año 2000 prácticamente no tenía ningún intercambio con América Latina; en el 2010 sus productos alcanzaron 8 por ciento.

De hecho, en la última década, Estados Unidos abandonó su posición privilegiada como la principal nación exportadora de bienes en el mundo, si en el año 2000 era responsable del 12 por ciento del total, en el 2009 disminuyó su participación a 8 por ciento y fue superada por Alemania con 9 por ciento y China con10 por ciento. No obstante, Estados Unidos con un 12 por ciento del total, sigue ocupando la primera posición en la exportación de servicios, seguida del Reino Unido con 7 por ciento y Alemania con 6 por ciento.

Los datos de la Cepal, señalan que las tendencias para el 2020 indican que las exportaciones estadounidenses a la región seguirán en descenso hasta alcanzar 28 por ciento, las de la Unión Europea se mantendrán alrededor del 13 o 14 por ciento y las de China serán del orden del 19 por ciento. Es decir, por lo menos hasta el final de la década actual, Estados Unidos todavía será el principal socio comercial en la región, América Latina continuará como mercado atractivo, pero con una creciente presencia de China.

En el rubro de las importaciones la disminución es relativamente similar al comportamiento de las exportaciones. En el periodo, las importaciones de Estados Unidos pasaron de 52 por ciento a 33 por ciento; las de la Unión Europea se mantuvieron entre el 12 y 14 por ciento; y las de China pasaron del 2 al 10 por ciento.

Sin embargo, el principal socio comercial de Estados Unidos en América Latina es México. Este último país, concentra el 66 por ciento de las importaciones de Estados Unidos en la región (alrededor de dos terceras partes), mientras que los países de Mercosur, los más cercanos, alcanzan solamente el 11 por ciento del total. Obviamente, como fue claro en la crisis económica más reciente, los países con la mayor dependencia del mercado estadounidense también fueron los que experimentaron la mayor caída de su producto interno bruto y la más lenta recuperación.

En la reciente visita a Barack Obama a Brasil, se reportó que el país carioca recibió un reconocimiento y trato similar al que se le ha dispensado a China e India. No es de extrañar, las tres naciones junto con Rusia –aunque a ésta se le ve cada vez más improbable --, integran el bloque denominado BRIC, el conjunto de países que ahora son emergentes pero que en el futuro próximo ocuparán un lugar relevante en las principales economías desarrolladas. Para algunos, la visita como un intento de superar los ríspidos desencuentros de administraciones anteriores y restaurar relaciones comerciales entre ambos países (O Globo. 20.03.2011).

El presidente estadounidense firmó los convenios correspondientes con Brasil en materia educativa, científica y tecnológica --particularmente sobre biocombustibles—y en los esperados de comercio. Sin embargo, el acento de los medios fue en lo que no logró la mandataria Brasileña, Dilma Rousseff: el respaldo de Barack Obama para un asiento para Brasil en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

En Chile y El Salvador los discursos de Obama también se refirieron a la importancia de la región para el comercio, la cooperación en materia de seguridad y el complicado tema de la inmigración.

Los datos de la última década muestran que las relaciones comerciales y la cooperación de Estados Unidos con la región van en descenso, aunque aquel todavía se sostiene como el principal socio comercial. Las visitas y los discursos propios de los encuentros entre mandatarios son necesarios para lograr acuerdos, pero ¿hacia dónde debe dirigirse América Latina?
(Publicado en Campus Milenio No. 408. Marzo 24 de 2011)

viernes, 18 de marzo de 2011

REFORMA DEL 9 BIS ¿MÁS RECURSOS PARA CIENCIA Y TECNOLOGÍA?

Los diputados añadieron un párrafo al artículo relativo al financiamiento de la ciencia y la tecnología en su sesión del pasado 8 de marzo. La iniciativa parece anunciar que los diputados no solamente tomarán el camino de los incentivos fiscales para incrementar los recursos, como comenté aquí la semana pasada, sino probablemente un aumento directo al gasto en este rubro. Tal vez se afianza la responsabilidad de los legisladores en la conducción del sistema, particularmente frente a la inestabilidad y abulia de las autoridades de Conacyt.

El artículo 9 bis de la ley de ciencia y tecnología, vigente a partir de septiembre del 2004, solamente indicaba que el monto anual destinado al sector “deberá ser tal que el gasto nacional en este rubro no podrá ser menor al 1 por ciento del producto interno bruto del país mediante los apoyos, mecanismos e instrumentos previstos en la presente Ley”.

