jueves, 19 de diciembre de 2013

El GIDE y los recursos humanos en el Programa Sectorial de Educación

Alejandro Canales
UNAM-IISUE/SES


La idea de destinar el uno por ciento del PIB al Gasto en Investigación y Desarrollo Experimental (GIDE) también toma lugar en el reciente Programa Sectorial de Educación 2013-2018 (PSE). Al menos en lo que corresponde al componente de gasto que se podría canalizar a través de las Instituciones de Educación Superior (IES), ya aparece como parte de los indicadores del documento programático.

Todavía sin fastuosa presentación oficial, pero sí en el último día hábil de las fechas previstas, en cumplimiento de lo anotado en el artículo tercero del decreto del Plan Nacional de Desarrollo (PND) de esta administración, el pasado viernes fue publicado el PSE para este sexenio (Diario Oficial de la Federación 13.12.2013).

El Programa es un documento relativamente breve, sin mayores agregados ni novedades. Un escueto diagnóstico ya conocido y reiterado, lo mismo que con metas y objetivos anticipados en el PND y los compromisos del ahora olvidable Pacto por México.

Quizás uno de los cambios más importantes es que, respecto de lo que se había dicho en el PND, ahora se utilizarán los puntajes de los Exámenes para la Calidad y Logro Educativos (Excale) para valorar los avances de este periodo en la enseñanza básica, en lugar de los puntos de la Evaluación Nacional de Logro Académico en Centros Escolares (Enlace).

Las dos pruebas valoran resultados de aprendizajes en educación básica y media superior, pero son muy diferentes: Enlace es censal y anual, diseñada y aplicada por la SEP; Excale es muestral, cuatrienal y elaborada por el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE).

La polémica de este año sobre la prueba Enlace parcialmente concluyó con la declaración del secretario de Educación, Emilio Chuayffet, diciendo que no se aplicaría más y, al mismo tiempo, con el anuncio de la junta de gobierno del INEE indicando que instalaría un comité de especialistas para revisar la validez y confiabilidad tanto de Enlace como de Excale. Pero no, públicamente no se conocen los resultados del comité de especialistas, aunque sí el indicador del programa sectorial

El PSE 2013-2018 también incluye un apartado sobre ciencia y tecnología, tanto en el diagnóstico como en objetivos y metas. En el primer caso, en unos cuántos párrafos, identifica la baja inversión nacional en el sector y la rigidez del sistema educativo, como las causas del rezago para generar y aplicar el conocimiento.

En el mismo apartado, el programa ubica la formación de doctores como uno de los principales retos a enfrentar, sobre todo por la distancia que separa a México del promedio de la OCDE en número de investigadores por cada mil integrantes de la PEA, por el bajo número de doctores graduados y el porcentaje de programas de posgrado aceptado en el Padrón Nacional de Posgrados de Calidad (PNPC).

En consecuencia, el PSE propone como objetivo número 6: “Impulsar la educación científica y tecnológica como elemento indispensable para la transformación de México en una sociedad del conocimiento”. Soslayando la retórica, el objetivo incluye cinco estrategias, como la de incrementar el GIDE en IES y Centros Públicos de Investigación, lo mismo que el número de posgraduados en áreas científicas y tecnológicas, y la cantidad de programas en el PNPC.

Lo más sobresaliente es que en el capítulo de indicadores se recuperan dos de los principales componentes de las actividades científicas y tecnológicas e identifica las metas que se piensan alcanzar. Por ejemplo, el primer indicador señala expresamente al GIDE ejecutado por las IES respecto al PIB y anota que la meta es pasar del 0.12 que tenía en 2012 al 0.25 por ciento de PIB al término de este sexenio. Lo cual significa más que duplicar la proporción.

El otro indicador es el Porcentaje de programas de doctorado escolarizados en áreas de Ciencia y Tecnología registrados en el PNPC. Incluye solamente a las siguientes especialidades: físico Matemáticas y ciencias de la tierra; biología y química; medicina y ciencias de la salud; biotecnología y ciencias agropecuarias e ingenierías). La meta es pasar del 63.5 por ciento al 71.6 por ciento de programas en el periodo.

La pieza de inversión del PSE ya está y sorprendentemente el sectorial de Economía (Programa de Desarrollo Innovador 2013-2018) simplemente no figura. Pero falta lo principal: el Programa Especial de Ciencia, Tecnología e Innovación que deberá estar listo en el primer trimestre del año próximo. Lo dicho: la Encuesta sobre Investigación y Desarrollo de Tecnología (ESIDET) será la línea base de esta administración.

