jueves, 26 de julio de 2012

EL FORO CONSULTIVO


La reforma de 1999 al marco normativo de la actividad científica y tecnológica --entonces llamada ley de fomento-- fue uno de los cambios más profundos para regular y orientar al sector. Un elemento importante fue la creación de una instancia de contacto entre la comunidad de investigadores y los decisores. Hoy, tras poco más de una década de su puesta en operación, podría desempeñar un papel más decisivo.

En 1985, el énfasis de la ley para coordinar y promover el desarrollo científico y tecnológico estaba puesto, como lo indicaba su título, en la incipiente tarea de “coordinar y promover” el sector. En esos años Conacyt estaba sectorizado a la ya desaparecida Secretaría de Programación y Presupuesto y sus facultades de coordinación eran muy limitadas.

Hacia el final de los años noventa, cuando parecía que en el ámbito académico ya se había arraigado el principio de evaluación del rendimiento, lo mismo que la idea de competitividad y afianzado las capacidades directivas del gobierno federal, se aprobó una nueva norma en mayo de 1999: la ley para el fomento de la investigación científica y tecnológica.
                                                                                     
El acento de la entonces nueva ley estaba puesto en la tarea de “fomentar”. En su siete capítulos y casi medio centenar de artículos –casi el doble de la norma precedente— planteó importantes redefiniciones sobre los instrumentos para fomentar la actividad y también acerca el diseño de las políticas. Por ejemplo, en esa ley quedaron establecidos los convenios de desempeño para los centros públicos de investigación, la instauración de los fondos competitivos y nuevas instancias del sistema científico y tecnológico.

Una de las nuevas figuras que se establecieron, en la ley de 1999, fue la del Foro Permanente de Ciencia y Tecnología. Definido, estrictamente, como un órgano autónomo de consulta del poder ejecutivo y con el objeto de “promover la expresión de la comunidad científica y tecnológica, así como de los sectores social y privado” en la formulación de pollíticas y los programas correspondientes (Artículo 23).

Por esas fechas comenzaba a tener resonancia la noción de políticas de Estado (y abandonar la idea de políticas gubernamentales), así como propuestas para abrir espacios de deliberación pública para los destinatarios de las políticas. En ese contexto prendió la iniciativa de instaurar la figura de un Foro, como espacio para escuchar las opiniones de los propios científicos.

Sin embargo, la integración del Foro se propuso con relativa ambiguedad, pues solamente se indicó que pertenecerían a él representantes de algunas organizaciones académicas (Anuies, el Consejo Consultivo de Ciencias, Adiat) y otras insituciones y personas relacionadas con la actividad.

Uno de los artículos transitorios de la ley de mayo de 1999 estableció que el Foro debía instalarse a los seis meses de promulgada la ley. El órgano se instaló, pero su funcionamiento fue relativamente azaroso y cuando estaba por establecer sus reglas y regularizarse se aprobó una nueva reforma a la normatividad científica.

La siguiente reforma, la del 2002, realizó un ajuste a la integración, funciones y nombre del órgano. Desde entonces se le denominó Foro Consultivo Científico y Tecnológico (FCCyT) –sustituyó lo de “permanente” por “consultivo”— y se precisó quienes serían los representantes de las organizaciones que formarían parte de él.

El Foro conservó la idea de ser un “órgano autónomo y permanente” del poder ejecutivo, pero extendió su función de consulta a dos instancias más: el Consejo General (el máximo órgano de la política científica) y a la junta de gobierno de Conacyt (artículo 36).

Además, también se especificó que estaría integrado por una mesa directiva de 17 personas: 14 representantes de organizaciones y 3 investigadores; ellos mismos eligen a su coordinador. Algunas de las organizaciones son las academias Mexicana de Ciencias, la Nacional de Medicina, la Mexicana de la Lengua, la Mexicana de Historia y el Consejo Mexicano de Ciencias Sociales, también están la Anuies, la Adiat, la Concamin, el Nacional Agropecuario e insituciones edcuativas como la UNAM, el IPN y el Cinvestav.

La norma señala que los coordinadores del Foro serán electos por un periodo de dos años y pueden ser reelectos para otro más. El actual coordinador, Juan Pedro Laclette, desempeña esa función desde el 2008, ya cubrió ambos periodos, y este jueves 26 rendirá su informe correspondiente. Al balance y perspectivas iremos la próxima semana.

