jueves, 24 de abril de 2014


Estudiantes mexicanos en Estados Unidos

Alejandro Canales
UNAM-IISUE/SES

En mayo del año pasado estuvo en México el presidente estadounidense Barack Obama. Uno de los acuerdos de cooperación con su homologo mexicano, Enrique Peña Nieto, fue incrementar el número de estudiantes mexicanos en Estados Unidos. A la fecha, el avance es muy modesto y el propósito parece inalcanzable; quizás ni siquiera se logre llegar a la mitad de lo previsto.

 En su momento, la iniciativa quedó instaurada como Foro Bilateral sobre Educación Superior, Innovación e Investigación (FOBESII). Un espacio para proponer estrategias de corto y mediano plazo para incrementar la movilidad estudiantil y los procesos de formación de jóvenes entre ambos países.

 El Foro, según lo previsto, contaría con la participación de representantes de los sectores gubernamental, académico y sociedad civil. La idea era darle forma a la propuesta: “La Fuerza de los 100 mil en las Américas”. Un programa anunciado en el 2011 por Obama y cuya meta es llevar a 100 mil jóvenes latinoamericanos a formarse en Estados Unidos e intentar que un número similar de estadounidenses vaya a países de América Latina.

 Sin embargo, al parecer, en el caso de México se busca que cubra por sí mismo la meta regional de los 100 mil. Esto tal vez debido a la entonces favorable coyuntura, la formalidad del acto de cooperación o porque el gobierno brasileño también había anunciado que otorgaría 100 mil becas (Ciencia sin frontera) para que sus estudiantes salieran al extranjero --aunque hoy parece que tampoco se sostiene.

 El asunto es que, como parte del FOBESII, se creó el “Grupo de Consulta Mexicano”. Una agrupación de 62 personas de 35 instituciones nacionales: académicas, públicas, privadas, sociales y empresariales. A su vez, el grupo integró ocho subgrupos de trabajo: pertinencia; movilidad en licenciatura; posgrado; investigación e intercambio académico; innovación y desarrollo tecnológico; prácticas profesionales; idiomas; y promoción.

 En septiembre del año pasado, el Grupo de Consulta Mexicano, propuso la “Estrategia 100+50: 100 mil estudiantes mexicanos en EUA y 50 mil estudiantes de EUA en México para 2018”. Sugirió que tal estrategia se denominara “Proyecta 100 mil”, misma que implicaría pasar de 14 mil estudiantes mexicanos en Estados Unidos en el 2012 a 100 mil para el 2018 y que los estadounidenses pasaran de 4 mil a 50 mil en el mismo lapso.

 La idea de la agrupación es incrementar no solamente las tradicionales becas de posgrado sino principalmente las estancias cortas de tres y seis meses (de licenciatura y posgrado), así como las prácticas profesionales y los cursos cortos. Según las proyecciones que trazaron, los 13 mil 893 jóvenes matriculados en Estados Unidos en el 2012, casi tendrían que duplicarse a partir de este año y más o menos conservar esa tendencia hasta el 2018.

 No obstante, en el primer año, las cifras no se acercan a lo deseado: solamente se añadieron tres centenares de estudiantes mexicanos. Pasaron de 13 mil 893 a 14 mil 199 entre el 2012 y 2013; un incremento 2.2 por ciento (Open Doors 2013. Report on International Educational Exchange).

 Probablemente, dado que la estrategia de movilidad estudiantil es una iniciativa en marcha, el reporte del año próximo reflejará con mayor precisión el impacto de un cambio, pero seguramente no duplicará la proporción actual y tampoco mostrará un incremento abrupto o significativo.

 Por ejemplo, como parte del FOBESII, la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) dio a conocer la semana pasada que se otorgarán 2 mil 330 nuevas becas: 2 mil becas Comexus-SEP para veranos de investigación en Estados Unidos; 280 becas Fulbright-García Robles; y un programa piloto, organizado Cámara Nacional de la Industria Electrónica de Telecomunicaciones y Tecnologías de la Información (CANIETI), para becar a 50 jóvenes por 10 semanas en la Universidad de Texas, para que se capaciten en electrónica, telecomunicaciones y tecnologías de la información.

 Si al número anterior le sumamos las aproximadamente 800 nuevas becas anuales que otorga Conacyt para estudiar en Estados Unidos y tal vez una cantidad igual o superior de jóvenes que se van con recursos propios, advertiremos que los números no se están moviendo muy rápido que digamos. Por tanto, difícilmente llegaremos a los 100 mil para el 2018.

 Posdata: ¿El Programa Especial de Ciencia, Tecnología e Innovación 2014-2018 se publicará al cuarto para las doce? Todo parece indicar que así será.

