jueves, 30 de mayo de 2019

Reservas y adecuaciones en el gasto público

Alejandro Canales
UNAM-IISUE/PUEES
Twitter: @canalesa99

(Publicado en Campus Milenio No. 803. Mayo 30, 219. Pág. 5)

Los recortes en el presupuesto no solamente están quitando la grasa, también se llevan el músculo y, lo peor, parece que ya tocaron la estructura ósea de la administración pública. El calendario del presupuesto autorizado, a entregarse mes a mes a ciencia y tecnología (el ramo 38), apenas fue publicado el pasado mes de enero en el Diario Oficial de la Federación y, sin embargo, tres meses después resulta que parte de los fondos podrán mantenerse en reserva. Es decir, no entregarse en las fechas ni en los montos previstos.

El tratamiento otorgado al sector científico y tecnológico es muy distinto al de otros sectores. En primer lugar, respecto a 2018, como lo hemos reiterado, no obtuvo ningún incremento en su presupuesto para este año. Por el contrario, tuvo una reducción, a pesar de la promesa del presidente López Obrador que había anticipado un incremento, o bien, mantener el mismo nivel.

En segundo lugar, la corrección de errores no se produce o se hace con demora. La rectificación en el presupuesto que aprobaron los diputados nunca llegó, como sí ocurrió con el subsidio a universidades. También, en los institutos del sector salud, luego de la sustitución del titular del IMSS, la proliferación de testimonios y el recuento de daños, vino la rectificación y la Secretaría de Hacienda regresó 2 mil 400 millones de pesos que tenían asignados pero que la secretaría los mantenía en “reserva”. No ha sido lo mismo en el sector científico y tecnológico.

Lo dijimos aquí la semana pasada: la situación es anómala y relativamente preocupante. Porque las reservas al presupuesto ya están operando y todavía no se expide la Ley federal de austeridad republicana de Estado, la norma que establecerá criterios de economía, eficacia, eficiencia, imparcialidad y honradez en el ejercicio de los recursos públicos. Tampoco está aprobada la reforma a la Ley general de responsabilidades administrativas ni a la Ley federal de presupuesto y responsabilidad hacendaria. Falta la aprobación del Senado.

Sin embargo, el memorando del 3 de mayo del presidente López Obrador endurece todavía más las restricciones en el ejercicio del gasto público e instruyó a ponerlas en marcha ya mismo. Incluye medidas en materia de nómina y gasto operativo que significan limitación de personal y reducción “inmediata” del 30 por ciento, respecto del presupuesto de este año, a aplicarse en diferentes rubros de gasto, y otro de 50 por ciento en otros rubros.

La normatividad es para todas las dependencias de la administración pública federal y los Centros Públicos de Investigación (CPI) están incluidos porque son entidades paraestatales, aunque su función sustantiva es otra. Por la misma razón, el pasado 15 de mayo, estos Centros solicitaron públicamente que no se les aplicara el recorte. No se ha rectificado.

Por ejemplo, trabajadores contratados por honorarios informaron en redes sociales que el Instituto Mora, acatando la instrucción del memorando del 3 de mayo, tomó la decisión de recortar 40 por ciento de los trabajadores de esa categoría. Este Instituto tiene autorizados poco más de 175 millones en este año.  En el mismo sentido, el Centro de Investigación y Asistencia en Tecnología y Diseño del Estado de Jalisco (CIATEJ), cuyo presupuesto para este año es 186 millones de pesos, informó a su comunidad que pondría en marcha medidas de ahorro de energía, las cuales incluyen suspender el uso de cafeteras eléctricas, la carga de celulares y ni hablar de aire acondicionado (Oficio DG 279/2019. 21.05.2019).

El último párrafo del artículo 58 de la Ley federal de presupuesto y responsabilidad hacendaria (LFPRH) dice: “No se podrán realizar reducciones a los programas presupuestarios ni a las inversiones dirigidas a la atención de la Igualdad entre Mujeres y Hombres, al Programa de Ciencia, Tecnología e Innovación”, salvo algunos supuestos y aprobación de los diputados.

