viernes, 30 de julio de 2010

LOS PLANES DEL ICYTDF

Hace poco más de dos meses que el Instituto de Ciencia y Tecnología del Distrito Federal (ICYTDF) cambió de titular. Seguramente, como lo recordará apreciado lector lectora, la directora fundadora del Instituto, Esther Orozco, pasó a la rectoría de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México en mayo pasado y, en su lugar, fue designado Julio Mendoza Álvarez por el jefe de gobierno de la Ciudad de México.

La anterior titular del Instituto todavía no cumplía el periodo que podría haber estado al frente del organismo, le restaba un año de ejercicio, y estaba en marcha el primer programa sectorial. El par de meses que han pasado con el nuevo director del ICYTDF, todavía es relativamente poco tiempo para un cambio de planes, aunque la ausencia no sólo podría deberse al breve lapso que ha transcurrido. Tal vez la principal razón son los imperativos de la normatividad y la permanencia de iniciativas que han resultado de alto impacto mediático.

De acuerdo a la ley del ICYTDF, como también ocurre a nivel federal, el propio Instituto es el encargado de integrar el programa de ciencia y tecnología del Distrito Federal. Por supuesto, la ley igualmente prevé que en la integración deben considerarse las propuestas de las diferentes dependencias de la administración local que apoyen o realicen actividades de ciencia y tecnología, como también las opiniones y propuestas de las comunidades científica, académica, tecnológica y del sector productivo (artículo 39).

Además, el programa sectorial también debe estar en correspondencia con el sistema local de planeación y el plan local de desarrollo. Este último, es el Programa General de Desarrollo del Distrito Federal 2007-2012, el que presentó el jefe de gobierno en el 2007 y que incluye siete ejes que llamó estratégicos, tales como el de reforma política, equidad, seguridad y justicia expedita o el de economía competitiva e incluyente, entre otros.

El primer programa de ciencia y tecnología local, el que presentó en 2007 la directora fundadora, expresó básicamente las responsabilidades y actividades de las cinco direcciones de área y de las dos subdirecciones que integran el ICYTDF. No se precisaron objetivos estratégicos ni líneas de acción. A través del conjunto de actividades, anotó la entonces directora, se podría deducir que la misión del Instituto es “vincular, promover, fortalecer y aprovechar las capacidades científicas, tecnológicas y de innovación de las instituciones de investigación y desarrollo del Distrito Federal para resolver problemas sociales, tecnológicos y del medio ambiente de todas las áreas del gobierno, del sector empresarial, y de las y los habitantes de la Ciudad de México” (pág. 6).

Sin embargo, como lo anotamos en su oportunidad, posteriormente el ICYTDF puso en marcha lo que llamó programas sustantivos, como el de ciudad saludable, ciudad sostenible, ciudad con conectividad y tecnología o ciudad con industria competitiva, derivados relativamente de las direcciones de área, además de otros subprogramas y también otros cinco programas transversales.

El asunto es que si el programa de desarrollo local estará en operación hasta el 2012 y está aprobado un programa sectorial para el mismo periodo, no parece probable que se modifiquen las líneas de operación del ICYTDF.

De hecho, aparte de los programas de las direcciones de área, las iniciativas públicamente más visibles del Instituto siguen en marcha. Por ejemplo, la convocatoria a “Los Premios Ciudad Capital: Heberto Castillo Martínez” continuó y el plazo para presentar candidaturas vence el próximo 6 de agosto. Lo mismo ocurrirá con la realización de la “Semana de la Ciencia y la Innovación” (SCI) que hoy mismo se anuncia y que se llevará a cabo en noviembre próximo, en el marco de los festejos históricos por el Bicentenario y Centenario, como casi todo en los meses siguientes.

