domingo, 27 de julio de 2014


La Universidad Abierta y a Distancia de México

 

Alejandro Canales
UNAM-IISUE/SES

La Universidad Abierta y a Distancia de México (Uadm) es un proyecto relativamente nuevo y en él se depositaron grandes expectativas para ampliar las oportunidades educativas no sólo para quienes precisan ciertas condiciones de estudio, también para el creciente número de jóvenes que no encuentra acomodo en las instituciones tradicionales.

Sin embargo, tal parece que su arranque, como el de casi todos los proyectos universitarios novedosos, todavía debe demostrar que su futuro es posible. Tal vez para muchos de los que se matricularon en ese espacio virtual, la Uadm no es la opción que esperaban y seguramente no lo será.

En 2009 comenzó la idea de ofrecer educación a distancia a gran escala, como programa universitario. Pero fue hasta enero de 2012, casi al final de la administración de Felipe Calderón, cuando se publicó el decreto de creación de la Uadm con la figura jurídica de “órgano administrativo desconcentrado de la Secretaría de Educación Pública, con autonomía técnica, académica y de gestión”.

Es decir, la nueva universidad como entidad no autónoma, cuyo rector es nombrado por el presidente de la República, a propuesta del secretario de Educación Pública; una universidad pública federal con un estatus similar al Instituto Politécnico o a la Universidad Pedagógica.

El decreto de creación establece que su oferta será no escolarizada y utilizando las tecnologías de la información y la comunicación. Pero tendrá una organización similar a la mayoría de instituciones de educación superior presenciales. Esto es, un rector, como máxima autoridad, un consejo universitario, una secretaría general un consejo académico, coordinaciones y divisiones académicas.

De hecho, apenas en noviembre del año pasado se celebró el primer consejo universitario, integrado por una decena de personas. Las opciones educativas que ofrece son tanto a nivel licenciatura (12 cuatrimestres) como de técnico superior universitario (siete cuatrimestres).

Las opciones están centradas en una docena de carreras, en su mayoría una mezcla de opciones tecnológicas orientadas a los servicios. Por ejemplo: administración de empresas turísticas; gestión y administración de PYMES; o mercadotecnia internacional. También biotecnología, energías renovables, tecnología ambiental, matemáticas o telemática.

Las cifras de la Uadm son relativamente imprecisas y están en construcción, tal vez por el poco tiempo que tiene en operación y por la naturaleza misma de la institución. Según los datos oficiales del informe de gobierno del año pasado, su matrícula era de poco más de 50 mil alumnos (alrededor 1000 fuera de México, en 70 países), sus profesores sumaban 2 mil 500 y contaba con 140 centros de acceso universitario en toda la República para jóvenes que carecen de equipo de cómputo o no tienen conectividad.

En las mismas cifras oficiales se advierte que la mayor parte de la matrícula no corresponde al grupo de edad (jóvenes de 19 a 23 años de edad). Esto es, nueve de cada diez personas inscritas superan esa edad (p. 329). Aunque en este año la matrícula aumentó y tal vez las proporciones se han modificado.

Recientemente, el rector de la Uadm, Francisco Cervantes, destacó que solamente 746 alumnos concluirán en tiempo y forma sus estudios y habla que cerca de 38 mil son población flotante (La Jornada 19.07.2014).

Tal vez el tema de la edad sea uno de los factores que explique el alto nivel de abandono de los estudios. No solamente porque son personas poco familiarizadas con el manejo de tecnologías de información, sino también porque han perdido el hábito de la disciplina académica y piensan erróneamente que resultará más fácil la educación a distancia. ¿O es la oferta de contenidos?

Hasta ahora, lo que se puede advertir es que la Uadm no la perciben los jóvenes como una opción relevante. Ahí se localiza su principal tarea y desafío.

(Publicado en Campus Milenio No. 569. Julio 24, 2014, p.5)

jueves, 17 de julio de 2014

La formación de recursos de alto nivel

Alejandro Canales
UNAM-IISUE/SES
canalesa@unam.mx Twitter: @canalesa99


El programa de becas del Conacyt, desde su misma instauración, ha permitido la formación de la mayoría de investigadores en México. Lo hemos dicho en numerosas ocasiones: la política de becas del organismo ha sido invaluable, amplia y muy benevolente.

También es cierto que el programa ha tenido sus inconsistencias a lo largo de sus más de cuarenta años, un cierto desorden administrativo, el cual apenas se corrigió en la última década, y altibajos en el volumen de apoyos otorgados. Variaciones que en buena medida han respondido a la variable de los recursos financieros y a las obsesiones de los titulares del programa.

