jueves, 30 de mayo de 2013

¿NUEVAS FORMAS DE INTERVENCIÓN EN LA AGENDA PÚBLICA?



Todavía no es una práctica extendida, tiene múltiples limitaciones y sus efectos no están claros. No obstante, tal parece que las políticas públicas registran crecientemente nuevas formas de intervención; el correo electrónico, los foros virtuales, las redes sociales y otros mecanismos similares son cada vez más recurrentes.

A las formas tradicionales de participación en los asuntos públicos, cada vez se incorpora con más fuerza la mediación de las tecnologías de la información y la comunicación. Las reuniones presenciales ya no parecen suficientes, tampoco las opiniones emitidas en los medios de comunicación usuales.

En 1983, cuando se reformó el artículo 26 constitucional para facultar al ejecutivo federal para que estableciera los “procedimientos de participación y consulta popular en el sistema nacional de planeación democrática”, no estaba en el horizonte el desarrollo informático que después apareció.

El capítulo sobre participación social de la ley de planeación tampoco prevé un mecanismo diferente a la participación directa. El segundo párrafo del artículo 20 de dicha ley establece que las organizaciones obreras, campesinas y populares, así como las instituciones académicas, profesionales empresariales y sociales,  participarán “a través de foros de consulta popular que al efecto se convocarán”. Una participación presencial.

Sin embargo, particularmente a partir de este siglo la utilización de medios electrónicos en la participación social se ha extendido. En el 2001, en la elaboración del Plan Nacional de Desarrollo (PND) y los programas sectoriales de Vicente Fox, por primera vez se utilizó Internet para captar la opinión ciudadana sobre las medidas que debía de poner en marcha el gobierno federal.

Según la información que se difundió en ese entonces, a través de Internet se recibieron poco más de 43 mil de un total de 197 mil propuestas para el PND. Es decir, alrededor del 22 por ciento por medios electrónicos y el resto por correo postal.

En el programa sectorial de educación de la administración Fox se recibieron poco más de 8 mil propuestas, aunque se sumaron tanto las recibidas a través de correo postal como de Internet. No se precisó la diferencia.

El PND 2013-2018 destaca que el proceso de consulta incluyó 229 mil participaciones, de las cuales el 57 por ciento fueron a través de Internet, el 27 por ciento presenciales y 17 por ciento presentadas física o digitalmente. Es decir, en comparación con las cifras del 2001, el volumen de participación es mayor y la proporción entre virtual y presencial casi se invirtió.

Según la información oficial, poco más de la mitad de quienes emitieron su opinión a través de Internet son jóvenes menores de 30 años. Lo relevante es que el documento destaca como principales preocupaciones de los participantes por este medio a: “i) la educación, seguida del; ii) crecimiento económico; iii) el apoyo a grupos vulnerables; iv) la reducción de la violencia; y v) el liderazgo de México en el mundo” (p. 178). Esto es, se establecen prioridades de la política pública relativamente similares a las que están en operación.

La utilización de TIC también está del lado de las organizaciones intermedias del campo de la ciencia y la tecnología. El ejercicio emprendido por la Academia Mexicana de Ciencias, al final del año pasado, en la elaboración de la denominada Agenda Ciudadana de Ciencia, Tecnología e Innovación.

El ejercicio básicamente consistió en la disposición de una página web en la que se presentaron una decena de temas, previamente seleccionados por especialistas, y el ciudadano participante seleccionaba tres, mismos que a su juicio constituían los retos más importantes a enfrentar como país.

Los tres temas que recibieron el mayor número de votos fueron: “modernizar el sistema educativo con un enfoque humanístico, científico y tecnológico; asegurar el abasto de agua potable para toda la población; y recuperar y conservar el medio ambiente para mejorar nuestra calidad de vida”.

Lo inquietante es que las primeras acciones del gobierno federal se dirigieron precisamente a la educación, el componente seleccionado por los relativamente nuevos mecanismos de participación. Tampoco olvidemos el mecanismo de selección de los 15 candidatos a la Junta de Gobierno del INEE. Pero las interrogantes sobre las implicaciones de nuevas formas de intervención y su legitimidad están por aclararse; no necesariamente son una muestra de impacto político.

