domingo, 28 de septiembre de 2014


El incentivo de los recursos financieros para la participación social

Alejandro Canales
UNAM-IISUE/SES

En la exposición de motivos del Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación para el 2015, el que recientemente entregó el gobierno federal al Congreso, se atribuye una responsabilidad financiera a los Consejos Escolares de Participación Social en Educación (CEPS). Desafortunadamente no se desagrega ni se precisa el volumen que podrían alcanzar tales recursos; tampoco la convergencia con otros programas en marcha.

La primera vez que, normativa y oficialmente, se habló de participación social en educación fue hace más de dos décadas. El término quedó registrado en el Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica de 1992; al año siguiente sería recuperado en la Ley General de Educación.

Una amplia y compleja estructura de participación social se previó desde aquellos años, una que recorrería cada uno de los planteles de educación básica (en ese entonces sumaban más de 150 mil), los más de 2 mil 400 municipios, todas las entidades federativas y culminaría en un consejo nacional.

Pero no, 20 años después, lo que parecía una buena idea simplemente no se ha podido transformar en realidad. Llevar al terreno de la escuela a funcionarios, ciudadanos y padres de familia, a través de una estructura formal, ha resultado sumamente ambiguo y complicado

Al parecer, con la reforma educativa en marcha, la actual administración realiza un ajuste más a la propuesta de los CEPS. Ahora, de acuerdo a la exposición de motivos que acompaña al Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación (PPEF), se busca fortalecer la autonomía de gestión de las escuelas y que los Consejos decidan cómo invertir los recursos financieros, no la autoridad educativa.

Anota: “En virtud de lo anterior, los padres de familia (a través de los representantes de sus asociaciones), los maestros y directores de los planteles, conformarán los CEPS, los cuales tendrán la facultad y la encomienda de definir qué carencia será atendida y, por lo tanto, de qué manera se utilizarán los recursos” (p. 18).

No todas las escuelas estarán en la misma posición. En principio, serán aquellas que enfrentan graves carencias de infraestructura: “A partir de esto, serán susceptibles de ser beneficiadas más de 20 mil escuelas públicas de educación básica de los niveles de primaria y de secundaria, las cuales se encuentran en estado de alto y muy alto rezago en sus condiciones físicas, según el Índice de Carencias por Escuela (ICE) elaborado por la Secretaría de Educación Pública (SEP) con base en los datos del censo escolar del INEGI, así como las supervisiones de zona que atienden a estas escuelas”.

Actualmente existen 229 mil escuelas de educación básica (públicas y privadas), de modo que las 20 mil proyectadas para recibir beneficios, representan alrededor del nueve por ciento del total. Desafortunadamente, en la desagregación del presupuesto educativo, particularmente en el ramo 11, no se aclara el volumen de recursos que implicaría.

En el presupuesto educativo suman más de una docena de programas sujetos a reglas de operación. Al menos la mitad tendría que ver con calidad e infraestructura en educación básica. Por ejemplo, están los programas: Escuelas de Calidad (PEC, 1 mil 470 mdp); PROSPERA inclusión social (28 mil 276 mdp); Escuelas de Tiempo Completo (14 mil mdp); para la Inclusión y la Equidad Educativa (572 mdp); y Fortalecimiento de la Educación Básica (800 mdp). ¿En cuál y cómo se incluye la iniciativa?

El Acuerdo 716 de SEP, publicado en marzo de este año, estableció nuevas bases de organización y funcionamiento de los CEPS, ahí quedó consignada la posibilidad de que los Consejos manejaran recursos económicos.

La proporción de escuelas y CEPS que podrían ingresar en una nueva dinámica de funcionamiento es relativamente pequeña. Sin embargo, es una redefinición de los ámbitos de competencia y responsabilidad de los Consejos, un nuevo cauce de transferencia directa de recursos financieros a las escuelas y tal vez un acicate a la participación social. El asunto es si será indiferente, refractario o convergente respecto de los programas que están en operación. El año próximo los sobremos, si es que los diputados no disponen otra cosa.