Tanto la convocatoria a los premios como el programa SCI han merecido la mayor atención de los medios a las actividades del ICYTDF. En ambos casos por las celebridades que participan. En uno, por la entrega de reconocimientos a personalidades de diferentes áreas de conocimiento. En el otro, por que en las dos ocasiones anteriores que se ha llevado a efecto la Semana de la Ciencia han participado principalmente premios Nobel en diferentes especialidades. Este año, no será diferente, y como se ha anunciado, en noviembre estarán al menos una docena de personalidades que han recibo el premio Nobel u otra distinción.

Probablemente, el actual director tiene la intención de poner el acento en la línea tecnológica del Instituto, sea con la creación de incubadoras de empresas o el impulso al desarrollo de patentes, como lo expresó en su discurso de toma de posesión en mayo pasado. Sin embargo, tanto por la normatividad vigente como por los programas en operación, los principales esfuerzos institucionales continuarán de la misma forma por lo menos hasta el año próximo y con el 2012 a la vuelta, ya ni hablar.

(Publicado en Campus Milenio No. 378. Julio 29, 2010)

viernes, 23 de julio de 2010

SINALOA: EL DESEMPEÑO EN LA PRUEBA ENLACE EN MEDIA SUPERIOR

La aplicación del programa Evaluación Nacional de Logro Académico en Centros Escolares (ENLACE) y sus resultados han sido controvertidos desde su puesta en marcha al finalizar el sexenio anterior. Inició como un programa relativamente acotado para los últimos cuatro grados de la enseñanza primaria y para tercer año de secundaria de planteles públicos y privados. El objetivo, se dijo en su momento, era reunir mayores elementos de diagnóstico para determinar los niveles de aprendizaje en las asignaturas de matemáticas y español en la educación básica. Sin embargo, también desde el comienzo, quedó en cuestión la validez técnica de la prueba y si debía o no enlistar, conforme el puntaje alcanzado, a escuelas y alumnos.

La publicación de los resultados de la prueba ENLACE también ha sido ambivalente. Primero, con una difusión que enlistaba los plantes según niveles de desempeño. Luego, al reconocer los errores en los que se incurría al comparar listados, solamente se difundieron los resultados sin que se pudieran hacer comparaciones. Después, ante la presión de algunos medios y grupos del sector educativo que demandaban resultados comparativos, nuevamente se retorno a la difusión de resultados por plantel escolar ordenados según diferentes criterios, aunque las autoridades educativas realizaron diferentes consideraciones sobre las posibles comparaciones y las diferencias en cada aplicación que impedían comparaciones en serie.

La utilidad de ENLACE como forma de diagnóstico de los niveles de aprendizaje todavía se complicó más al decidir que los profesores y directores de escuelas públicas recibirían un incentivo si los resultados obtenidos en la prueba eran sobresalientes. Por el contrario, como quedó expresado en la Alianza por la Calidad de la Educación firmada en mayo de 2008: “los profesores cuyos estudiantes muestren bajo rendimiento en pruebas estandarizadas como ENLACE deberán tomar cursos especialmente orientados”. En algunas entidades como el Distrito Federal, incluso, está como meta alcanzar los 600 puntos en la prueba.

A la par de las dificultades y los cambios, ENLACE se amplió y diversificó. Ahora, además de los grados y las asignaturas con que inició, incluye primero y segundo de secundaria, así como la asignatura de historia. También se extendió al último grado de la educación media superior, aunque, a diferencia de la educación básica, para el nivel medio superior, la prueba no está alineada al curriculum, más bien como la prueba PISA, trata de medir qué tan capaces son los jóvenes de poner en práctica los conocimientos ya adquiridos de lectura y matemáticas.

Es decir, ENLACE no solamente se utiliza para los fines que se declararon explícitamente: un diagnóstico del nivel de aprendizaje de los alumnos en ciertos contenidos alineados al curriculum en la educación primaria, o los niveles de competencia en la educación media superior para tratar de mejorar la calidad educativa, sino que también cumple la función de comparar desempeños de escuelas y alumnos, medio para recompensar o remediar el esfuerzo docente y como un fin en sí mismo, al intentar centrar el enseñanza en los contenidos de la prueba. No obstante, el problema de asignarle múltiples propósitos a un instrumento de evaluación es que no los cubrirá si no fue diseñado con tales finalidades.