(Publicado en Campus Milenio No. 472. Julio 26, 2012. p. 6)

jueves, 19 de julio de 2012

NEGATIVA A CREAR UNA NUEVA ESTRUCTURA PARA LA CyT… EN PERÚ


El actual presidente de Perú, Ollanta Humala Tasso, cumple un año en funciones este 28 de julio. También llegó la hora para algunos de los compromisos y propuestas que formuló en su búsqueda por la presidencia. Uno de ellos había sido la creación de un nuevo ministerio para la ciencia y la tecnología. El mes anterior resolvió que solamente cambiaría la ubicación de su actual instancia en el organigrama gubernamental.

Las propuestas que formuló Ollanta Humala en campaña fueron relativamente controvertidas. Al menos las de su programa de gobierno inicial, con el cual compitió en la primera vuelta electoral, incluía medidas para modificar la Constitución Política y sobre medios. Un programa juzgado como estatizante e intervencionista.

Sin embargo, para la segunda vuelta y por las coaliciones que realizó, el ahora presidente suscribió un tercer programa, denominado “Lineamientos centrales de política económica y social para un gobierno de concertación nacional”. En el entonces nuevo documento (disponible en la página web presidencial), desaparecieron las medidas polémicas e incluyó variadas acciones agrupadas en siete áreas.

En lo que concierne a la actividad científica y tecnológica, como lo consignó oportunamente la Red de Ciencia y Desarrollo (scidev.net), el ahora presidente peruano también prometió crear el ministerio correspondiente y llevar el presupuesto del actual 0.1 por ciento del PIB a por lo menos 0.7 por ciento para el final de su periodo.

No obstante, como recientemente lo señaló la misma Red, los integrantes de la propia comunidad académica peruana no lograron ponerse de acuerdo en las características que debía tener el nuevo ministerio. En tal circunstancia, en noviembre del año pasado, el mandatario peruano resolvió nombrar una comisión de expertos para formular un plan estratégico de políticas públicas para el sector.

A través de un decreto del 20 de octubre de 2011 se creó la “Comisión Consultiva para Ciencia, Tecnología e Innovación”, dependiente del ministerio de educación. Dicha comisión, según estableció el mismo decreto, estaría integrada por seis miembros y debía entregar su informe en enero de este año. (Por cierto, uno de los integrantes fue Francisco Sagasti, uno de los expertos peruanos en políticas científicas y tecnológicas).

El informe de la comisión (“Nueva política e institucionalidad para dinamizar la CTI peruana”), en medio centenar de páginas, destaca un diagnóstico crudo y establecen los lineamientos de política que se podrían adoptar, las áreas prioritarias de investigación en las que debieran concentrarse y los instrumentos de cada una.

En el diagnóstico, relativamente breve y somero, se pone de relieve el escaso nivel, relevancia y peso de la ciencia peruana, así como la exigua inversión que recibe, “una de las más bajas del mundo (0.1 del PIB). En la parte de propuestas, recupera la idea de llevar el nivel del financiamiento al 0.7 del PIB para el 2016.

Quizás entre los lineamientos más sobresalientes del informe, están cuatro alternativas para modificar la institucionalidad y gobernanza del sistema de CTI. La comisión, sin embargo, optó por sugerir la creación de un Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación. O bien, sucesivamente, la creación de una Secretaría Técnica de Ciencia, Tecnología e Innovación en la Presidencia del Consejo de Ministros.

El gobierno de Humala se inclinó, más o menos, por la segunda alternativa. Un decreto del 16 de junio, trasladó de lugar al ya existente Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica; lo pasó del Ministerio de Educación a la Presidencia del Consejo de Ministros (Una especie de Secretaría de Gobernación).

Es de notar el camino que tomó el gobierno peruano en lo concerniente a la institucionalidad de su sistema científico y tecnológico: la misma estructura, pero más cerca de la toma de decisiones. Sobre todo es notable considerando la fragilidad y el papel marginal que desempeña su sistema. Aunque, quizás, esas mismas características son parte de la explicación. Otro parte son el resto de compromisos presidenciales que se asumieron, las presiones por resolver otras áreas en un contexto de recursos escasos y el asunto de la eficacia.

También es inevitable recordar la solicitud de los legisladores y comisión del caso chileno que buscan crear un nuevo ministerio, pero que siguen sin obtener respuesta alguna. Y, claro, la agenda pendiente de México.


