Es un espacio dedicado a analizar y discutir la política educativa y la política científica y tecnológica. Abierto al intercambio y al debate.
jueves, 29 de marzo de 2012
ADIAT: SECRETARÍA DE EDUCACIÓN SUPERIOR, CIENCIA, TECNOLOGÍA E INNOVACIÓN
viernes, 16 de marzo de 2012
EL RANKING DEL FORO CONSULTIVO CIENTÍFICO Y TECNOLÓGICO
El Foro Consultivo Científico y Tecnológico (FCCyT) intenta precisar el desempeño de las entidades federativas, así como el nivel de productividad científica alcanzado por algunas instituciones. Una labor deseable, meritoria e importante. Sin embargo, no es lo más afortunado llamarle “ranking” al trabajo que realiza, aunque resulte mediáticamente tentador.
La ley de ciencia y tecnología establece que el FCCyT es un “órgano autónomo y permanente de consulta” del gobierno federal y del poder legislativo. El Foro se creó en 1999, con la idea de abrir un espacio de expresión a los investigadores. Aunque, en realidad, la actual denominación y composición del Foro se deben a la reforma normativa del 2002.
El Foro, además, puede sugerir acciones prioritarias, cierta orientación del gasto o expresarse en torno a las disposiciones normativas e incluso valorar la eficacia e impacto del programa sectorial. De hecho, buena parte del trabajo del organismo, una treintena de publicaciones, se ha concentrado en realizar el análisis de diferentes materias, así como diagnósticos y propuestas para su posible integración en los programas sectoriales.
Sin embargo, a pesar de que la ley, estrictamente, no le reserva al Foro funciones sobre estudios cuantitativos del sector, pareciera que el propio organismo considera que son necesarios para cumplir su labor de consulta. Al menos, desde el 2008 se ocupa de los datos del sistema científico y tecnológico. En el 2009 publicó lo que denominó “Estadísticas de los sistemas estatales de innovación”, en donde se incluyeron algunos de los principales datos de las 32 entidades federativas. Una publicación relativamente similar a la que Conacyt difundió en 2006, denominada “Estado del arte de los sistemas estatales de ciencia y tecnología”.
Al final del año anterior, el Foro dio un paso más en el tratamiento de los datos y publicó lo que denominó: “Ranking nacional de ciencia, tecnología e innovación. Ranking de la producción científica”. Un documento con un diseño peculiar: una mitad invertida, con un color y tratamiento diferente, para diferenciar los dos tipos de ranking que reúne en sus páginas.
Un ranking, como se sabe, es básicamente una tabla de posiciones. Usualmente un ordenamiento o clasificación de mayor o menor y que generalmente permite establecer criterios de valoración. El furor por este tipo de ordenamientos persiste en la mayoría de las naciones y ha sido comandado por la alta competitividad de las universidades de investigación, en la búsqueda de establecer referentes y diferenciar prestigios en el conjunto de instituciones.
Toda una historia el tipo de ordenamiento, los indicadores, la competencia entre universidades, el ingreso, el cambio de posición o la salida de los ranking internacionales o nacionales, como en estas mismas páginas de Campus lo ha documentado Roberto Rodríguez.
Sin embargo, en el caso de un sistema nacional de ciencia y tecnología y de la actividad que desempeña ¿tiene sentido hablar de ranking? No parece apropiado, sobre todo por el relativamente reciente dispositivo institucional en las entidades, las asimetrías y contrastes socioeconómicos que caracterizan a México y porque el nivel comparativo se remite a las entidades federativas.
Quizás por la misma razón, no es de extrañar que en el ranking nacional de ciencia, tecnología e innovación del Foro, las primeras cuatro posiciones correspondan, en ese orden, al: Distrito Federal; Nuevo León; Morelos; y Jalisco. Por la misma razón, tampoco sorprende que las últimas cuatro posiciones de las 32 entidades federativas las ocupen: Tabasco; Chiapas; Oaxaca; y Guerrero.
A pesar de que el movimiento descentralizador comenzó hace décadas, persiste la concentración regional e institucional. Hoy los indicadores nos muestran el avance de las entidades más rezagadas y una menor distancia respecto al Distrito Federal, pero los contrastes todavía son notorios.