LAS VARIACIONES

En los hechos, la prueba ENLACE se ha convertido, independientemente de las críticas sobre su validez técnica o pertinencia para mejorar la calidad educativa, en una forma de valorar el desempeño educativo de alumnos, escuelas, entidades federativas y a nivel nacional. Lo anterior se debe, en buena medida, a la forma de comunicación pública de los resultados, pero también a la escala censal de aplicación anual, a pesar de que las propias autoridades educativas han advertido que la prueba no permite derivar conclusiones sobre el desempeño ni calificar las diferentes instancias.

En educación media superior, la prueba comenzó a aplicarse en el 2008 y aunque el pasado mes de abril se efectuó por tercera ocasión, los resultados todavía no se conocen. Un par de años es un lapso relativamente escaso para apreciar diferencias en los resultados, pero las variaciones registradas, tanto a nivel nacional como por entidad federativa, muestran el logro educativo y un patrón relativamente irregular de desempeño de un año al siguiente. El caso de Sinaloa es ilustrativo de esta tendencia.

La prueba para la educación media superior, como ya lo indicamos, se aplica únicamente para el tercer grado de este nivel e independientemente de la modalidad educativa de la que se trate. El instrumento consta de 140 reactivos de opción múltiples; 50 de ellos dedicados a evaluar la habilidad lectora y los 90 restantes a la habilidad matemática.

A su vez, los resultados obtenidos en la prueba se agrupan con base en cuatro niveles de dominio de las habilidades: insuficiente; elemental; bueno; y excelente. Por ejemplo, un nivel insuficiente para la habilidad lectora indica que el estudiante solamente es capaz de identificar elementos explícitos en textos narrativos o expositivos, o bien, realizar inferencias sencillas sobre las acciones de los personajes. En el elemental, puede ubicar o integrar diferentes partes de un texto, reconocer la idea central, establecer relaciones simples e inferir el significado de las palabras. En cambio, en un nivel bueno, además de las capacidades anteriores, relaciona elementos del texto, comprende el texto de forma global y detallada, puede sintetizar el contenido y evalúa la estructura del texto. En el nivel excelente, como su clasificación lo indica, el estudiante tiene un amplio dominio y las mayores capacidades, por ejemplo, es capaz de hacer “inferencias complejas para construir una interpretación global del texto”, establece relaciones entre argumentos y contraargumentos, y puede emitir un juicio analítico sobre el texto. En el caso de los niveles de la habilidad matemática son similares los niveles de complejidad. Obviamente no habrá buenas noticias si la mayoría de estudiantes muestran resultados con niveles de insuficiente o elemental y, el caso contrario, si están en los dos niveles superiores.

Sinaloa es una entidad que tiene una posición intermedia en los indicadores educativos. Por ejemplo, según el II conteo de población y vivienda del 2005, a nivel nacional había 5.7 millones de personas mayores de 15 años analfabetas, de ese total en Sinaloa había 112,065, lo que representaba 6.4 por ciento de su población; por tanto, ocuparía el 20° lugar en ese indicador. Es decir, no está en los primeros lugares en analfabetismo, como sería el caso de Chiapas, Oaxaca, Guerrero o Veracruz, pero tampoco en las posiciones inmejorables de Baja California, Nuevo León o el Distrito Federal. Igualmente, si se considera el rezago total (personas mayores de 15 años que no han concluido su educación básica) según el mismo II conteo, Sinaloa tenía 750,264 personas en esa condición, lo que representa el 43 por ciento de su población total; a nivel nacional el porcentaje es de 44 por ciento.