(Publicado en Campus Milenio No. 540. Diciembre 19,  2013, p. 4)

jueves, 12 de diciembre de 2013

CyT: la línea base del periodo

Alejandro Canales
UNAM-IISUE/SES


Algunos datos de las actividades científicas y tecnológicas están relativamente actualizados y son fácilmente localizables. Tales datos son, principalmente, los que dependen directamente del gobierno federal (Aunque, a estas alturas, la publicación del Informe General del 2012 todavía no está disponible).

Sin embargo, hay otro tipo de datos, complementarios o de efecto indirecto, no tan asequibles ni tan sistemáticos. Por ejemplo, las aportaciones del sector empresarial o las instituciones de educación superior (públicas y privadas), en términos financieros y de recursos humanos para la actividad científica y tecnológica.

En 1994, hace apenas dos décadas, se comenzó a calcular a través de encuestas bianuales el nivel de aportación financiera de las empresas para la investigación y el desarrollo experimental. Un trabajo conjunto de Conacyt e Inegi. Al inicio se le llamó Encuesta sobre Actividades Científicas y Tecnológicas en Empresas Privadas y los resultados mostraban la reducida participación de este sector: entre el 14 y el 18 por ciento del gasto total.

Las ediciones posteriores de la encuesta, no solamente se limitaron a calcular la participación relativa de las empresas, también incluyeron a las instituciones de educación superior, las dependencias gubernamentales y las instituciones privadas no lucrativas. Desde entonces, es una de las fuentes de información para las estadísticas nacionales de gasto en investigación y desarrollo experimental por fuente de financiamiento.

A partir del año 2000, cuando el tema de la innovación y el papel de las empresas comenzó a ser objeto de mayor interés, el instrumento cambió de nombre y se denominó Encuesta sobre Investigación y Desarrollo de Tecnología (ESIDET). A la función que ya desempeñaba, se le añadió la de captar información sobre el desarrollo de tecnología propia en las muestras.

Las siguientes versiones de la encuesta, recuérdese que se aplica cada dos años,  conserva el núcleo básico de captación de información, pero ha ido incorporando otros componentes, conforme las coyunturas o requerimientos particulares de información.

Los resultados de la ESIDET más reciente, la del 2012 y que incluye un módulo sobre biotecnología y nanotecnología, dos ramas altamente competitivas, se presentaron hace un par de semanas. Todavía no está disponible el volumen con los datos completos y desagregados, pero será básico para valorar lo que se hizo y el avance de la década actual, tanto en el nivel de inversión de las empresas como en el desarrollo de los dos campos especializados.

Un primer aspecto que conviene resaltar es que la encuesta se aplicó al inicio del 2012, pero captó información para el periodo 2010-2011. Es decir, información sobre el inicio de la década actual que prácticamente coincidió con el cambio de administración gubernamental, después de los dos periodos del Partido Acción Nacional. También es de notar que la encuesta tiene representación a nivel estatal, por lo que será posible valorar los avances y los resultados a nivel de entidad federativa, tanto para las iniciativas que se han puesto en marcha como las que se prevé para este periodo.

Uno de los datos que llama la atención es la todavía alta concentración de las capacidades innovadoras. Por ejemplo, los datos señalan a poco más de 2 mil empresas innovadoras en producto en el país. Sin embargo, más de la mitad se concentran en cinco entidades federativas: Distrito Federal (23.6 por ciento), Nuevo León (11.6 por ciento), Jalisco (10.7 por ciento), Guanajuato (9.7 por ciento) y el Estado de México (9.6 por ciento).

Otro dato que resulta revelador es que de las casi 36 mil empresas, solamente el cinco por ciento (1,789 empresas) reportaron que realizaron actividades de investigación y desarrollo tecnológico (IDT) en el 2011. En el año previo, la cifra fue de 4.8 por ciento.

La concentración es mayor en el volumen de gasto. Según los datos de la encuesta, en el 2011 el gasto en investigación y desarrollo tecnológico de las empresas (gasto intramuros) fue de poco más de 24 mil millones de pesos, el cual se concentra en tres entidades: Distrito Federal (52 por ciento), Nuevo León (10 por ciento) y Estado de México (8 por ciento).

Si una de las principales intenciones de esta administración es mejorar los indicadores, tanto como alcanzar el uno por ciento del PIB en investigación y desarrollo experimental, así como alentar la participación del sector privado, los datos de la encuesta serán la línea base.