 
(Publicado en Campus Milenio No. 556. Abril 24, 2014, p.4)

jueves, 10 de abril de 2014


¿Las metas sobre rezago educativo son un compromiso?


Alejandro Canales
UNAM-IISUE

Desde los años noventa, y principalmente en los 2000, la mayor atención gubernamental y ciudadana se concentró en los niveles medio superior, superior y posgrado. Una cierta idea de que el reto de ofrecer educación primaria para todos –previsto desde 1917— ya no era un problema y todavía menos lo era el analfabetismo, llevó a subestimar las cifras del rezago educativo.

La extensión de la obligatoriedad a la educación secundaria, luego al preescolar y más recientemente a la media superior, mostraron que las preocupaciones estaban en otro lado, pero no en las personas mayores de 15 años analfabetas o que no habían concluido su educación básica.

 Tampoco es que se ignorara completamente el rezago educativo, imposible hacerlo con sus abultadas cifras a lo largo del siglo XX. De hecho, al inicio de los años ochenta se creó el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (Inea), como organismo descentralizado de la Administración Pública Federal, precisamente para atender la creciente población en rezago.

 Sin embargo, en el año 2000 sumaban 32.5 millones de personas mayores de 15 años en situación de rezago, en cifras redondas: seis millones de analfabetas; 12 millones sin la primaria concluida y 15 millones sin secundaria terminada. Esto es, representaban poco más de la mitad del total de la población mayor de 15 años, un tercio de la población total y un volumen similar a la población que estaba en el sistema escolar. Nada menos.

 El programa educativo del periodo de Vicente Fox reconoció la urgencia del problema y planteó como deseable la creación de una sola institución se encargara de la educación de adultos: el Consejo Nacional de Educación para la Vida y el Trabajo (Conevyt).

 Un Conevyt que aglutinaría a Inea, Conafe, Conalep, Cecatis y a todas las instituciones que ofrecían opciones educativas para adultos. Una sus prioridades sería atender el rezago educativo, aunque el programa educativo no planteó metas específicas en este terreno.

 El organismo se creó en 2002 pero, como tantas otras iniciativas del periodo, se extravió en el tránsito de las declaraciones a los resultados. Al terminar el sexenio de Fox, las cifras absolutas y relativas del rezago educativo disminuyeron solo ligeramente (analfabetismo un punto porcentual).

 En el programa educativo de Felipe Calderón, aunque se anotó el problema de los poco más de treinta millones de personas sin primaria y secundaria terminadas, no se planteó ninguna meta al respecto y ni siquiera quedó mencionado el analfabetismo.

La actual administración, en su Programa Sectorial de Educación, nuevamente advirtió que siguen existiendo 32.3 millones de personas en situación de rezago educativo: cinco millones de analfabetas; 10 millones sin primaria terminada; y 17 millones sin secundaria terminada (p. 31). Respecto al 2000, menos personas analfabetas y también menos sin primaria, pero más sin secundaría terminada.

 Al igual que administraciones anterior, y a diferencia de otros niveles y rubros considerados como una prioridad, el programa educativo de este periodo tampoco se planteó metas específicas para disminuir el rezago educativo, solamente habló de “impulsar una cruzada nacional” (p. 59).

En estos términos, resultó sorprendente que en la reunión de la semana anterior, en el Consejo Nacional de Autoridades Educativas (Conaedu), el secretario de Educación Pública, Emilio Chuayffet, dijera que en este año iniciará una gran campaña de alfabetización y precisara metas.

Por ejemplo, el titular de educación dijo que la meta es “disminuir de 6.9 a 3.4 por ciento, el analfabetismo en los menores de 15 años (sic); que más dos millones de adultos concluyan la primaria y otros 3.1 millones terminen la secundaria” (Comunicado 081). Quizás es un equívoco del titular o del comunicado de SEP anotar que es “en los menores de 15 años”, porque el rezago se refiere precisamente a los de 15 años y más.

 Lo cierto es que las cifras oficiales más recientes dicen que existen 5.1 millones de personas analfabetas (6.1 por ciento de 15 y más años), así que tales tendrían que disminuir en poco más de 2 millones y también habría que restar los 5 millones de primaria y secundaria. En total, de cumplirse las metas, disminuiría en 7 millones la cifra del rezago actual; aproximadamente quedaría en 25 millones.

La cifra sigue siendo abultada, pero las metas no son nada modestas y además se debe asegurar que en este periodo los niños y adolescentes no abandonen la escuela para que no se sumen como nuevo rezago. Considérese que en la última década la disminución del rezago fue de menos de un millón. Entonces, sí, debieramos tomar las recientes metas anunciadas como un compromiso y una urgencia.