En lo que se refiere a educación media superior, Sinaloa incrementó casi un punto porcentual anual la cobertura en el grupo de edad en los últimos 15 años; pasó de una cobertura de 59.4 en 1995 a una de 74.5 por ciento en el 2010. Un avance promedio similar a Campeche, Guerrero o el Estado de México en el mismo periodo, pero menor a otras entidades que avanzaron 20 o 30 puntos porcentuales, particularmente aquellas que tenían tasas de cobertura muy bajas, como Guanajuato, Oaxaca o Michoacán.

La cobertura en educación superior para Sinaloa también está por arriba de la media nacional. En el ciclo escolar 2008-2009, la cobertura, según el más reciente informe de gobierno, era de 35.7 por ciento de los jóvenes entre los 19 y 23 años. Esto es, una atención educativa que ocuparía el cuarto lugar a nivel nacional, después del Distrito Federal, Nuevo León y Sonora.

En lo que se refiere a los resultados en la prueba ENLACE, las tendencias de Sinaloa son similares a las mostradas a nivel nacional: tanto en la habilidad lectora como en la habilidad matemática se aprecia un incremento de alumnos en el nivel insuficiente, una disminución en el nivel elemental y un patrón irregular en los dos niveles siguientes.

Esto es, en el 2009 se aplicó la prueba a poco más de 800 mil jóvenes en todo el territorio nacional; en Sinaloa presentaron la prueba en habilidad lectora 23,721 jóvenes y en habilidad matemática 23,440. En general, para la educación media superior, sin diferenciar modalidad, la mayor proporción de jóvenes se ubica en nivel bueno de habilidad lectora; los niveles elemental y bueno sumarían casi dos terceras partes del total de jóvenes. Sin embargo, lo que también se muestra es una tendencia negativa, ya que aumentó de manera notoria la proporción de jóvenes con nivel insuficiente entre el 2008 y el 2009 (pasó de 16.6 por ciento a 25 por ciento), así como una disminución de jóvenes con la calificación de bueno; la tendencia se compensa ligeramente porque también se advierte una disminución de jóvenes con la calificación de elemental y un ligero incremento de jóvenes en el nivel de excelente. El flujo de los porcentajes es muy similar a los del nivel nacional, excepto porque el incremento de jóvenes con calificación de insuficiente no es tan notorio.

En habilidad matemática, a diferencia de la anterior, casi la mitad del total de jóvenes que presentaron el examen tiene un nivel insuficiente y si agregamos el nivel elemental, el porcentaje sería más del 80 por ciento de los jóvenes. También se advierte una ligera variación entre el 2008 y el 2009 para los diferentes niveles, aunque disminuye el elemental y aumentan el de bueno y excelente. Una tendencia positiva, al igual que los porcentajes para el nivel nacional.

Si vemos las diferencias por modalidad educativa, el bachillerato tecnológico, en comparación con el bachillerato general y el nivel técnico presentaría los mejores porcentajes. Por ejemplo, en habilidad lectora tiene el porcentaje más bajo de alumnos en los niveles de insuficiente y elemental, así como el mayor en el nivel de bueno y excelente. Además, los cambios entre el 2008 y el 2009 para el bachillerato tecnológico son positivos, porque aumentan los mejores niveles y disminuyen los menos deseables. También en habilidad matemática, el bachillerato tecnológico presenta los mejores porcentajes, puesto que tiene el mayor porcentaje en los niveles de bueno y excelente, a diferencia de las otras modalidades y de los porcentajes a nivel nacional. Esto es, los porcentajes para Sinaloa son mejores que los promedios nacionales.