(Publicado en Campus Milenio No. 512. Mayo 30, 2013. p. 9)

jueves, 23 de mayo de 2013

ALINEAMIENTO DEL PACTO, EL PLAN Y LOS PROGRAMAS



En la segunda mitad de los años setenta, en el furor de la planeación, se convocó a lograr una mayor articulación, homogeneidad y coherencia entre un plan (el Plan Global) y los programas sectoriales de la administración pública. La idea era instaurar un Sistema Nacional de Planeación para alcanzar los objetivos de desarrollo que la nación se planteara.

En 1983 se reformó la Constitución para incluir el sistema de planeación democrático, el que mandata recoger “las aspiraciones y demandas de la sociedad para incorporarlas al plan y los programas de desarrollo” (artículo 26). Ahí se facultó al ejecutivo federal para establecer los todavía vigentes procedimientos de participación y consulta popular.

La correspondiente ley reglamentaria de esa reforma constitucional (la Ley de Planeación), especificó las características del sistema de planeación. Lo paradójico fue que cuando la proyección del desarrollo nacional estaba a la vista y los instrumentos de la planeación parecían estar listos, se produjo una de las mayores crisis económicas. Sobra decir que ni el plan se cumplió ni los programas se llevaron a efecto. De hecho, para denotar la magnitud de la crisis, en la región se conocieron los años ochenta como la década perdida.

Los planes y los programas se siguen elaborando; el establecimiento de cuatro o cinco grandes objetivos de desarrollo nacional se vuelven a formular de distinta manera. Las consultas populares y los actos multitudinarios persisten, aunque desde la década anterior coexisten con una creciente participación virtual y a distancia.

Lo que también sigue presente es la dificultad para alcanzar la convergencia entre lo que se planea y lo que se logra; entre lo que dice el Plan y lo que se alcanza en los programas. El incumplimiento puede ser porque los objetivos parecían desmedidos, por una contingencia financiera o política o por el entorno internacional. El resultado ha sido el mismo.

Hoy, una vez más, estamos ante la presentación de un nuevo Plan Nacional de Desarrollo (PND). Igual que en ocasiones anteriores, en la presentación del documento, el ejecutivo federal ha dicho que tenemos un plan que “guiará nuestros esfuerzos como país durante los próximos años”.

Un Plan para hacer cambios de fondo no para administrar la coyuntura. Además, dijo el presidente Enrique Peña Nieto, tendrá, por primera vez, “indicadores específicos para medir el avance real que vayamos teniendo en la concreción de los objetivos que nos estamos trazando”.

Efectivamente, es la primera vez que se seleccionan determinados indicadores en el PND. En educación, por ejemplo, persistirá en el error de conservar el puntaje de Enlace como indicador de logro. Debe notarse que será en los programas sectoriales en donde “se determinarán los valores que deberán alcanzar”. Algo que las dos administraciones gubernamentales anteriores también hicieron; los resultados quedaron distantes de las metas establecidas.

Tal vez la característica más distintiva del nuevo PND, aparte de la selección de indicadores, es que está relativamente alineado a los compromisos del Pacto por México. En el caso del componente científico y tecnológico, conserva más o menos los compromisos indicados.

Los compromisos aparecen un poco más desagregados en el PND, pero solamente uno cuantitativo. Por ejemplo, plantea como objetivo principal en el sector: “Hacer del desarrollo científico, tecnológico y la innovación pilares para el progreso económico y social sostenible”. Y como primer estrategia la de contribuir a que “la inversión nacional crezca anualmente y alcance un nivel de 1 por ciento del PIB” (p. 128).

En el Pacto solamente se indicaba una “inversión de 1 por ciento del PIB en ciencia y tecnología” y que el incremento iniciaría en el presupuesto de este año. No especificaba que se trataba de inversión nacional. El artículo 9Bis de la ley de ciencia y tecnología así lo establece.

El objetivo sobre ciencia planteado en PND incluye otras cuatro estrategias y una veintena de acciones. Unas y otras enunciadas de forma genérica. En las primeras está el apoyo a la formación de capital humano, impulso a las capacidades científicas, apoyo a la transferencia de conocimiento y fortalecimiento de la infraestructura científica y tecnológica.

La articulación entre el Pacto y el PND ya está, a la que deberán sumarse los programas sectoriales. Ya nada más falta lo principal: una convergencia con los hechos.

(Publicado en Campus Milenio. No. 512. Mayo23, 2013. p. 11)

jueves, 16 de mayo de 2013

AL MAESTRO CON CARIÑO: ¿UN SERVICIO PROFESIONAL DOCENTE?