Entonces, aunque las leyes respectivas no están listas ¿se puede aplicar el memorando del 3 de mayo en las dependencias? Es un hecho. La LFPRH prevé adecuaciones presupuestarias en las entidades, tanto si ocurre una disminución en los ingresos a distribuir (artículo 21) o si permiten un mejor cumplimiento de los objetivos de los programas (artículo 58 y ss). Sin embargo, no estamos en ninguno de los dos casos, pero la ley es flexible.

Tal vez lo que está ocurriendo en el sector educativo y en el científico y tecnológico no alcanza una alta visibilidad pública, ni es socialmente tan sensible como el de la salud. No obstante, es igualmente grave. Si no se rectifica a tiempo, podríamos terminar con daños estructurales en el servicio público; los efectos serán inexorables y difíciles de revertir.


Pie de página. ¿El relevo en la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales también será un cambio en la política de Estado en materia de protección ambiental, agroecología y transgénicos? Ya lo veremos.

jueves, 23 de mayo de 2019

Otro memorando, recortes en CTI

Alejandro Canales
UNAM-IISUE/SES
Twitter: @canalesa99

(Publicado en Campus Milenio No. 802. Mayo 23, 2019. Pág. 5)

Los recortes en el gasto público no son ninguna novedad, generalmente aparecían en situaciones de crisis económica o en previsión de que ésta ocurriera. La disminución de recursos frecuentemente venía espoleada por un entorno internacional adverso, un incremento alarmante en el déficit público, un alto volumen de endeudamiento, la búsqueda de estabilidad macroeconómica o alguna otra razón que inevitablemente culminaba en restricciones en el gasto público.

Sin embargo, a diferencia de ocasiones anteriores, los recortes que ahora se proyectan aparentemente tienen otras razones. Los motivos que el gobierno federal ha expresado para disminuir el gasto de la administración pública es instaurar un régimen de austeridad en el servicio público, contener la corrupción y, sobre todo, contar con mayores recursos para programas de apoyo a la población más desfavorecida.

Las razones son muy atendibles. Los servidores públicos han exhibido de forma insultante sus privilegios, el enriquecimiento ilícito o el derroche inmisericorde de recursos. Y sí, nada más justo que reducir la gravísima desigualdad de esta nación. Sin embargo, no están a la vista los mecanismos que permitirían contener solamente los excesos y sí es sumamente preocupante el recorte indiscriminado del presupuesto, especialmente en el terreno de la salud, la educación y la ciencia y la tecnología.

Los recortes de esta administración no son una sorpresa. El ahora presidente López Obrador, el 15 de julio del año pasado, a las dos semanas de su triunfo electoral, anunciaba los “50 lineamientos generales para el combate a la corrupción y la aplicación de una política de austeridad republicana en el gobierno”. Desde ese entonces perfiló la eliminación de fueros y privilegios de los servidores públicos, tanto como las limitaciones que tendría el ejercicio del gasto público. Hoy son cuerpo de la “Ley federal de Remuneraciones de los servidores públicos” y del proyecto de “Ley federal de austeridad republicana del Estado”.

El asunto es que las normas no solamente limitan los excesos, también están provocando incertidumbre en las instituciones públicas y daños en la capacidad instalada de los servicios académicos y de salud. Además de la reducción que en su momento se advirtió en el presupuesto para este año en educación superior y en ciencia y tecnología, se han sumado otras dificultades más.

Por ejemplo: la disminución del ingreso neto del personal académico de instituciones y centros de investigación que están considerados como servidores públicos; la modificación y posterior restitución del respaldo directo a las estancias infantiles; la dificultad que suscitó la suspensión del bono sexenal y retraso en las becas de médicos residentes; los despidos en la Conabio; la suspensión y reanudación de los diferentes programas a cargo de distintas organizaciones intermedias entre Conacyt y beneficiarios por falta o retraso en la entrega de presupuesto, entre otros.