A su vez, si diferenciamos por sostenimiento público y privado, en habilidad lectora son mejores los porcentajes para los planteles privados, tanto para el estado de Sinaloa como a nivel nacional, dado que tienen un mayor porcentaje de alumnos en los niveles bueno y excelente, así como cifras más bajas en los niveles insuficiente y elemental. Los porcentajes, incluso, mejoraron entre el 2008 y el 2009. La situación ligeramente contraria se aprecia en los planteles públicos, cuyo porcentaje de alumnos en el nivel de insuficiente se incrementó y el de bueno disminuyó. También son mejores las cifras de los planteles privados en habilidad matemática: el 22 por ciento de jóvenes tiene la calificación de bueno en la entidad federativa (un promedio mayor que a nivel nacional) y en los planteles públicos el porcentaje es entre 11 y 13 por ciento (relativamente similar al promedio nacional). En los planteles públicos se concentran alrededor de la mitad de los jóvenes en el nivel insuficiente, mientras que el porcentaje para los planteles públicos está entre 32 y 34 por ciento.

En general, si solamente considerara la prueba ENLACE se podría decir que el desempeño en la educación media superior es deficiente, aunque es mejor en habilidad lectora que en habilidad matemática. En esta última alrededor de la mitad de jóvenes tiene un nivel insuficiente. También que es mejor el desempeño del bachillerato tecnológico, respecto de las otras modalidades. O bien que los porcentajes son mejores para los planteles privados que para los públicos. Tendencias que son relativamente similares a las del nivel nacional.

Sin embargo, como la misma autoridad educativa lo previene, no se pueden realizar generalizaciones ni derivar conclusiones apresuradas sobre la calificación de jóvenes y de la entidad federativa con la prueba. Pero, la misma comunicación pública de los resultados y los diferentes factores que se le han asociado a ENLACE, hacen inevitable las comparaciones y los listados.

(Publicado en la Revista Educación 2001. No. 181. Junio, 2010)

¿QUÉ CARTERAS IMPORTAN?

Un nuevo ajuste en el gabinete de esta administración tuvo lugar la semana anterior. No solamente se trata de la falta de consolidación y continuidad en el equipo de trabajo gubernamental, a pesar de que está por entrar en el último tercio de su ejercicio, sino también de la subordinación de la gestión a una eventual agenda política que no parece reparar en sus propias promesas ni en el crecimiento y competitividad del país.

En términos constitucionales, el presidente de la República tiene la facultad de “nombrar y remover libremente a los secretarios de despacho” (fracción II del artículo 89). Por tanto, no se pueden objetar los cambios en la titularidad de las secretarías y menos por ciertas características del anterior o nuevo funcionario. Es una facultad del ejecutivo federal y punto.

El problema, sin embargo, es que en esta administración, generalmente, los nombramientos o los cambios en las carteras han sido comandados por el posicionamiento y la dinámica política, no por un horizonte de crecimiento económico de la nación o por las capacidades y resultados de los funcionarios.

Desde el comienzo de la actual administración se hicieron notar los nombramientos que ilustraban la distribución de posiciones, según los grupos afines, y acaso uno de los más emblemáticos, en el sector educativo, fue la cesión de la conducción de la educación básica a la dirigencia del sindicato de maestros.

El cambio en la Secretaría de Educación Pública, en abril del año pasado, ratificó que lo más relevante no era elevar el nivel escolar de la población o la calidad educativa, sino el intercambio político, haya sido motivado por la presión del mismo sindicato magisterial para la remoción de la titular o por un cálculo de mayor rendimiento político en la posición que actualmente ocupa en la Cámara la ex secretaria de educación Josefina Vázquez Mota. En cualquiera de los casos, la cartera de educación no mereció mayor importancia y el activismo político de su actual titular, así como los cambios posteriores en los subsecretarios lo corroboraron.

Lo mismo ocurrió con el escándalo mediático en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes en marzo del año pasado. El enfrentamiento público entre el titular del despacho, Luis Téllez, y una de sus subsecretarias, Purificación Carpinteyro, culminó con la separación de ambos de sus funciones y una agenda de pendientes en el sector que persiste a la fecha. Nuevamente, la disputa política se impuso sobre los imperativos sectoriales; las decisiones sobre múltiples y variados temas en el ramo de las comunicaciones dio paso a la especulación.