 (Publicado en Campus Milenio No. 577. Septiembre 25, 2014, p.5)

jueves, 18 de septiembre de 2014

Menor respaldo para la actividad científica en 2015
 
Alejandro Canales 
UNAM-IISUE/SES

El gobierno federal ya entregó al Congreso su paquete económico para el año próximo. Los recursos para la actividad científica se incrementan pero, a diferencia de los dos años anteriores, el aumento es poco significativo y podría complicarse la meta comprometida de gasto para investigación y desarrollo experimental para el final del periodo.

Los cálculos de ingresos y egresos del gobierno federal están hechos sobre la base de una tasa de crecimiento de la economía de 3.7 por ciento para el año próximo, pero si las previsiones se reducen o el desarrollo se estanca, el equilibrio del paquete se podría alterar.

Si se conservan las previsiones, en el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación (PPEF) se considera un monto total para la actividad científica y tecnológica, en cifras redondas, incluyendo el gasto de Conacyt y de todas las secretarías que realizan tales actividades, de 88 mil 54 millones de pesos (mdp).

El anexo 12 del PPEF muestra la distribución del gasto del sector en las diferentes entidades. Conacyt, el organismo rector de las políticas del sector, es el que tiene la mayor participación relativa en el gasto: 37 mil 118 millones de pesos (incluyendo recursos propios). Un volumen que representa el 42 por ciento del gasto total del sector.

La participación de Conacyt en el total del gasto del sector se ha estabilizado alrededor de ese porcentaje (42 o 43 por ciento). No siempre fue así. Hace más de una década tenía poco menos de una tercera parte. A partir de los años 2000, con las modificaciones normativas que llevaron a la creación de un ramo de gasto propio para ciencia y tecnología (el ramo 38), obtuvo mayor capacidad y control del gasto.

Después de Conacyt, la Secretaría de Educación Pública (SEP) es la que también tiene una participación importante en el gasto del sector: 20 mil millones de pesos. Una cantidad que representa alrededor del 23 por ciento del gasto total; una participación en el gasto que ha declinado conforme la de Conacyt aumentó.

Otras secretarías, como Energía, Salud y Sagarpa, le siguen con participaciones de alrededor del siete o nueve por ciento. Otras siete u ocho secretarías, como Gobernación, Marina, Transportes, también participan en el gasto del sector, pero con porcentajes relativamente modestos.

En términos corrientes, la diferencia en el volumen de gasto total del sector para el año próximo, respecto del actual, es de 6 mil 244 mdp. En términos reales, las cifras serían casi equivalentes. Vale la pena recordar que el incremento representa casi la mitad del observado entre 2013 y 2014. El ritmo de crecimiento perdió impulso.

El proyecto de presupuesto para Conacyt del año próximo, como ya indicamos, es de 37 mil 118 millones de pesos (incluyendo recursos propios). En términos corrientes serían 2 mil 150 millones más que los recibidos en este año. Sin embargo, el año pasado el aumento fue de casi el triple de esa cantidad (6 mil 654 mdp). Es decir, también es menor el respaldo al gasto ejercido centralmente.

El presupuesto todavía podría incrementarse ligeramente porque, como seguramente lo recuerda estimado lector, la normatividad establece que los recursos derivados de las sanciones a los partidos políticos deben canalizarse al ramo 38 y deberán destinarse a actividades sustantivas y proyectos científicos” (artículo 39).

Sin embargo, por lo pronto, algunas de las principales iniciativas que parecían de largo alcance y de grandes repercusiones, también perderán impulso. Por ejemplo, en este año se puso en marcha el programa de “Cátedras Conacyt para jóvenes investigadores”, porque contaba con una previsión de más de 500 mdp.

Ahora, en la exposición de motivos del PPEF, se anota que se “prevén 247 millones de pesos para creación de plazas con el propósito de aumentar el número de investigadores y académicos bajo un esquema de contratación denominado Cátedras Conacyt’ (p.54). Es decir, los recursos previstos se redujeron a la mitad.

La discusión sobre el PPEF está por comenzar. El paquete económico está en el Congreso y serán los diputados quienes ratificarán o modificarán el proyecto. Sin embargo, el incremento disminuyó y la meta de gasto para el sector parece que ya no va por buen camino.