En realidad, el artículo 9 bis se incorporó para que estuviera en concordancia con lo que desde el 2002 señalaba la ley general de educación. La norma educativa, en su artículo 25, establece que el gasto en educación pública no debe ser menor al 8 por ciento del PIB y de ese monto se debe destinar, al menos, el 1 por ciento para ciencia y tecnología.

No obstante, a pesar de lo que dice la ley desde hace más de un quinquenio, hasta hoy permanecen incumplidos los niveles de gasto educativo y científico; tampoco se han exigido. Además, como lo hemos reiterado en este mismo espacio, existe una diferencia fundamental en ambas leyes sobre el gasto para ciencia y tecnología: una se refiere al gasto público y otra al gasto nacional (público y privado). No es una diferencia trivial, son varios miles de millones de pesos los involucrados.

En estos términos, resultó sorprendente que a pesar de la discordancia persistente en ambas leyes, ahora los diputados añadieron un párrafo al artículo 9 bis y lo hicieron velozmente. El párrafo dice que los diputados realizarán las “previsiones presupuestales correspondientes para que el monto anual que el estado-federación, entidades federativas, destinen a las actividades de investigación científica y desarrollo tecnológico, no sea inferior a uno por ciento del producto interno bruto del país, de conformidad con lo establecido en la presente ley, sujeto a la disponibilidad de cada ejercicio fiscal”.

La iniciativa de reforma fue presentada en septiembre del año pasado por el diputado Pedro Jiménez León de la fracción de Convergencia en la cámara, el dictamen se realizó en febrero de este año y presentado al pleno el pasado 8 de marzo. Un proceso legislativo de alrededor de medio año; todo un logro para los ritmos de la cámara.

En el pleno, la adición al artículo 9 bis quedó aprobada por 356 votos a favor, uno en contra (PRI) y tres abstenciones (una del PAN y dos del PT). De hecho, en tribuna, solamente argumentaron en contra dos diputados del PT, Juan enrique Ibarra Pedroza y Jaime Cárdenas Gracia, quienes indicaron que se estaba aprobando una norma que quedará “en letra muerta” porque en los hechos no se aplicará. O bien, que la iniciativa no especificaba cuál sería la participación relativa de la federación y de las entidades federativas al incrementar el gasto, tampoco si se canalizarían recursos del ramo 33 ni cómo se fiscalizaría su aplicación.

La reforma todavía deberá ser ratificada o rectificada por el Senado, pero seguramente será aprobada. En primer lugar, porque el análisis y aprobación del presupuesto es facultad exclusiva de los diputados; los senadores solamente intervienen en la aprobación de la ley de ingresos. En segundo lugar, porque los diputados se estarían ordenando a sí mismos ejercer su capacidad de previsión presupuestal. Los senadores no tendrían anda que objetar.

La adición al artículo 9 bis no es menor. La estimación del gasto público para ciencia y tecnología del 2008 (las últimas cifras oficialmente disponibles) era de un total de 47 mil millones de pesos (incluyendo gasto de las IES), lo que representa 0.53 del PIB. Es decir, a precios del 2008, casi habría que duplicar la cifra para alcanzar el 1 por ciento del PIB.

Por el contrario, si se considera el gasto nacional (público y privado), la estimación para el 2008 era de 89 mil millones de pesos (el gasto privado tiene una participación relativa del 47 por ciento), lo que representaba 0.84 por ciento del PIB. Esto es, si se añadieran unos 17 mil millones de pesos, prácticamente se alcanzaría la meta el 1 por ciento.

Las diferencias, como se puede apreciar son notables, pero en todo caso los diputados tendrán la última palabra el próximo 15 de noviembre, al aprobar el gasto para el 2012. Claro, el párrafo aprobado permite la salvedad de un incremento “sujeto a la disponibilidad de cada ejercicio fiscal tienen”. ¿Qué harán los legisladores? Ya veremos.

Posdata.
Los rumores sobre el cambio de titular en Conacyt fueron una constante, en septiembre de 2010 parecía inminente, pero se confirmaron en este mes. Tarde, muy tarde el reemplazo.
(Publicado en Campus Milenio. No. 407. Marzo 17, 2011)

jueves, 10 de marzo de 2011

AGENDA LEGISLATIVA PARA LAS ACTIVIDADES CIENTÍFICAS Y TECNOLÓGICAS

Tal vez en este año, o el próximo, podría retornar el tema de los incentivos fiscales como mecanismo para alentar la inversión en ciencia y tecnología. Es uno de los puntos de la agenda formal de los legisladores en el actual periodo de sesiones. Los legisladores, frente a una conducción opaca, inestable y errática en la dirección de Conacyt, parecen adquirir mayor responsabilidad y presencia en la orientación del sector.