Sin embargo, tal vez los cambios más sorprendentes del gabinete fueron los del pasado mes de diciembre. El ejecutivo federal propuso a Agustín Carstens, quién se desempeñaba como su secretario de Hacienda, como nuevo gobernador del Banco de México para el periodo 2010-2015, un cargo para el que se necesitaba la ratificación del senado, así que los legisladores también comparten la responsabilidad en el nombramiento, y pasó a su entonces secretario de Desarrollo Social, Ernesto Cordero, a ocupar la cartera de Hacienda. Los movimientos fueron sorprendentes porque se trataba del delicado sector financiero y, especialmente, por el periodo crítico de recesión que estaba por quedar atrás. Una vez más, los cambios estaban animados por el cálculo político no por las calificaciones técnicas de quienes ocupaban sus respectivos puestos.

En la modificación del gabinete del pasado miércoles 14, la atención pública se ha centrado principalmente en el nuevo titular en la Secretaría de Gobernación y en la sustitución del director de comunicación social de la presidencia. Por el contrario, el cambio en la Secretaría de Economía ha pasado relativamente desapercibido, a no ser por algunas de las credenciales de su ahora titular.

El asunto es que la Secretaría de Economía registra a su tercer secretario. El primero en encabezar la dependencia fue Eduardo Sojo, quien ocupó el puesto al iniciar funciones la actual administración y hasta agosto de 2008, cuando pasó a la presidencia del Instituto Nacional de Estadística y Geografía --poco después de que el organismo se declaró autónomo y su nombramiento también debió ser ratificado por el senado. Luego vino como secretario de Economía, Gerardo Ruiz Mateos, quien ocupó el puesto hasta la semana pasada. El nuevo titular de la cartera es Bruno Ferrari García de Alba.

Al igual que lo ocurrido con otros ajustes previos en el gabinete, el acicate principal para los movimientos se ha localizado en el terreno político, más que en el técnico o en la eficiencia y eficacia de la administración. Difícilmente podremos esperar en lo que resta del periodo el cumplimiento de las promesas de mayores empleos, una economía más fuerte y competitiva o una mejor calidad educativa, si esas carteras carecen de importancia o son fácilmente intercambiables para la actual gestión.

(Publicado en Campus Milenio. No. 377. Julio 22, 2010)

viernes, 9 de julio de 2010

UN VERANO PARA DEFINIR LA VOCACIÓN CIENTÍFICA O TECNOLÓGICA

En este verano, como ocurre cada año, algunos jóvenes en edad de cursar estudios superiores estarán por iniciar o continuar su formación a nivel licenciatura, otros por avanzar a nivel de posgrado y otros más, con o sin grados escolares, enfrentarán un reluctante mercado laboral. Pero un grupo de alrededor de dos millares de jóvenes que están por concluir o ya concluyeron sus estudios de licenciatura, ingresarán en dos programas de estancias breves que tal vez serán decisivos para orientar su futuro profesional: “El verano de la investigación científica” y “Veranos por la innovación en la empresa”.

Las noticias en el terreno laboral están lejos de ser alentadoras. En el país cada año se crean, en promedio, apenas una cuarta parte de los puestos de trabajo formales que se requieren para satisfacer a los nuevos demandantes. Un dato revelador para una administración gubernamental que se autoimpuso la creación de empleos como una prioridad. Tal vez por esta razón, una porción importante de jóvenes que tuvieron oportunidad de llegar a los estudios superiores, más que buscar una vacante cuando concluyen la licenciatura, intentan aprovechar las opciones para alcanzar una formación especializada.

El incentivo para continuar con estudios avanzados no solamente se debe a las dificultades laborales, también interviene la familia, la trayectoria educativa del estudiante, el ambiente escolar o el nivel de ingresos familiar, por ejemplo. Sin embargo, quizás uno de los factores de mayor relevancia radica en los instrumentos y programas institucionalmente organizados para motivar e impulsar las vocaciones.