(Publicado en Campus Milenio No. 576. Septiembre 18, 2014, p.5)

jueves, 11 de septiembre de 2014

Segundo informe: los convenios del SNI con las IES particulares
 
Alejandro Canales
UNAM-IISUE/SES
Correo: canalesa@unam.mx Twitter: @canalesa99
 
En el 2012, el último año de la administración anterior, el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) contaba con 18 mil 555 integrantes. Las cifras del reciente segundo informe de gobierno señalan que este año son 21 mil 358. Es decir, en estos dos años se incorporaron 2 mil 803 nuevos investigadores.
 
¿El incremento es mucho, poco o similar a los años anteriores? En las tres décadas de operación del SNI, con ciertos picos, el crecimiento anual promedio ha sido de alrededor del 11 por ciento. Aunque lo cierto es que el incremento más importante comenzó a partir de los años 2000.
 
En la última década los miembros del SNI se han duplicado: en 2004 sumaban 10 mil 189 investigadores y en este año, como indicamos, son 21 mil 358. Sin embargo, quizás el punto más importante, en lo que va de esta administración, son los convenios que firmó Conacyt con las instituciones de educación superior particulares (IES). Desafortunadamente los datos en el segundo informe son sumamente escuetos.
 
Quizás, estimado lector, recuerde que en enero de este año, Conacyt anunció que había tomado la decisión de firmar convenios con IES particulares para asumir el pago total de los investigadores miembros del SNI (Comunicado 02/14).
 
En ese entonces, se dijo que en el convenio, como contraprestación, las instituciones particulares adquirían el compromiso de canalizar el equivalente de los recursos que el SNI destinaría al pago de sus investigadores, al desarrollo de la investigación en sus instalaciones y al fomento de los posgrados de calidad.
 
A su vez, la razón que expresó el director de Conacyt sobre la decisión de asumir la responsabilidad del pago total a los investigadores de instituciones privadas es que: “permitirá dar pasos más firmes hacia la sociedad del conocimiento”.
 
Ahora, en el segundo informe de gobierno, se anota que: “El Conacyt, de septiembre a diciembre de 2013 promovió la colaboración con instituciones privadas mediante 41 nuevos convenios, y al mes de junio de 2014 operan 173 convenios” (p. 265).  
 
Por un lado, llama la atención que la fecha de firma de convenios fue previa a la comunicación pública de los mismos. Por otro lado, también es de notar el alto volumen en el número de convenios que están operando. ¿Quiere decir que son 173 instituciones particulares que tienen investigadores reconocidos en el SNI? Probablemente. Pero no hay ninguna certeza.
 
Los datos del informe de gobierno no presentan mayor explicación ni la información está desagregada. La publicación anual de Conacyt (“El informe general del estado de la ciencia, la tecnología y la innovación”), la que debiera detallar los datos, sigue sin publicarse. No el año anterior, menos en el actual.
 
El dato que sí aparece en el informe es el monto estimado para el programa del SNI en este año: 3 mil 722 millones de pesos. El presupuesto para el mismo programa en el 2012 fue de 2 mil 803 millones y para el 2013 de 3 mil 108 millones. Es decir, términos nominales, en el 2012, respecto al previo, se incrementó alrededor de 300 millones y otros 600 del año anterior al actual. En total: 900 millones de pesos corrientes más entre 2012 y 2014.
 
Es un incremento importante, mayor al observado en los años previos y mayor al crecimiento de investigadores. El volumen global de los 3 mil 722 millones de pesos es ligeramente inferior a la del Programa de Estímulos a la Innovación dirigida a las empresas (3 mil 930 millones). Cada una de estas cantidades representan alrededor del 4 por ciento del gasto federal para el sector y cerca del 12 por ciento del presupuesto federal que ejerce centralmente Conacyt.
 
Las últimas cifras oficiales indican que de lo más de 21 mil investigadores, alrededor de 800 están en instituciones particulares: 634 en universidades privadas y otros 160 laboran en empresas. El Tec de Monterrey, con 257 investigadores, es el que agrupa el mayor volumen.
 