Es el penúltimo año de ejercicio de la actual LXI legislatura y si bien los asuntos del sector científico y tecnológico no han sido ni por asomo prioritarios en la actividad parlamentaria, como en repetidas ocasiones lo hemos mencionado aquí, lo cierto es que tienen tiempo para la formulación de iniciativas.

El programa de trabajo de la comisión de ciencia y tecnología de los diputados, al inicio de la actual legislatura, no preveía el impulso a grandes reformas, aunque sí algunas acciones específicas. Según su programa 2009-2012, se proponía como eje central de sus actividades: “promover que los esfuerzos realizados en materia de ciencia y tecnología, adquieran el rango de una política de Estado”.

Algunos de los objetivos generales planteados, incluían dar seguimiento a la aplicación de la ley de ciencia y tecnología, consolidar la federalización, promover la vinculación con el sector productivo, o bien, proponer mecanismos de financiamiento para alcanzar el 1 por ciento del PIB que dice la ley en materia de inversión en el sector.

La iniciativa más reciente, publicada en el Diario Oficial de la Federación el pasado 28 de enero, se relacionó con lo idea de políticas de Estado para la ciencia y la tecnología. Se trató de la modificación de los artículos 20 y 21 de la ley de ciencia y tecnología para precisar que el programa sectorial deberá incluir una proyección a 25 años del área, con actualizaciones cada tres años, así como la definición de áreas prioritarias de conocimiento.

Otras modificaciones se impulsaron en los años anteriores, particularmente sobre el tema de la innovación y la búsqueda del vínculo con el sector productivo. Sin embargo, poco o nada se había intentado respecto a los mecanismos de financiamiento para lograr el 1 por ciento del PIB para ciencia y tecnología que dice la ley desde 2004.

Lo sobresaliente es que, al parecer, la vía que se tomará para cumplir con el nivel de inversión será el de los incentivos fiscales. El pasado 1 de marzo, los presidentes de las comisiones de ciencia y tecnología de las dos cámaras, en reunión de trabajo con el todavía director de Conacyt, presentaron la agenda legislativa para este año del sector.

El primer punto de la agenda incluye reformas a los artículos 3 y 25 de la constitución, y a otras cuatro leyes (Boletín Conacyt). Aunque, en realidad, no se indica el sentido de la modificación constitucional que pretenden impulsar.

La intención de la agenda que sí parece estar clara es el restablecimiento del artículo 219 de la ley de impuesto sobre la renta (ISR). Este artículo fue añadido en 2002 para permitir el otorgamiento de estímulos fiscales a los contribuyentes que realizaran gastos en proyectos de investigación y desarrollo tecnológico. Sin embargo, como seguramente lo debe recordar, estimado lector, los principales beneficiarios de los incentivos fiscales, de forma sistemática, fueron grandes corporativos y empresas transnacionales, no las pequeñas o medianas empresas, lo que generó variadas protestas.

En diciembre de 2009 el artículo 219 de la ley ISR fue derogado. Las autoridades de Conacyt aceptaron las distorsiones del programa de incentivos y lo sustituyeron por tres programas de apoyo directo. No obstante, como se anuncia en la actual agenda legislativa del sector, tal parece que se intentará restablecer el artículo y poner en marcha nuevamente el programa de estímulos fiscales.

El diputado Reyes Tamez Guerra, presidente de la comisión de ciencia y tecnología de la cámara baja, indicó que si el programa se pone en marcha, se facilitará al gobierno federal la meta de alcanzar el 1 por ciento del PIB en inversión para el sector. Lo sorprendente es que cuando estaba en operación el incentivo fiscal y se contabilizaba en las estadísticas, al parecer tendía a sobrestimar el gasto privado y el nivel de inversión general.

La agenda incluye otras iniciativas importantes, como la creación de una ley orgánica para el Sistema Nacional de Centros Públicos de Investigación o modificaciones a los artículos 8 de la Ley Federal de Responsabilidades Administrativas de los Servidores Públicos y 56 de la Ley de Ciencia y Tecnología, para permitir al personal de los centros públicos de investigación participar de las regalías que generan sus desarrollos.

Nada garantiza que la agenda se lleve a efecto, pero a la vista de los constantes rumores e inestabilidad en la dirección de Conacyt, tal parece que los legisladores serán quienes asuman la mayor responsabilidad en los trazos del sector.
(Publicado en Campus Milenio No. 406. Marzo 10, 2011)

viernes, 4 de marzo de 2011

QUERÉTARO

En términos territoriales, con sus poco más de 11 mil km cuadrados en la zona centro del país, Querétaro ocupa el lugar 27 a nivel nacional. No está densamente poblada, concentra menos del 2 por ciento de la población, lo que la ubica en la posición 23. Pero sus números en el terreno de las actividades científicas y tecnológicas la colocan en el primer tercio de entidades y parecen ir en ascenso.