Lo más preocupante es que la Ley federal de austeridad republicana todavía no entra en vigor --la aprobaron los diputados el pasado 30 de abril y falta que los senadores hagan lo correspondiente--, pero el ejecutivo federal envió un memorándum complementario a esa ley que podría ser una mayor limitante para los Centros Públicos de Investigación.

La iniciativa de ley ya contenía disposiciones específicas sobre una política de austeridad y restricción en el ejercicio de los recursos públicos, así como sobre la constitución de fideicomisos y fondos que tendrán consecuencias en el sector científico y tecnológico. No es un asunto sencillo de resolver y aquí mismo los hemos comentado (Campus Milenio No. 767 y 768).

Ahora, además, el memorándum de AMLO instruye a los servidores públicos e informa que las medidas que añade “son de observancia obligatoria para toda la Administración Pública Federal” (memorándum 03.05.2019). Propone: 1) una reducción inmediata del 30 por ciento respecto de su presupuesto de este año en los rubros de viáticos y pasajes aéreos nacionales; estudios e investigaciones, entre otros. 2) una reducción del 50 por ciento en viáticos y pasajes aéreos en el extranjero; congresos y convenciones, por ejemplo. En la iniciativa de ley solamente indicaba que no se excediera el monto del ejercicio presupuestal anterior.

Es una situación jurídica anómala, peculiar, relativamente similar a la que ocurrió con la reforma educativa, en la que el Congreso todavía no aprueba la ley y el ejecutivo federal instruye a poner en marcha medidas que trascienden esa norma. Por lo pronto, el Foro Consultivo Científico y Tecnológico y los Centros Públicos de Investigación han manifestado públicamente su preocupación por el memorándum. No les falta razón y lo veremos en próxima entrega.

Pie de página: A propósito de la falta de apoyo para las Olimpiadas de Matemáticas, dice Conacyt que sí entregó a la Sociedad Matemática Mexicana el apoyo para este año ($1,6000,000) y que el convenio no es semestral. Entonces ¿en dónde está el problema?

viernes, 17 de mayo de 2019

Cátedras Conacyt: ¿retorna el problema a las IES?

Alejandro Canales
UNAM-IISUE/PUEES
Twitter: @canalesa99

(Publicado en Campus Milenio. No. 801. Mayo 16, 2019. Pág. 5)

El pasado mes de febrero los jóvenes participantes en el programa Cátedras Conacyt quedaron ojipláticos por el anuncio y percepción que la directora de Conacyt, Elena Álvarez Buylla, tenía sobre la operación de ese programa. Avisó que se cancelaría y si bien reconoció sus virtudes, también advirtió su inviabilidad: “se atendió de una manera parchada e insostenible [las opciones laborales para los jóvenes]. Hoy tenemos colgados de la nómina a 1500 catedráticos, eso tiene que cambiar” (Boletín AMC/024/19. 05.02.2019).

A los jóvenes no les pareció nada grata la apreciación sobre su trabajo y menos la incertidumbre sobre su futuro laboral. Una buena parte de ellos respondieron en las redes sociales detallando los proyectos en los que participaban, destacando sus logros y consideraron inaceptable ser calificados como parásitos. En los mismos medios Álvarez Buylla se disculpó e intentó aclarar el sentido de sus palabras.

Sin embargo, frente a la posibilidad de que el programa se modificara sustancialmente o se cancelara en definitiva, otros jóvenes más se organizaron y solicitaron formalmente un encuentro con la titular del organismo rector de las políticas científicas y tecnológicas. En ese momento no hubo respuesta oficial, pero finalmente el pasado fin de semana se realizó la reunión.

El programa Cátedras Conacyt, como seguramente se recuerda, fue puesto en marcha en la administración anterior. Inició en el 2014 con una oferta de alrededor de medio millar de lugares y la publicación de las normas a las que se sujetarían las personas que buscaran obtener una cátedra.

