Alejandro Canales
UNAM-IISUE/SES
Twitter: @canalesa99
La convocatoria se emitirá en junio próximo, pero desde
ahora se anunció la creación de un fondo entre Conacyt y el Instituto Nacional
para la Evaluación de la Educación (Inee). Al parecer, como la mayoría de apoyos
canalizados a través de estos fondos, se trata de incentivar la investigación
en un sector específico.
Según anunciaron los titulares de Conacyt e Inee, el
propósito del convenio es doble: por un lado, para la “formación y
perfeccionamiento de las capacidades técnicas de las instancias que constituyen
el Sistema Nacional de Evaluación Educativa”. Por otro, para realizar
“investigaciones para generar o perfeccionar los instrumentos, técnicas y
procedimientos de evaluación, con el objetivo de mejorar la calidad de sus
procesos” (Comunicado 38/16).
El establecimiento de este tipo de fondos no es ninguna
novedad en el terreno de las políticas científicas y tecnológicas, tampoco en
el de la investigación educativa y ni siquiera en el campo propiamente de la
evaluación de la educación. Sin embargo, el fondo de referencia sí será el
primero entre los dos organismos participantes y dirigido centralmente a
fomentar la investigación sobre evaluación educativa.
En el sistema científico y tecnológico nacional se
establecieron los fondos competitivos a partir de las profundas modificaciones
normativas de fines de los años noventa, las cuales redefinieron los
instrumentos para impulsar la actividad y las instancias de diseño de las
políticas. En la ley para el fomento de la ciencia y la tecnología de 1999 se
constituyeron por primera vez los fondos Conacyt; un mecanismo diferente al
respaldo sin condiciones que había otorgado previamente.
Los fondos que se incluyeron en la ley fueron: 1) los
“fondos institucionales”, bajo la responsabilidad exclusiva de Conacyt y
dirigidos a apoyar las demandas de la comunidad científica y tecnológica. 2)
los “fondos sectoriales”, creados mediante convenios entre Conacyt y las dependencias
y entidades, cuyo propósito sería alentar la investigación en el sector
firmante. 3) Los “fondos mixtos”, integrados con aportaciones del organismo
rector de las políticas científicas y tecnológicas, así como de los gobiernos
estatales y municipales para el fomento de la investigación en cierta área.
El fondo recientemente creado entre Conacyt e Inee estaría
en la categoría de fondos sectoriales. A la fecha, existen más de una treintena
de fondos constituidos con una decena de secretarías de Estado, como las de
Educación, energía, Economía, Marina y otras más. Pero también se han
constituido otros con institutos como el Inegi, el de la Juventud o el de las
Mujeres.
De acuerdo a la información proporcionada por los titulares
de Conacyt e Inee, el fondo que acaban de crear tendrá un monto inicial de 25
millones de pesos y será esencialmente para financiar investigaciones con la
información derivada de las evaluaciones que se realizan en el Sistema Nacional
de Evaluación. ¿La cifra de presupuesto que se considera para este fondo es
mucha o es insignificante?
La información de los resultados de la convocatoria 2014, la
más reciente sobre los fondos sectoriales, indica que se canalizaron alrededor
de 772 millones de pesos para 18 de estos fondos (10 de desarrollo tecnológico
y 8 de investigación científica) y se apoyaron un total de 986 proyectos.
El presupuesto de los fondos sectoriales para proyectos de
desarrollo tecnológico van de los 8 a los 30 millones de pesos y los de
investigación científica de 2 a 420 millones de pesos. Aunque, en realidad, de
estos últimos, solamente un fondo, el de
“investigación básica SEP” es el que tiene la cantidad de 420 millones y apoya a
550 proyectos.
Es decir, si se considera la cantidad global de Conacyt para
fondos sectoriales, el de SEP tiene más de la mitad del total de recursos
financieros (54 por ciento del total) y más o menos un porcentaje equivalente
de proyectos apoyados.
Una situación contrastante con lo que apenas ocurría hace
más de una década. En el reporte que realizó la OCDE sobre el desarrollo y la
investigación educativa en México en 2003, en lo correspondiente al respaldo
financiero, destacó que había una carencia general de fondos para la
investigación educativa y precisó que de los fondos sectoriales y mixtos de
Conacyt apenas “un 1.5 por ciento van a educación” (p.33). En esas
circunstancias, sugirió asegurar un mayor financiamiento para la actividad.
Tal vez un poco por las recomendaciones recibidas, otro
tanto por las inocultables dificultades del sistema educativo nacional y otro
tanto por la presión de la comunidad de investigadores educativos, los recursos
financieros para la actividad se incrementaron de forma significativa. Sin
embargo, lo que también está claro es que frente al tamaño del sistema
educativo y el volumen de personal, los recursos todavía siguen siendo
insuficientes. Veamos qué ocurre con el
fondo recientemente creado.
(Publicado en Campus Milenio No. 654 Abril 28, 2016, p.5)