El programa de becas para estudios de posgrado de Conacyt, a pesar de sus problemas y altibajos en sus ya cuatro décadas de operación, como lo hemos repetido en múltiples ocasiones en este espacio, ha sido de suma importancia para la formación avanzada de recursos humanos en el país y especialmente benevolente con los beneficiarios.

Las becas, sin embargo, no han sido un acicate suficiente para que los jóvenes se decidan a incursionar en una carrera científica o tecnológica, también ha sido necesario instaurar programas especialmente diseñados para llevarlos al terreno propiamente de la investigación y despertar su interés por tal actividad.

Uno de las iniciativas más destacadas en la definición de vocaciones es el Verano de la investigación científica. El programa está a cargo de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC) y cuenta con el apoyo de Conacyt y de SEP; ya cumplió dos décadas de estar en funcionamiento y cada verano encauza a un importante número de jóvenes.

El objetivo principal del programa es despertar la curiosidad de los estudiantes de licenciatura y fomentar su interés en la actividad científica. Básicamente consiste en una estancia de dos meses en alguna institución de investigación del país, bajo la guía de investigadores en activo, sea en el área de las ciencias naturales y exactas o en las sociales y humanidades.

Según los datos de la AMC, el año pasado participaron poco más de un millar de estudiantes (58 por ciento mujeres y 42 por ciento hombres). Sinaloa con 147 y Tabasco con 120 son dos de las entidades con el mayor número de jóvenes participantes en el programa, luego le siguen con un menor número Veracruz, Sonora, Estado de México y Distrito Federal.

La iniciativa de la AMC se concentra en la investigación científica, pero desde el año pasado se impulsó un nuevo programa orientado a la investigación tecnológica: Veranos por la innovación en la empresa. Este último está bajo la responsabilidad del Foro Consultivo Científico y Tecnológico (FCCyT) y cuenta con el apoyo de Conacyt y una decena de organizaciones empresariales, gremiales e instituciones educativas.

El programa del Foro también está dirigido a estudiantes de licenciatura, quienes reciben un apoyo económico, aunque la estancia la realizan en alguna empresa del territorio nacional es de seis semanas --un poco más breve que en el otro programa. Las empresas participantes registran un proyecto de innovación y es la base en la que trabajan los estudiantes que recibe.

La información que reporta el FCCyT señala que el año pasado participaron 599 estudiantes, provenientes de 165 universidades públicas, y realizaron estancias en 93 empresas. Un volumen importante de jóvenes, instituciones educativas y empresas, a pesar de la relativa novedad del programa.

Al parecer, el programa ha tenido una buena recepción entre los jóvenes y las empresas, puesto que solamente aceptó la mitad del total de jóvenes aspirantes. Las entidades federativas con el mayor número de estudiantes fueron Jalisco (Universidad de Guadalajara con 81 alumnos), el Estado de México y el Distrito Federal (UAM con 54 alumnos y UNAM con 32 alumnos).

En conjunto, realmente, los dos programas reúnen a un pequeño número de estudiantes, pero sin duda sus alcances son mayores, están muy bien localizados y tienen un efecto positivo para inclinar las vocaciones de los jóvenes.

(Publicado en Campus Milenio No. 376. Julio 8, 2010)

CIENCIAS SOCIALES: LA BRECHA DEL CONOCIMEINTO

Una de las principales conclusiones del reciente informe sobre las ciencias sociales en el mundo es que, a pesar de los innegables aspectos positivos que han registrado estas disciplinas en la última década, existen grandes brechas que han limitado su capacidad para ofrecer respuestas a los retos actuales y para analizar las tendencias que afectan a la sociedad.

A menudo, como lo indica la directora general de la UNESCO en las palabras introductorias del informe, Irina Bokova, el conocimiento científico de la sociedad está menos desarrollado en las partes del mundo donde es más necesario. Tal vez podemos estar edificando una ‘sociedad del conocimiento’, añade la directora, pero luce muy diferente dependiendo de la perspectiva regional que se trate. Efectivamente.