Las cátedras siguieron un procedimiento de asignación convergente: las instituciones (universidades, centros públicos de investigación o institutos nacionales) presentaban a Conacyt un proyecto para una cátedra individual o una colectiva (entre tres y cinco jóvenes) y los aspirantes se inscribían en un padrón de elegibilidad.  Las autoridades de entonces dijeron que siguieron un principio de equidad, porque se dio preferencia a las entidades con menor desarrollo científico y tecnológico y se asignaron cátedras colectivas para un mayor efecto de respaldo e impulso.

El esquema era atractivo: por una parte, ofrecía oportunidades laborales a jóvenes talentosos, con una formación de alto nivel que no encontraban acomodo en el refractario y competido mercado del trabajo incapaz de abrirles un espacio; y, por otro lado, compensaba el rezago científico y tecnológico de algunas entidades federativas.

Sin embargo, la peculiaridad del programa fue que las cátedras no formarían parte de las instituciones receptoras. Los jóvenes catedráticos serían considerados como personal académico de Conacyt, comisionado a la institución de adscripción por un periodo de 10 años y renovables las veces que sea necesario. Así que para efectos normativos el organismo es el patrón, el que cubre la nómina. En un contexto de recursos escasos ese era y es el principal problema.

En un inicio la idea era duplicar el número de plazas anualmente y expandir el programa a un mayor número de instituciones. Pero, como ocurre frecuentemente, todo dependía de los recursos autorizados y no los hubo. El número de cátedras más bien disminuyó a la mitad en los siguientes cuatro años y la administración anterior, a junio de 2018, concluyó con un total de 1 mil 511 plazas distribuidas en todo el territorio nacional en casi un millar de proyectos y en más de un centenar de instituciones.

Según los datos que presentó Peña Nieto en su último informe de gobierno, el total de recursos erogados entre 2014 y 2018 sumaron casi cuatro mil millones de pesos para el programa de Cátedras Conacyt. El volumen de recursos fue la principal preocupación de la nueva administración del organismo y una de las razones para cancelar el programa.

En la reciente reunión de los jóvenes catedráticos con Álvarez Buylla, la titular del organismo les dijo que se buscará cambiar su estatus laboral: “esto es, que dejen de ser considerados administrativamente como funcionarios públicos, con plazas de confianza y, en un futuro, se incorporen como investigadores, con toda formalidad y derechos plenos, en alguno de los 139 centros de investigación e institutos a los que están adscritos” (Comunicado 36/19 11.05.2019).

En realidad la solución no está a la vista: el programa surgió, precisamente, porque ni la industria ni las instituciones públicas de educación superior podían abrir un lugar de trabajo. Ahora el problema retornará a esas mismas instituciones y más complicado porque las instituciones tienen menos presupuesto y podría disminuir todavía más. Nada fácil.

Pie de página: A propósito de la reciente reactivación del fondo sectorial SEP-Conacyt, el secretario de Educación Pública informó que “la inversión total, en esta administración, será cuatro veces mayor a la realizada en los dos años previos”. Veremos los números.

Ciencia y tecnología. Planear el desarrollo

Alejandro Canales
UNAM-IISUE/PUEES
Twitter: @canalesa99

(Publicado en Campus Milenio No. 800. Mayo 9, 2019. Pág. 9)

Si un plan nacional de desarrollo expresa la parte del pacto social que le corresponde cumplir al gobierno, los elaborados en el periodo de referencia [1982 – 2018] fueron falsos en sus propósitos y mendaces en sus términos, como lo fueron los informes presidenciales y otras expresiones del poder público.

El párrafo previo es un fragmento de la presentación del Plan Nacional de Desarrollo (PND) de la actual administración y expresa su diagnóstico tajante y seco del periodo anterior, tanto como la anticipación de la retórica y estilo para planear el desarrollo del presente sexenio.

También es ilustrativo de las dos partes que, claramente diferenciadas, integran el Plan. A pesar de que la segunda parte incluye objetivos, indicadores y metas, no escatima en el uso de adjetivos y explícitamente señala que tendrá un carácter histórico porque marca el fin de los planes neoliberales y porque se deslinda de un “lenguaje oscuro y tecnocrático”.