Lo que convendría precisar es cuánto del incremento en el presupuesto de SNI se debe a nuevos investigadores y cuanto a la firma de convenios. No menos importante sería detallar la contraprestación de las IES particulares en el gasto en IDE. Pero no, los datos no están en el informe de gobierno
(Publicado en Campus Milenio No. 575. Septiembre 11, 2014, p.5)

jueves, 4 de septiembre de 2014

C y T: el segundo informe
 
Alejandro Canales
UNAM-IISUE/SES

En esta semana se cumplió el plazo para la presentación del segundo informe de gobierno de esta administración. El balance, en el primer tercio de su periodo, muestra logros en materia normativa, aunque en materia de ciencia y tecnología, hasta ahora, las principales iniciativas han estado más bien fuera del Programa Especial de Ciencia, Tecnología e Innovación 2014-2018 (Peciti).

Indiscutiblemente, los principales avances de esta gestión se han registrado en materia legislativa. La reforma energética, uno de los cambios estructurales más relevantes en el sector, es la que podría tener un vínculo más directo  con el campo de la ciencia y la tecnología. En este caso, como lo comentamos aquí hace un par de semanas (Campus Milenio No. 572), el propio presidente Enrique Peña Nieto, destacó que tal reforma llevaría a una mayor demanda de profesionales de las ingenierías y disciplinas afines.

Además, anunció la creación de un “Programa estratégico para la formación de recursos humanos en materia de hidrocarburos”, incluyendo las becas correspondientes para nivel posgrado y técnico. Posteriormente se anunció El Centro de Innovación y Desarrollo Tecnológico para la Industria Petrolera que se hará cargo de tal formación. Todavía no se atisban los alcances del programa y, al igual que la misma reforma energética, por ahora es un proyecto en ciernes.

Sin embargo, el programa estratégico de formación de recursos humanos para el sector energético no forma parte de las acciones claras y explícitas del Peciti. Este último, presentado tardíamente, establece la idea de continuar la formación de recursos humanos de alto nivel en temas prioritarios, pero no en hidrocarburos.

La omisión podría deberse a la propia incertidumbre que había sobre la aprobación de la entonces proyectada reforma energética. Sin embargo, el Peciti, como parte de sus objetivos generales y acciones estratégicas, incluyó el tema de la biotecnología. De hecho, tiene una meta específica sobre el número de investigadores involucrados en el desarrollo de la biotecnología (pasar de 3.8 a 4.5 por ciento en el periodo).

En lo que va del periodo, otra iniciativa que se puede destacar como un logro es la creación de oportunidades laborales para los jóvenes doctores. Como también lo hemos documentado en su oportunidad, se trata del programa “Cátedras Conacyt para jóvenes investigadores”.

Es un número relativamente modesto de plazas laborales para jóvenes (son 574 espacios) en instituciones y centros públicos. Solamente consideremos que cada año se gradúan poco más de 2 mil 500 nuevos doctores. No obstante, la medida puede tener un efecto importante en el mercado y la profesión académica, dadas las características contractuales y condiciones laborales.

El mes anterior se integraron los jóvenes que fueron seleccionados en el programa de cátedras. Sin embargo, es incierto si el programa continuará para el año próximo y en tal caso si conservará o modificará algunas de sus principales características. Lo que es un hecho es que no se ha informado públicamente de la implementación del programa: cuántos jóvenes se presentaron, qué instituciones se beneficiaron, qué temas y retos recibieron más solicitudes, etcétera.

El programa de cátedras tampoco apareció en el Peciti. En la parte diagnóstica se reconoce que “Actualmente las estrategias para la absorción de capital humano de investigación son poco claras” (p.24). Y se planteó como objetivo “Apoyar a las investigadoras e investigadores recién doctorados para que logren su inserción laboral en las instituciones generadoras de conocimiento del país” (p.66).
 
El programa de inserción laboral de jóvenes, como tal vez será el de formación de recursos humanos en materia de hidrocarburos, es de un volumen relativamente discreto. Pero ambos podrían tener un efecto amplio y profundo en el sector.

Un tema más que se puede añadir en el balance del periodo es el de los indicadores. Tema sobre el que volveremos la semana próxima. Por ahora, constatemos que las principales iniciativas, incluido el incremento presupuestal, se han definido en la arena de la política, no en el Peciti.

(Publicado en Campus Milenio No. 574. Septiembre 4, 2014, p.5)