En esta administración, con la iniciativa del Foro Bilateral sobre Educación Superior, Innovación e Investigación (Fobesii), ese convenio marco firmado entre el gobierno estadounidense y el mexicano en mayo del 2013al parecer habría un renovado impulso a la movilidad estudiantil y a la formación de recursos humanos.

Sin embargo, el Programa Especial de Ciencia, Tecnología e Innovación 2014-2018 (Peciti) –cuya anomalía jurídica persiste porque a la fecha no se ha publicado el decreto correspondiente—, no considera el caso del Fobesii ni tampoco alguna iniciativa particularmente destacada al respecto.

EPeciti, en lo concerniente al capital humano, señala que el volumen de becas (nuevas y vigentes) otorgadas por el gobierno mexicano sumaron poco más de 60 mil para estudios de posgrado en el 2012, en su mayoría fueron para estudiar en instituciones nacionales y Conacyt es el principal respaldo de tales becas (otorga ocho de cada diez becas del gobierno mexicano).

Según el Informe general del estado de la ciencia, la tecnología y la innovación 2012, el más reciente disponible, Conacyt otorgó para ese año 46 mil 314 becas, de las cuales el 59 por ciento fueron para maestría, 37 por ciento para doctorado y el 4 por ciento restante paraposdoctorado y estancias.

Del total de becas otorgadas por Conacytpoco más de la mitad son nuevas becas, nueve de cada diez son para estudios en instituciones nacionales y más o menos se conserva la misma proporción de asignación para las nuevas becas.

El mismo Peciti, a manera de diagnóstico sobre el programa de becas, reitera lo que en administraciones anteriores también se ha indicado: “no se ha contado con una estrategia de focalización clara, puesto que la mayoría de los apoyos otorgados sigue una política poco orientada hacia áreas prioritarias o estratégicas” (p. 23).

Un diagnóstico que en administraciones anteriores ha conducido a modificaciones poco afortunadas del programa. En esta ocasión, el Peciti no señala explícitamente que se vaya a tomar alguna medida, aunque el diagnóstico lo anticipa.

De hecho, en lo que corresponde al rubro de “cooperación internacional”, en el Peciti se reitera más o menos el mismo diagnóstico: los esfuerzos han sido más bien dispersos. Por tanto, indica que a través de un “mapeo” se han identificado países y regiones que ofrecen oportunidades de cooperación para México.

Los países que menciona son: son Estados Unidos y Canadá, en América del Norte; Argentina, Brasil, Chile y Colombia, en América del Sur; Alemania, España, Francia y el Reino Unido, en Europa; y China, Corea del Sur, India, Israel y Japón, en Asia” (p. 39).

Igualmente, en las estrategias y en las líneas de acción incluidas en el Peciti se anota y reitera la idea de alinear la formación de recursos humanos a las áreas emergentes y a las prioridades del sector a nivel nacional, estatal y regional.

No obstante, a diferencia de otros componentes, el tema de la formación de recursos no forma parte de la descripción de indicadores incluidos en el Peciti que señalan claramente una meta a lograr. Entonces, resulta difícil anticipar hasta dónde piensa llegar en esta materia.

Por otra parte, según ha informado el mismo Conacyt, está en marcha un ejercicio de evaluación de becarios nacionales. El propósito anunciado es “conocer la percepción de becarios vigentes del Conacyt sobre el Programa de Becas Nacionales a fin de generar posibles acciones de mejora en el mismo” (comunicado 41/14).

El caso, como se podrá notar, es que el Peciti no incluye alguna previsión particular que lo conecte con lo que se había planteado en el Fobesii. ¿Se confirma que este último no tiene futuro o son iniciativas divergentes? Seguramente lo primero. Tampoco está claro que habrá un mayor número de becas. Solamente está el propósito de focalizar y concentrar. Veremos si no se vuelven a repetir errores del pasado.

(Publicado en Campus Milenio No. 568. Julio 17, 2014, p.5)

jueves, 10 de julio de 2014

Las cifras y los convenios para abatir el rezago educativo

Alejandro Canales
UNAM-IISUE/SES
canalesa@unam.mx Twitter: @canalesa99


El analfabetismo, a estas alturas del siglo XXI ya no debiera ser un problema, pero persiste. Es uno de los grandes pendientes del Estado mexicano con los sectores más vulnerables y tal vez la muestra más reveladora de las fallas de los programas de atención educativa.