(Publicado en Campus Milenio No. 471. Julio 19, 2012)

viernes, 13 de julio de 2012

LAS CUOTAS Y LA DEDUCCIÓN FISCAL DE LAS COLEGIATURAS


Las colegiaturas son un elemento sensible en el ámbito educativo y en el gasto de los hogares. Desde hace más de un año el ejecutivo federal decretó su deducibilidad. También por su importancia, el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), uno de los negocios más rentables de la política en el país y siempre con los estudios de marketing bajo el brazo, basó parcialmente su reciente campaña electoral en un par de spots que ridiculizaban y se oponían al cobro de cuotas escolares.

La alianza entre el PRI y el PVEM también llevaron, casi al finalizar la reciente campaña electoral, a que el candidato priista realizara promocionales en los que respaldaba explícitamente las propuestas del Verde, particularmente las de “vales para medicinas” y el no a las cuotas escolares.

Ahora, en el periodo de la transición que se prolongará durante los próximos cinco meses, será el momento de hacer un recuento del cúmulo de promesas que se pronunciaron en el fragor de la contienda electoral, sobre todo por los compromisos que se asumieron y la inminente tarea de cumplirlos.

La promocionada oposición del partido Verde a las cuotas escolares se refiere a los cobros que aplican algunas escuelas públicas de nivel básico, a través de la sociedad de padres de familia de forma discrecional, los cuales se utilizan para diferentes propósitos, entre ellos el de mantenimiento y mejora de los planteles escolares.

Si la fracción IV del artículo tercero constitucional establece que la educación impartida por el Estado debe ser gratuita, cualquier cobro que realicen las escuelas públicas es indebido y estará fuera de la norma. Sin embargo, también es cierto que ante la insuficiencia de recursos públicos e incapacidad estatal para atender algunas de las necesidades de los recintos escolares, la responsabilidad se ha trasladado parcialmente a los padres de familia.

En tal situación: ¿qué hará la nueva administración en materia de cuotas? ¿Se opondrá activamente o simplemente ignorará si las instituciones o la organización de padres de familia persisten en sus prácticas? ¿Cómo y a través de que medios podría suplir el respaldo que reciben los planteles?

Otro asunto es el de las colegiaturas en la educación particular. En este caso, paradójicamente, a medida que la obligatoriedad se ha extendido a otros niveles escolares, también se han incrementado los incentivos para acudir a las instituciones particulares. En 1993 la educación secundaria se sumó a la primaria como grado obligatorio; después, en el 2002, se incluyeron los tres años de preescolar; y finalmente, el pasado mes de febrero se decretó la obligatoriedad de la media superior. La participación relativa del sector particular en preescolar se ha incrementado en la última década (de 10 a 14 por ciento) y seguramente lo mismo ocurrirá con la media superior.

Una cierta imagen de deterioro de la educación pública, complementada con la idea de superioridad, en buena medida infundada, de la educación particular y una escasez de espacios educativos públicos, han propiciado que una porción importante de las familias se inclinen por la educación particular.

Tal vez por la creciente presión en el gasto de las familias, la perentoria puesta en marcha de la obligatoriedad de la media superior y los ajustes en el esquema del gasto educativo, el gobierno federal decretó la deducción de los pagos por concepto de colegiaturas el 15 febrero del año pasado.

Según el decreto correspondiente, las personas físicas pueden deducir a su base gravable para efectos del ISR anual, los pagos de las colegiaturas (no de inscripciones u otros gastos escolares) a instituciones particulares que cuenten con RVOE. Los niveles que incluyó van de preescolar hasta media superior y estableció montos máximos por nivel y persona.

La Secretaría de Hacienda estimó que en el corte correspondiente al año pasado dejaron de ingresar al erario por ese concepto 13 mil millones 441 mil pesos (Presupuesto de Gastos Fiscales 2011: p. 36). El 30 de marzo de este año, el ejecutivo federal nuevamente publicó el decreto de beneficio fiscal y Hacienda calcula que el monto que dejará de percibir será ligeramente mayor, sumará 13 mil millones 554 mil pesos (Presupuesto de Gastos Fiscales 2012: p. 84).

La cantidad que se deduce es relativamente insignificante en el PIB total. Sin embargo, en el contexto del gasto educativo no lo es (alrededor del 5 por ciento del ramo 11). El asunto, al igual que con las cuotas, es qué opción tomará la nueva administración.


(Publicado en Campus Milenio No. 470. Julio 12, 2012)

LOS VOTOS Y LA RESPONSABILIDAD EN EL DF


Los resultados electorales del Distrito Federal son relativamente sorprendentes. Tanto por los niveles de participación como por las expresiones del voto. La semana anterior, le comentamos que las encuestas previas a los comicios anunciaban el triunfo de la coalición PRD-PT-MC. No obstante, los números finales, como hoy es claro, difieren de los cálculos de los encuestadores.