En mayo de este año, a diferencia de celebraciones anteriores, el principal regalo para el maestro no son los reconocimientos al mérito, los incentivos salariales o una roja manzana. El obsequio es un sistema que establecerá nuevas reglas de juego para el ingreso y el ejercicio de la profesión docente.

Desde el comienzo de los años noventa, cuando se firmó el Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica (ANMEB) y luego se estableció el programa de Carrera Magisterial, las condiciones laborales de los profesores y la valoración de su desempeño no habían ocupado el centro del debate en el terreno educativo.

Hoy, dos décadas después de instaurado el programa de incentivos al desempeño individual y tras lo que parecía un avance incontenible de una granítica dirigencia magisterial, está por cambiarse el marco normativo de regulación de la actividad docente y tal vez sin la intervención de los propios destinatarios.

Una probable modificación de largo alcance centrada en las condiciones del ejercicio profesional del docente. Por la misma razón, algunos analistas han desechado el término de reforma educativa para calificar a la iniciativa en curso y, en su lugar, han señalado que se trata más bien de un cambio en las condiciones laborales. Y sí, faltan muchos componentes y asuntos que atender para ser una veradera reforma educativa.

Sin embargo, no hay duda de que se trata de una modificación relevante. No es la reforma educativa que se esperaba y tampoco la que solucionará los graves problemas que tenemos en el sistema educativo, pero sí es importante e implica un cambio en el marco legislativo y en las condiciones estructurales de prestación del servicio educativo.

La fracción IV del artículo 3o constitucional ya establece que “el ingreso al servicio docente y la promoción a cargos con funciones de dirección o de supervisión en la educación básica y media superior que imparta el Estado, se llevarán a cabo mediante concursos de oposición que garanticen la idoneidad de los conocimientos y capacidades que correspondan”.

Actualmente, como también lo indica la misma fracción, se discute la ley reglamentaria para fijar criterios, términos y condiciones de la “evaluación obligatoria para el ingreso, la promoción, el reconocimiento y la permanencia en el servicio profesional”  y claramente se anota que “Serán nulos todos los ingresos y promociones que no sean otorgados conforme a la ley”.

No obstante, tampoco hay que sobrestimar el cambio en la legislación. A pesar de que hoy ya es vigente la modificación constitucional, nada garantiza su cumplimiento en el futuro inmediato. Lo fácil, y no siempre, es cambiar la norma; lo díficil es llevarla a la realidad, aplicarla, modificar las prácticas y comportamientos. Suficiente con advertir lo que ha ocurrido con el derecho a la educación o la gratuidad que establece la misma Constitución.

Difícil saber las características que tendrá la reglamentación del Servicio Profesional Docente. La letra chiquita de las leyes secundarias. A pesar de que desde hace un par de semanas se filtró a la prensa un proyecto de iniciativa con 70 artículos y casi una veintena de transitorios, el cual constituye una versión preliminar sobre la que trabajan los diputados, lo cierto es que todavía no se recuperan las posiciones de los profesores que han manifestado su abierto rechazo y tampoco las presiones al interior de las diferentes fracciones parlamentarias.

Uno de los temas más complicados es cómo se resolverá el tema de las consecuencias de la evaluación obligatoria para el ingreso, la promoción y la permanencia en el servicio profesional. No solamente es el sensible asunto de las opciones para la “permanencia” de los profesores, también qué y cuántas oportunidades debieran tener los profesores para ingresar y promoverse.

No menos importante es qué ocurrirá con el programa de Carrera Magisterial. Si es el caso que, como lo prevé la versión preliminar del proyecto de ley, estará vigente solamente hasta el año 2015 y habrán de sustituirlo por otro programa de incentivos, cuáles serán las consecuencias en la composición salarial de los profesores. Después de todo, tras dos décadas de operación de un esquema de recompensa, difícil será cambiar las prácticas.

Lo sustantivo de la reforma en curso está por definirse y ponerse en marcha. Un cambio que podría sentar las bases de nuevas reglas de juego o abrir la caja de Pandora.

(Publicado en Campus Milenio No. 510. Mayo 16, 2013. p. 9)

jueves, 9 de mayo de 2013

OBAMA: EL PRESENTE, LA MODERNIDAD Y EL SUEÑO



El discurso del presidente estadounidense Barack Obama, en el Museo de Antropología, estuvo dirigido principalmente a jóvenes estudiantes, pero cautivó a todos. De los temas de cooperación que enumeró, tal vez el educativo podrá ser el de mayor relevancia. Un sueño de muchos estudiantes, aunque no de todos los jóvenes.