Querétaro fue el segundo estado –el primero fue Puebla-- en crear un organismo responsable del sector científico: el Consejo de Ciencia y Tecnología del Estado de Querétaro (CONCyTEQ). El organismo quedó instaurado en diciembre de 1986, casi en la última parte del sexenio de Miguel de la Madrid y al inicio de la gestión de Mariano Palacios Alcocer, entonces gobernador del estado. La cresta de la crisis económica de la década no estaba en lo más alto, aunque todavía era palpable; también la idea de la planeación global.

En el decreto de creación del CONCyTEQ, casi de forma idéntica a lo indicado para Conacyt 15 años antes, se le encomendó la tarea de fomentar y coordinar las actividades científicas y tecnológicas en el estado, lo mismo que ser órgano asesor del ejecutivo estatal y de consulta obligatoria sectorial para todas las dependencias estatales (artículo 2).

Obviamente, al igual que para el caso de Conacyt y siguiendo el principio de jerarquía para las decisiones, el máximo órgano del CONCyTEQ se integró por una junta directiva presidida por el ejecutivo estatal y como vicepresidente el secretario de cultura y bienestar social (después cambió al secretario de educación). También se integraron los titulares de otras cuatro secretarías y los rectores de las principales instituciones de educación superior del estado.

Al inicio de los años noventa, sus números en el ámbito de la ciencia y la tecnología todavía eran relativamente modestos, aunque superiores a varias entidades. Por ejemplo, tenía una docena de centros de investigación –cuando algunos estados no contaban con ninguno-- y medio centenar de investigadores reconocidos por el Sistema Nacional de Investigadores, una buena parte de ellos concentrados en la Universidad Autónoma de Querétaro.

El asunto es que el estado, a pesar de la antigüedad de su consejo, no contaba con un programa sectorial para el impulso de las actividades científicas y tecnológicas. En general, las directrices y líneas de apoyo solamente eran incorporadas en el Plan Estatal de Desarrollo. Apenas en enero del año pasado emitió su Ley para el Fomento de la Investigación Científica, Tecnológica e Innovación del Estado de Querétaro.

El cuerpo de la ley estatal también siguió la estructura, principios y orientación de la legislación federal en la materia. Así que también incluyó como responsabilidad del CONCyTEQ la elaboración, por primera vez, del programa sectorial correspondiente (artículo 7), el cual fue presentado al final del año pasado en el estado y sólo recientemente se conoció a nivel nacional.

El programa 2010-2015 incluye seis objetivos estratégicos relativamente modestos. Por ejemplo, el segundo objetivo se plantea: “Promover la formación de capital humano de alto nivel, a través de programas de posgrado de excelencia, nacionales e internacionales”, pero los indicadores que darán cuenta de tal objetivo son a) estudiantes por año que serán apoyados bajo el programa de nuevos talentos, y b) estancias de profesores y estudiantes en la industria y en centros de investigación. Las metas anualizadas de este objetivo para el primer indicador son un centenar de estudiantes en el programa de talentos; para el segundo indicador entre 14 y 16 estudiantes en estancias de investigación.

Sin embargo, la entidad federativa ya cuenta con una base importante de recursos humanos y también de centros de investigación. Actualmente suman más de 300 becas vigentes otorgadas por Conacyt, no es el mayor volumen, pero si está entre las 14 entidades con los mayores beneficiarios. Tiene 22 programas de posgrados reconocidos en el padrón de Conacyt (13 de ellos consolidados) y siete instituciones de educación superior que ofrecen programas de doctorado. El total de investigadores reconocidos por el Sistema Nacional de Investigadores son 422 y se distribuyen entre los más de 40 centros de investigación. También figura en las entidades con una productividad importante y solicitud de patentes.

Un elemento que conviene advertir es que Querétaro, por su ubicación, oportunidades e infraestructura, logró atraer a empresas transnacionales e industrias importantes, aunque carecía de un programa sectorial específico. Actualmente tiene una veintena de parques industriales y una concentración importante de empresas de alta tecnología, así como de alimentos, aeronáutica y electrónica. De hecho, empresas como Mabe, Kellog’s, General Electric y otra decena más, tienen sus propios centros de investigación.

Entonces ¿qué tan importante será el programa sectorial en la entidad? A eso volveremos en entrega próxima.
(Publicado en Campus Milenio. No. 405. Marzo 3, 2011)