Según el último censo de población, el DF suma 8 millones 851 mil 58 personas. El Instituto Electoral del DF dice que el número de electores es de 7 millones 226 mil 339. De ese total, en la jornada del pasado domingo, votamos 4 millones 760 mil 367 personas. Es decir, en cifras redondas, el 66 por ciento del total; un alto porcentaje de votación (a nivel nacional fue de 63 por ciento y ha sido el porcentaje más alto que se ha verificado).

El candidato a jefe de gobierno por la coalición PRD-PT-MC, Miguel Ángel Mancera, obtuvo poco más de 3 millones del total de votos que se emitieron, lo que representa el 64 por ciento del total. Es el porcentaje más alto logrado en los procesos electorales del DF, desde que se realizaron elecciones en 1997. Su más cercana competidora, la abanderada del PRI-PVEM, Beatriz Paredes Rangel, apenas alcanzó los 20 puntos porcentuales. Una diferencia de 44 puntos.

Los resultados en las 16 delegaciones políticas también son favorables a la coalición del PRD-PT-MC. Salvo en las demarcaciones Cuajimalpa y Benito Juárez, la coalición izquierdista obtuvo las jefaturas en el resto.

Los resultados en las 16 delegaciones políticas también son favorables a la coalición del PRD-PT-MC. Salvo la delegación Cuajimalpa, donde por poco más de mil votos, obtuvo el triunfo el candidato del PRI-PVEM (33,790 contra 32,695), en el resto, la coalición izquierdista obtuvo las jefaturas delegacionales.

Incluso en las dos delegaciones que perdió, los resultados estuvieron muy cerrados: en Cuajimalpa el PRI-PVEM obtuvo el triunfo por una diferencia de mil votos (33,790 contra 32,695) y en Benito Juárez el PAN conservó la titularidad por una diferencia de 498 votos.

En lo que concierne a los diputados locales, el PRD también obtuvo casi la totalidad. La Asamblea Legislativa se integra por 40 diputados electos según el principio de mayoritaria relativa y 26 diputados electos según el principio de representación proporcional (artículo 37 del Estatuto de Gobierno del DF). En total 66 asambleístas.

La votación de los diputados locales es de acuerdo a los 40 distritos electorales uninominales del DF. Las cifras disponibles señalan que todos los distritos, salvo el XIV y el XX que ganó el PAN, los 38 distritos restantes se los adjudicó el PRD. Una cantidad suficiente para alcanzar la mayoría en la Asamblea. El PAN solamente obtuvo cinco distritos más de representación proporcional.

En resumidas cuentas, el porcentaje de votación en la jefatura de gobierno, las delegaciones y los distritos son apabullantes y le otorgan mayoría absoluta al PRD en el DF. Los números contrastan con los de las elección federal. Pero en una y en otras, aunque las tendencias se habían previsto, la mayoría de encuestas no se aproximaron al resultado final. La confiabilidad de las encuestas y los ejercicios estadísticos se han puesto en duda y es necesario que los responsables de las encuestas ofrezcan una explicación detallada.

Lo cierto es que para los resultados finales en el DF, las argumentaciones han comenzado a explorar una mezcla del perfil del ganador, una cierta evaluación de la actual administración, el manejo de medios, los programas de gobierno en marcha, las preferencias y rasgos de los capitalinos, el papel desempeñado por las oponentes, entre otros elementos.

La elección en el DF todavía no se califica oficialmente, pero seguramente en breve lo estará en el sentido que muestran las cifras de votación. Si es el caso, los diputados locales tomarán posesión en septiembre próximo, los jefes delegacionales el 1 de octubre y el jefe de gobierno el 5 de diciembre.

La responsabilidad de la próxima administración capitalina es proporcional al volumen de votación que logró y las preferencias que alcanzó. Sobre todo porque, prácticamente, no tiene contrapesos en la Asamblea ni en las jefaturas delegacionales, pero sí un nuevo interlocutor en el gobierno federal. Lo elemental será evitar la tentación de las decisiones verticales y la obsesión por el control.

Los cinco meses que faltan para que asuma funciones la nueva administración servirán para valorar la viabilidad de las promesas de campaña. El terreno educativo y científico son asignaturas pendientes. En el primer caso, el DF es la única entidad donde no se ha descentralizado el servicio educativo; en el segundo, prometió que se crearía una secretaría de ciencia y tecnología. ¿Eso es lo deseable? Ya lo veremos.


(Publicado en Campus Milenio No. 469. Julio 5, 2012)