Las palabras pronunciadas por Obama, como buen orador que es, fueron directas a la cabeza y al corazón de sus escuchas. Notable la combinación de referencias y frases. Y como no, si desde el comienzo dijo, para ubicar geográfica y simbólicamente al auditorio, compuesto mayormente de jóvenes en un recinto que guarda el pasado, citando a Octavio paz: “La modernidad no está afuera sino adentro de nosotros. Es hoy y es la antigüedad más antigua, es mañana y es el comienzo del mundo, tiene mil años y acaba de nacer.”

La cita del poeta proviene de su conferencia “La búsqueda del presente”, pronunciada en Estocolmo, Suecia, cuando recibió el Premio Nobel de Literatura en 1990. Ahí disertó sobre el aquí y ahora: “La búsqueda del presente no es la búsqueda del edén terrestre ni de la eternidad sin fechas: es la búsqueda de la realidad real” e interrogó los significados de la modernidad.

Un aquí que hoy, en la segunda década del siglo XXI, para muchos jóvenes no está claro y mucho menos el futuro. Sin embargo, el presente de los jóvenes asistentes al encuentro con Obama no es el mismo que el de tantos otros que están fuera de las aulas. Por ello, se sintieron particularmente interpelados cuando el presidente estadounidense les dijo: “Ustedes ven la diferencia entre el mundo como es ahora y el mundo como debe ser; entre las actitudes antiguas que pueden impedir el progreso y la nueva manera de pensar que nos permite conectarnos y colaborar con otras culturas”.

Quizás porque los asistentes al encuentro con Obama son estudiantes sobresalientes, “empoderados por la tecnología”, que atisban el porvenir de otra forma y acaso ven un futuro promisorio, ni el rigor de la logística de seguridad, la incomodidad de la espera o los problemas del país, minaron su ánimo exultante.

Todavía más sentido les mereció a los jóvenes la referencia a una mayor cooperación en el terreno educativo entre México y Estados Unidos. El presidente Barack Obama, aparte de la cooperación en el terreno comercial, industrial y energético, destacó una alianza entre ambas naciones en el campo de la educación superior.

De hecho, el día previo al encuentro con estudiantes en el Museo de Antropología, Barack Obama y Enrique Peña Nieto emitieron una declaración conjunta con los temas de cooperación que estarán en su agenda: 1) la competitividad económica; 2) los vínculos entre ambas sociedades; 3) el liderazgo en temas regionales y globales; y 4) la seguridad ciudadana.

En el tema de “vínculos entre ambas sociedades”, los mandatarios acordaron el establecimiento de un “Foro Bilateral sobre Educación Superior, Innovación e Investigación”. Además, precisaron que deberá reunirse en este año, propondrá iniciativas de corto y mediano plazo y estarán convocados representantes gubernamentales, el sector académico y la sociedad civil.

El Foro podrá ser una iniciativa para impulsar la movilidad estudiantil y ampliar las posibilidades de formación de los estudiantes mexicanos. La idea está en sintonía con el programa en marcha de Estados Unidos de  “La Fuerza de 100,000 en las Américas” (100,000 Strong in the Americas). Un programa para incrementar los intercambios estudiantiles en occidente, básicamente hacia los Estados Unidos en el área de ciencias, ingeniería y matemáticas.

Actualmente, México, con 13 mil 893 estudiantes en los Estados Unidos, ocupa el noveno lugar en número de estudiantes extranjeros en ese país. La lista la encabeza China (194,024) y le sigue la India (100,270); después, con menores volúmenes, Corea (72,295) Arabia Saudita (34,139), Canadá (26,821), Taiwán (23,250), Japón (19,966) y Vietnam (15,572).

La posible alianza tal vez incremente el flujo, pero como Obama les dijo a los jóvenes: “El progreso y el éxito jamás están garantizados. El futuro con que ustedes sueñan, el México que ustedes se imaginan, tienen que ganárselo”.

Tal vez para los jóvenes que están fuera de las aulas no habrá presente, ni modernidad, sólo la realidad real. Probablemente para los que logran sortear los filtros, sociales y escolares, el sueño, su sueño, también podrá ser una realidad real. La una el sacrificio de la otra en un mismo presente.

(Publicado en Campus Milenio No. 509. Mayo 9, 2013. p. 9)