La actual administración, como también ha ocurrido en el pasado, se ha planteado atender el problema y hacerlo con la participación específica de otros sectores. No es la primera vez que se recurre a la colaboración explícita;tampoco sería raro que los resultados coincidieran.

Las estadísticas más recientes sobre analfabetismo y rezago educativo muestran que el reto es mayúsculo. Loscálculos del Instituto Nacional de Educación para los Adultos (INEA), dependientes de bases oficiales, son relativamente variables.

Al cierre de diciembre del año pasado, las estimaciones de INEA indicaban que el volumen global de personas mayores de 15 años analfabetas o que no habían concluido la primaria o secundaria (rezago educativo) sumaban 32,092,865. De ese total: 5,115,854 eran analfabetas; 10,052,846 no habían concluido la primaria; y 16,924,165 no terminaron la secundaria.

Las cifras de este año del INEA, cuando todavía no concluye el año ni se pone en marcha ningún  programa especial, muestran una reducción importante sobre las de diciembre de 2013Ahora el número de personas registradas que no saben leer ni escribir es de 4,795,459 y las del rezago total 31,784,016. Esto es, serían 320 mil personas analfabetas menos y 309 mimenos en rezago total.

Sin embargo, respecto de diciembre de 2013, la reducción es de llamar la atención por dos razones. Por una parte, en promedio, en ciclos anteriores, el número de personas alfabetizadas por año son poco más de 100 mil; ahora, enun semestre, van poco más de 300 mil. Por otra parte,respecto de los datos del 2013, aunque la reducción del analfabetismo puede ir a un ritmo mayor que la de quienesconcluyen la primaria o secundaria, el primero está incluido en las cifras del rezago, por lo que sus cifras no pueden ser menores las de este último. ¿Entonces?

La información es del mismo organismo y las bases de cálculo son las mismas. Tal vez el índice de mortandad de la población adulta aumentó repentinamente o alguna de las fuentes es diferente y eso explica las variaciones.Claro, otra posibilidad es el ajuste de las cifras para ir proyectando la reducción. Si los compromisos de la administración son muy puntuales, valdría la pena tener claridad y precisión en las cifras que se alcanzarán.

Las metas comprometidas para el 2018 en el programa institucional del INEA son: disminuir del actual 38 a 33 por ciento el rezago educativo y del 6 al 3.4 por ciento el analfabetismo. En términos absolutos significa que poco más de 5 millones concluirán la primaria o secundaria y2.5 millones de personas serán alfabetizadas.

Es decir, anualmente, durante los próximos cuatro años, deberán alfabetizarse poco más de 600 mil personas (unas 1,700 diariamente; incluyendo días inhábiles) y más de un millón, también cada año, tendrían que concluir su educación básica que dejaron pendiente. Al mismo tiempo, habría que cuidar
que ningún niño o adolescente abandonara la escuela para que no se sumara como nuevo rezago. Nada menos.

La tarea parece difícil, requiere de múltiples y muy variados esfuerzos y por ello parece razonable la campaña que se piensa emprender. Pero tampoco es una novedad. Anteriormente se han celebrado  convenios con las propias dependencias gubernamentales y con organismos particulares para que los trabajadores en situación de rezago logren culminar sus estudios. Sin embargo, los resultados han sido francamente modestos.

Lo que ha sido menos frecuente es la participación de organismos particulares como proveedores, no como usuarios, del servicio educativo. En la administración 2000-2006, precisamente cuando se integró el Conevyt y se planteaba abatir el rezago educativo, se firmaron convenios con empresas nacionales y transnacionales, tanto para el desarrollo de software como para infraestructura en comunicacionesY, otra vez, los resultados no fueron los que se esperaban.

Recientemente, para la campaña que arrancará en agosto, se anunció la firma de un nuevo convenio entre el INEA y la empresa Microsoft. ¿Ahora será diferente de lo que fue en el pasado? Todo puede ser posible, pero la experiencia no ha sido nada alentadora.
Sin embargo, sin duda, debe atenderse sin demora el impreciso, grave y penoso problema del rezago educativo y requiere la participación de los diferentes sectores.
(Publicado en Campus Milenio No. 567. Julio 10, 2014, p.4)

jueves, 3 de julio de 2014

El anómalo PECITI 2014-2018

Alejandro Canales
UNAM-IISUE/SES
canalesa@unam.mx Twitter: @canalesa99

Un tanto extraña e irregular ha sido la publicación del Programa Especial de Ciencia, Tecnología e Innovación 2014-2018 (Peciti)No apareció en la fecha que debióahora ya se presentó oficialmente pero el documento no tiene base legal.