El PND 2019 – 2024 es el primer documento que condensa propósitos, estrategias y líneas del gobierno de López Obrador. Después del confuso y extenso “Proyecto de Nación 2018 – 20124”, el documento que presentó en noviembre de 2017, antes de las elecciones y en el que perfilaba las iniciativas que tenía planeadas, ahora se articulan de forma más breve y sistemática.

Las palabras del PND quedarán en el registro y también serán el referente para valorar los compromisos que asume. Por ejemplo, ahí se dice: “Tenemos ante el mundo la responsabilidad de construir una propuesta posneoliberal y de convertirla en un modelo viable de desarrollo económico, ordenamiento político y convivencia entre los sectores sociales. Debemos demostrar que sin autoritarismo es posible imprimir un rumbo nacional; que la modernidad puede ser forjada desde abajo y sin excluir a nadie y que el desarrollo no tiene porqué ser contrario a la justicia social” (p. 8).

Las dificultades para impulsar un crecimiento sostenido han sido reiteradas. Al comienzo de los años ochenta, cuando terminaba el sexenio de José López Portillo e iniciaba el de Miguel de la Madrid, fueron también los años de crisis económica. Por cierto, López Portillo le adjudicó la responsabilidad a la crisis como el factor que le impidió cumplir sus planes y lograr sus metas.

El asunto es que esos años también fueron los de la idea de planear globalmente: incluir las diferentes áreas de la administración pública y elaborar un programa integral de gobierno. Ahí surgió el Plan Global de Desarrollo. Porque se buscaba articular, bajo una metodología uniforme, un plan y los diferentes programas sectoriales, así como contar con mejores instrumentos de intervención.

Después vino la reforma a la Constitución para establecer un sistema nacional de planeación y la promulgación de una Ley de Planeación en 1983. Una norma que, en su artículo 3, precisa lo que debe entenderse por planeación nacional del desarrollo, y sustituyó, después de poco más de medio siglo, a la Ley sobre Planeación General de la República de 1930.

Ahora, el PND de esta administración prevé que el desarrollo económico para el final del sexenio alcanzará una “tasa de 6 por ciento, con un promedio sexenal de 4 por ciento” (p. 60). Sin embargo, es una meta que, vale la pena notarlo, aparece en el primer documento del Plan, pero no en el segundo que es, precisamente, en donde se describen indicadores y las metas propiamente dichas.

Lo más sorprendente es que el Plan no le adjudica ningún papel sobresaliente a las actividades científicas y tecnológicas para el desarrollo nacional. No obstante, una de las principales razones para ocuparse del sistema científico y tecnológico, desde el sector gubernamental, es que se trata de uno de los motores que impulsan el desarrollo socioeconómico y el bienestar de las naciones

Más inquietante resulta que la mención a la ciencia y la tecnología queda registrada solamente en la primera parte del Plan: “El gobierno federal promoverá la investigación científica y tecnológica; apoyará a estudiantes y académicos con becas y otros estímulos en bien del conocimiento. El CONACYT coordinará el Plan Nacional para la Innovación en beneficio de la sociedad y del desarrollo nacional con la participación de universidades, pueblos, científicos y empresas” (p. 58). Poco, muy poco en la segunda parte; nada en lo propiamente programático.

Por ejemplo, el PND destaca tres ejes generales: justicia y Estado de derecho; bienestar; y desarrollo económico. En cada eje se plantean objetivos, indicadores y estrategias. El primer eje no incluye ninguna estrategia relacionada con las actividades científicas y tecnológicas, a pesar de que la seguridad pública puede tener ser respaldado de forma importante.

El eje de “Bienestar” incluye once objetivos y de ellos solamente en tres se hace mención a estrategias científicas y tecnológicas. Especialmente cuando se plantea el acceso a los servicios de salud, también como un componente para garantizar un medio ambiente sano y para promover el derecho humano a la cultura. En este último, una de las estrategias destaca la promoción de “la apropiación social de las humanidades, las ciencias y las tecnologías” (p. 121).