Tampoco es sorprendente que en el ranking por componentes (como inversión en capital humano, infraestructura para investigación o entorno económico y social, por ejemplo) el Distrito Federal, Nuevo León y Querétaro aparezcan como las entidades con las mejores condiciones para desarrollar actividades científicas y tecnológicas.
jueves, 8 de marzo de 2012
EL 8 DE MARZO Y LOS ESTUDIOS DE ALTO NIVEL
viernes, 2 de marzo de 2012
¿QUÉ RECOMIENDA LA OCDE A MÉXICO?
Es la primera ocasión que México ocupa la presidencia del G20. El compromiso es con la opción de las reformas estructurales, las que plantean organismos internacionales y, particularmente, las que sugiere la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). La agenda no solamente incluye iniciativas en el orden económico y financiero, también están considerados los asuntos educativos, científicos y tecnológicos.
El G20 es un foro en el que se reúnen los ministros de finanzas y gobernadores de los bancos centrales de 19 países y la Unión europea. Son las principales economías a nivel global, tanto desarrolladas como emergentes. En conjunto, concentran alrededor del 90 por ciento del PIB global, aproximadamente el 80 por ciento del comercio en el mundo y dos terceras partes de la población en el planeta. En el caso de América Latina, participan de este grupo, Argentina, Brasil y México.
El surgimiento del G20 –-a partir del G7 en 1999-- se debió a las crisis financieras recurrentes, así como a la necesidad de establecer un mecanismo de diálogo y negociación entre las economías sistémicamente importantes y al reconocimiento de que no se podía soslayar la representación de las economías emergentes en la gobernanza económica internacional.
El foro de ministros se reúne anualmente (el más reciente fue el pasado 25 y 26 de febrero) y es deliberativo, más que decisorio, aunque genera consensos y ha jugado un papel relevante en situaciones crisis. En este último caso, los asistentes han sido más bien los líderes de las naciones, en las llamadas Cumbres de Líderes.
Previo a la celebración del reciente foro de ministros, la OCDE publicó algunas de sus principales recomendaciones para mejorar el desempeño económico de México (“Perspectivas OCDE: México. Reformas para el Cambio”) y también como parte de su apoyo a la presidencia de México del G20.
En el documento se plantearon recomendaciones en materia económica, mercado laboral, comercio, sistema fiscal, etc. En el apartado correspondiente a la educación, y específicamente para el nivel superior, se destaca que una eventual reforma financiera debería considerar tres aspectos: revisar si es sostenible la actual distribución de costos públicos, sobre todo para valorar si refleja adecuadamente los beneficios sociales de este nivel; mejorar la transparencia de la asignación; y ampliar significativamente los apoyos a los estudiantes de bajos recursos (p. 43). Particularmente, el primer aspecto, tal parece que se trata de una re-edición del principal planteamiento del Banco Mundial de 1995 con sus “Lecciones derivadas de la experiencia”.
Además, para el nivel superior, entre otros aspectos, la OCDE recomienda mejorar los programas de formación y capacitación del profesorado, así como el perfeccionamiento del sistema de evaluación que debiera estar centrado en los resultados del aprendizaje.
En materia científica y tecnológica, en el documento se llama la atención sobre el bajo nivel de inversión de México (casi cinco veces menos que el promedio de la OCDE), lo mismo que su marco normativo poco adecuado para la innovación o la baja calificación de sus recursos humanos.
En consecuencia, sugiere una mayor inversión en capital humano en todos los niveles y sectores de la economía. Pero también, para mejorar el sistema de innovación, propone “coordinar con mayor eficacia la relación entre secretarías de Estado y organismos, y evaluar sistemáticamente, así como descentralizar la política de innovación” (p. 47). Este planteamiento ha sido identificado como un eventual apoyo a la creación de una nueva Secretaría de Ciencia y Tecnología.
Igualmente, recomienda apoyar la inversión en IyD con la colaboración público-privada, la promoción de la competencia para incrementar la innovación o la eliminación de “los límites a al inversión extranjera y a la propiedad de la infraestructura de telecomunicaciones por línea fija en el sector de servicios”.
Las recomendaciones no son nuevas. De hecho, en la presentación del informe “Going for Growth” (OCDE, 2012), realizado la semana pasada en el marco del foro del G20, se da cuenta de qué han hecho los países –México incluido-- respecto a las sugerencias sobre reformas estructurales en los cinco años anteriores.
Lo interesante vendrá en los próximos meses, al constatar cuántas y cuáles recomendaciones formarán parte del programa de gobierno de la siguiente administración.
(Publicado en Campus Milenio No. 452. Marzo 1, 2012)