(Publicado en Campus Milenio No. 555. Abril 10, 2014, p.4)

jueves, 3 de abril de 2014

Los recursos humanos de alto nivel y las patentes

Alejandro Canales
UNAM-IISUE/SE

En todas las naciones se ha colocado un énfasis en el tema de la formación de recursos humanos, tanto en destrezas profesionales como en la formación de alto nivel, espoleado por lo que se quedó instalado como la inexorable aparición de sociedades o economías basadas en el conocimiento y la búsqueda de innovación.

La presión de los reflectores sobre los estudios de nivel licenciatura y posgrado, principalmente en las áreas naturales y exactas, tanto como en las ingenierías y tecnologías, han llevado a un incremento relevante de la matrícula. A su vez, en la mayoría de países ha sido notable el incremento de los estudios de doctorado, aunque con sistemas educativos muy diferentes, variadas estrategias y resultados muy desiguales.

Tómese en consideración que en la primera década de los años 2000, el número de nuevos graduados de doctorado, en los países de la OCDE, se incrementó alrededor del 40 por ciento. México, para el mismo periodo, pasó de un mil 75 a 2 mil 939 graduados; una línea base muy modesta, pero casi triplicó su volumen (Brasil, en el 2012, graduó poco más de 13 mil doctores).

Al comienzo de los años 2000, de los un mil 75 graduados de doctorado en México, la mayor participación relativa era de las ciencias naturales y exactas (33 por ciento), seguida de las ciencias sociales y administrativas (21 por ciento), ingenierías y tecnologías (15 por ciento), educación y humanidades (13 por ciento), salud (10 por ciento) y al final las ciencias agropecuarias (8 por ciento).

En el 2010, como casi se triplicaron los graduados de doctorado, todas las áreas de conocimiento se incrementaron en términos absolutos y más o menos conservaron su participación relativa (salvo las ciencias sociales y administrativas que ocuparon la primera posición con un 25 por ciento).

Sin embargo, el crecimiento más acelerado en el periodo fue para las ingenierías y tecnologías: pasaron de 159 a 560 graduados (se multiplicaron por un factor de 3.5). Después los de ciencias de la salud, ciencias sociales y administrativas y educación y humanidades más o menos se triplicaron; los de ciencias agropecuarias y naturales y exactas casi se duplicaron.

Las cifras de egresados de doctorado en México son relativamente modestas –incluso los datos de matrícula del mismo nivel—, pero como en otras naciones se han movido muy rápido en muy poco tiempo. Un panorama muy cambiante en las diferentes naciones y todavía más si se toma en cuenta el tema de las patentes, uno de los indicadores de mayor impacto para medir la innovación.

Hace menos de una década Japón ocupaba la primera posición en el número de patentes, seguido de Estados Unidos, Corea del Sur, Alemania y una pujante China. Actualmente persiste la concentración, pero la situación se ha modificado notablemente.

La semana anterior la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), organismo perteneciente a Naciones Unidas, cuya misión es conducir un sistema internacional de propiedad intelectual, dio a conocer su reporte más reciente.

Según los datos de la OMPI, se han superado por primera vez la cifra de 200 mil solicitudes internacionales de patente presentadas en un mismo año. Ahora, la lista la encabeza Estados Unidos con 57 mil 239 solicitudes, le sigue Japón con 43 mil 918, China con 21 mil 516, Alemania con 17 mil 927 y República de Corea con 12 mil 386.

Todavía el año pasado Alemania ocupaba el segundo lugar y China muy cerca en tercer lugar. Pero de todos los países, China tuvo el mayor crecimiento relativo entre el 2012 y 2013 (una tasa de 16 por ciento), seguido Estados Unidos que se ha despegado considerablemente de Japón.

En América Latina, con números muy diferentes, Brasil con 661 solicitudes encabeza la lista, seguido por México con 233, Chile 144, Colombia 82 y una distante Argentina con 26 (una menos que el año pasado).

En cuanto a solicitudes de patentes por empresas, el primer lugar lo ocupa la japonesa Panosonic (2 mil 881), seguida de dos empresas Chinas y dos estadounidenses. Las solicitudes por universidad, el primer lugar es para la Universidad de California y las otras nueve también son estadounidenses (con excepción del Instituto Avanzado de Ciencia y Tecnología de Corea que aparece en la séptima posición).

En el caso de México parece necesario explorar más detenidamente el sistema educativo y el complicado tema de la inserción laboral de los jóvenes doctores. 



(Publicado en Campus Milenio No. 554. Abril 3, 2014, p.4)