(Publicado en Campus Milenio No. 539. Diciembre 12,  2013, p. 4)

jueves, 5 de diciembre de 2013

La reorganización de Conacyt

Alejandro Canales
UNAM-IISUE/SES

“Las principales iniciativas en el terreno de la ciencia y la tecnología todavía no se aprecian con claridad”, sostuvimos aquí la semana pasada. Alrededor de la fecha emblemática del primer año de gobierno, aparecieron algunos elementos más que ofrecen atisbos de las líneas de política sectorial. No son un programa --el Programa Especial de Ciencia, Tecnología e Innovación deberá estar listo a más tardar en abril del año próximo--, pero anticipan algunas de las novedades que podríamos encontrarnos.

En la LXIV Asamblea de Anuies de la semana pasada, el titular de Conacyt, Enrique Cabrero, adelantó algunas de las líneas de trabajo que piensa poner en marcha. Un primer aspecto que conviene resaltar es la presencia misma del director del organismo en la sesión; no es inusual pero ciertamente no ha sido frecuente.

La relación de Conacyt con el sector educativo es lógica: se encarga de incentivar y diferenciar la formación de posgrado, tanto como de establecer los lineamientos de respaldo a la investigación científica. No por nada el organismo estaba sectorizado a Educación. Sin embargo, desde su desectorización de SEP, la Secretaría de Economía ha ejercido una mayor influencia y Conacyt ha sido más proclive a establecer un vínculo más fuerte con tal secretaría.

Entonces, si ahora, el organismo encargado de establecer las políticas científicas y tecnológicas, desde su relativa independencia, diversifica sus vínculos con diferentes actores y comunidades, podría estar en mejores condiciones de establecer entornos propicios para la recepción y respaldo de sus medidas. Por la misma razón, no se entiende porque, en ocasiones, se ha mostrado tan refractario a establecer lazos.

En la sesión de Anuies, el director de Conacyt reiteró el conocido diagnóstico de la escasa inversión en la materia, el reducido número de personal de alto nivel, la falta de articulación entre universidad y empresa, entre otros aspectos.

Lo relativamente novedoso que dijo Enrique Cabrero, en correspondencia con su audiencia que estarían implicados en la futura medida, fueron algunas precisiones sobre las “Cátedras Conacyt” que se pondrán en operación el año próximo. Una medida que ya comentamos aquí, cuando se autorizaron 500 millones de pesos en el Presupuesto de Egresos de la Federación para el año próximo.

Según lo que indicó el funcionario, las cátedras serán plazas para jóvenes doctores (hombres de hasta 40 años y mujeres de hasta 43 años) en instituciones públicas de educación superior y centros de investigación. La operación de las plazas será responsabilidad del organismo, pero se espera que después de cinco o siete años las instituciones receptoras asuman tales contrataciones.

Sin duda, la posibilidad de crear plazas académicas es una medida necesaria e importante para aminorar el desencanto y la frustración de miles de jóvenes que no ven alternativas laborales próximas. Aunque el número que se está proyectando es insuficiente para el actual volumen de graduados y las tendencias del egreso del doctorado. Lo más complicado, sin embargo, será sostener el tan publicitado incremento en el nivel de inversión para ciencia y tecnología hasta llegar al uno por ciento del PIB y la partida especial para las plazas.

Quizás porque el adelanto de medidas en la sesión de ANUIES fue insuficiente para la fecha de corte del primer año de gobierno. En la víspera del primero de diciembre, Conacyt difundió un comunicado en el que se destacó otra medida relativamente novedosa: su reorganización.

En el primer semestre del año próximo, según lo especificado, Conacyt podría generar una especie de red activa entre sus centros públicos de investigación para diferentes propósitos. Ahora, con la ausencia de detalles, parece difícil de lograr el trabajo en red, a la vista de la trayectoria y coordinación que han seguido los Centros Públicos de Investigación, habría que esperar la estructura de incentivos.

Otra medida de mayor impacto es la idea de crear 10 o 15 consejerías alrededor del mundo. Una estructura de representación de la política científica y tecnológica en el exterior que dependería de las embajadas de México en algunos puntos geográficos sobresalientes. Esto es, la búsqueda de una proyección internacional.

Las medidas anunciadas siguen siendo insuficientes para valorar la política de la actual administración, apenas son una atisbo; habrá que esperar el programa especial. Lo evidente es que las capacidades e instrumentos de Conacyt, con las sucesivas reformas, poco a poco se han incrementado. Ahora falta la demostración de los hechos.


(Publicado en Campus Milenio No. 538. Diciembre 5,  2013, p. 4)