Normativamente, todos los programas especiales considerados en el Plan Nacional de Desarrollo, como el Peciti y ocho más, debieron sepublicados a más tardar el último día de abril de este año. Todos aparecieron alrededor de esa fecha, pero no el correspondiente a ciencia y tecnología.

Al parecer el programa ya estaba elaborado, pero la demoraen publicarse era porque faltaba la autorización expresa del Consejo General de Investigación Científica, Desarrollo Tecnológico e Innovación, el organismo que preside el ejecutivo federal y que muy difícilmente se reúne por la complicada agenda de sus integrantes.

Sin embargo, a propósito de las reformas a la ley en materia de acceso abierto a la información científica y tecnológica, el Consejo General se reunió el pasado 20 de mayo, aprobó las reformas correspondientes y también el Peciti. De hecho, el director de Conacyt, Enrique Cabrero, en el mismo foro sobre acceso abierto a la información científica, afirmó que el Peciti se publicaría al día siguiente en el Diario Oficial de la Federación; se refería a21 de mayo pasado (Comunicado No. 36/14).

No obstante, a pesar de lo que indicó Enrique Cabrero, una vez más, el Peciti no apareció publicado; ni ese día nidespués. Tampoco hubo ninguna explicación al respecto, al menos oficialmente no hubo ningún pronunciamiento.  

Finalmente, Conacyt informa que el Peciti se presentó elpasado viernes 27 de junio y, efectivamente, el documentoya está en su página web. Pero, nuevamente, el Programa no aparece en el Diario Oficial. Ni el día que se presentó oficialmente y tampoco en los días siguientes.

La Ley de Ciencia y Tecnología (LCT) especifica claramente que: “Una vez aprobado (el Peciti), su observancia será obligatoria para las dependencias y entidades participantes, en los términos del decreto presidencial que expida el titular del Ejecutivo Federal” (artículo 21). El asunto es que no existe tal decreto y la existencia del documento programáticosin ese respaldo es más bien una anomalía jurídica.

Tal vez, como lo hemos indicado aquí en otras oportunidades, la relevancia del Peciti se ha relativizado, como la mayoría de los programas sectoriales, regionales y especiales de esta administración.

Frente a la importancia que se le ha concedido a la negociación, los acuerdos con las diferentes fuerzaspolíticaslos compromisos formulados por la actual administración desde el comienzo del periodo, algunas de lasdecisiones anunciadas e incluso a iniciativas que ya están en marcha, los programas se han visto como un asunto secundario, menor y quizás hasta prescindible.

La misma situación, en distinto grado, se advierte endiferentes programas, como el sectorial de Educacion, Energía o de Comunicaciones y Transportes, aunque el caso del Peciti es el más ilustrativo. Lo que importa es acordar, persuadir y presupuestar; ya llegará la hora de preocuparse por el desdoblamiento de las acciones, los resultados y la rendición de cuentas.

En el campo de la ciencia y la tecnología, las propuestas más relevantes, la de invertir el uno por ciento respecto al PIB en investigación y desarrollo experimental o las cátedras Conacyt para jóvenes doctores, entre otras, fueronformuladas desde el comienzo del periodo y desde luego antes de la elaboración del Peciti.

¿El gobierno en turno debe cruzarse de brazos y esperar hasta que esté lista la orden de salida de un meticuloso trabajo de planeacion de su periodo? Definitivamente no. Los problemas públicos son apremiantes y la línea base de cada administración no comienza de cero. No se puede estar improvisando cada tanto y las soluciones tampoco se generan de forma espontánea.

No obstante, lo sorprendente es la escasa importancia que se le confiere a la observación de la
normas en todos los niveles y sectoresTal vez sea mucha ingenuidad y una minucia la causa, pero parece no tener importancia ni consecuencias trangredir un precepto, al cabo que solamente es “tantito” o sus efectos ni se notan en el panorama caótico en el que tiene lugar o frente a los verdaderos y grandes males.

En fin, seguramente, en algún momento, será publicado el Peciti en el órgano correspondiente y ¿obligatorio para las dependencias y entidades correspondientes? Tal vez, sólo tal vez


(Publicado en Campus Milenio No. 566. Julio 3, 2014, p.4)