La semana anterior, la UNESCO dio a conocer el informe: 2010 World Social Science Report. Knowledge Divides (disponible en la página web del organismo internacional). Es una actualización del informe que publicó en 1999 sobre el mismo tema. El documento actual estuvo a cargo del Consejo Internacional de Ciencias Sociales (CICS) y a lo largo de una decena de capítulos, ofrece un panorama global de las ciencias sociales.

En el informe se advierte la rápida expansión de las ciencias sociales, expresado por el mayor incremento de estudiantes de licenciatura y de posgrado en el total de la matrícula universitaria. También por la multiplicación de las publicaciones que circulan y por la demanda creciente de las habilidades y el conocimiento de las ciencias sociales, particularmente en los problemas clave del mundo contemporáneo, como las inequidades en el ingreso, las tendencias demográficas, la pobreza, el cambio climático, la violencia, el problema del agua, la seguridad pública o el desarrollo sustentable, entre muchos otros. Problemas que han propiciado la realización de cierto tipo de investigación y un trabajo más interdisciplinario.

La influencia creciente de las teorías y de los conceptos de las ciencias sociales se ha diseminado en la sociedad, en buena medida debido al contexto globalizado en el que hoy nos encontramos y a la internacionalización de la educación superior y de la investigación. Pero también debida a los avances en las tecnologías de la información que permiten una mayor circulación de los conocimientos y formas de colaboración.

Sin embargo, como se destaca en la parte introductoria del reporte, no todo es miel sobre hojuelas. A la par de la influencia y del crecimiento de las ciencias sociales, ha aparecido la crítica sobre su desempeño. Por ejemplo, a los economistas se les culpa de perder de vista la realidad social, al embelesarse con modelos abstractos y sofisticados, lo mismo que al confiar en el valor del mercado y no prever ni anticipar las crisis económicas o financieras. A los politólogos se les reprocha su escasa capacidad de anticipación de los cambios profundos en la opinión de la sociedad o los equivocos en los escenarios electorales que trazan. O bien, se advierte las fallas de los sociólogos para identificar las grandes tendencias sociales.

Pero el mayor problema que se advierte en el reporte es la brecha del conocimiento. Según sostienen Yves Gingras y Sébastien Mosbah (capítulo 4), la globalización y la internacionalización de la investigación, esencialmente, ha favorecido a Europa Occidental y a América del Norte que concentran alrededor de tres cuartas partes de las revistas especializadas.

De acuerdo a los datos del reporte, Europa representa alrededor del 45 por ciento de la producción en las revistas y América del Norte el 37 por ciento, lo cual suma el 82 por ciento del total de la producción en revistas publicadas en todo el mundo.

Al desagregar la información por lugar de edición de las revistas, entre los primeros 20 países: nueve son europeos, cuatro asiáticos, dos de América Latina (Brasil y México), dos de Oceanía, dos de América del Norte (Estados Unidos y Canadá) y uno de Afríca (Sudáfrica). Además, en Estados Unidos se edita una cuarta parte del total de las revistas especializadas en ciencias sociales.

El asunto es que al publicarse la mayor parte de revistas en Europa o en América del Norte, el 85 por ciento del total de revistas son editadas total o parcialmente en inglés. Es decir, a la concentración de temas, a pesar de los contextos locales de los problemas, se agrega el fuerte dominio del inglés en las ciencias sociales.

Son muy variados e interesantes los temas que se describen y analizan en los diferentes capítulos del informe. Al final, además de resaltar las principales conclusiones que se derivan de la información acumulada, se presentan una serie de recomendaciones para cerrar las brechas del conocimiento en las ciencias sociales. Por ejemplo, se sugiere la disponibilidad de financiamiento para producir resultados, así como formas de colaboración e integración de redes en las ciencias sociales o el reforzamiento del multilinguismo entre los científicos sociales.

(Publicado en Campus Milenio. No. 375. Julio 1, 2010)