Por último, en el eje “Desarrollo económico” quedan anotadas un par de estrategias: una para desarrollar un Sistema Nacional de Innovación de los sectores productivos para protección de derechos de propiedad industrial e intelectual; otra en política energética para contribuir a la formación y fortalecimiento de capital humano científico de alto nivel en ese sector. Sí, como en el sexenio anterior.

En fin, todavía faltan los programas sectoriales pero, hasta ahora, la voluntad y la expresión de buenas intenciones son las que predominan.

jueves, 2 de mayo de 2019

Derecho a gozar de los beneficios de la ciencia

Alejandro Canales
UNAM-IISUE/PUEES
Twitter@canalesa99

(Publicado en Campus Milenio No. 799. Mayo 2, 2019. Pág. 5)

Los reflectores sobre la actual modificación al artículo 3º constitucional se han dirigido principalmente al controvertido y todavía irresuelto decimosexto transitorio de la reforma propuesta. Un tema nada menor porque se refiere al mecanismo de ingreso, promoción y reconocimiento de la profesión docente. 

Al momento de escribir estas líneas falta la aprobación de la Cámara de Senadores y luego su paso a los congresos estatales, al menos la mitad, para que la reforma entre en vigor. Si las modificaciones quedan en los términos propuestos, la resolución sobre el decimosexto el problema se diferirá porque su precisión y alcance  se trasladará a las leyes secundarias que están por elaborarse.

No obstante, la reforma al artículo 3º incluye otros cambios que no son nada menores, como el planteado en su fracción V. Ahí se incluye una modificación sustantiva en materia de ciencia y tecnología, respecto de lo que establece la Constitución vigente y también de lo que había propuesto la iniciativa original del propio presidente de la República, la que desencadenó el actual proceso de cambio.

En la norma vigente, la fracción V del artículo 3º, únicamente indica que el Estado “apoyará la investigación científica y tecnológica, y alentará el fortalecimiento y difusión de nuestra cultura”. Además, en la fracción XXV del artículo 73 queda establecida la responsabilidad y facultad del Congreso para legislar sobre las instituciones de investigación científica.

En el proyecto de reforma de AMLO, el que envió el 12 de diciembre del año pasado, proponía para la misma fracción V: “El Estado incentivará la investigación científica y tecnológica que se realice en el país, y alentará el fortalecimiento y difusión de nuestra cultura como un principio al que todos los mexicanos tienen derecho”. Es decir, básicamente, intercambió la palabra “apoyará” por “incentivará” y añadió la difusión de la cultura como principio. La fracción XXV del artículo 73 quedaba en los mismos términos.

Por su parte, la Red Educación Derechos, en febrero de este año, presentó una propuesta alternativa, la cual fue respaldada por el bloque opositor de partidos en la Cámara de Diputados. Sobre la misma fracción V, la propuesta de la Red proponía modificaciones sustanciales y de diverso alcance.

Ahí se anotó: “Toda persona tiene derecho a gozar de los beneficios del desarrollo de la ciencia y la innovación tecnológica. El Estado incentivará la investigación científica, humanística y tecnológica, para lo cual deberá proveer recursos y estímulos suficientes, conforme a las bases de coordinación, vinculación y participación que establezca la ley. Además, alentará el fortalecimiento y difusión de nuestra cultura, en términos de lo dispuesto por el artículo 4º”.

Esto es, quedaba indicado el derecho a gozar de los beneficios del desarrollo de la ciencia y la innovación tecnológica y se precisaba que el Estado debía proveer los recursos y estímulos con suficiencia conforme a la normatividad. Una diferencia notable, respecto de lo que establecía la norma vigente y la propuesta del presidente de la República.

En la propuesta se recuperaba no solamente lo que hace más de medio siglo está previsto en tratados internacionales, también lo que habían planteado iniciativas anteriores en el Congreso y especialmente la legislatura anterior en el Senado –en una entrega posterior haremos el recuento de proyectos.

Finalmente, en marzo pasado, el dictamen de las comisiones unidas de Educación y Puntos Constitucionales, sobre la misma fracción V recuperó, casi en los mismos términos la propuesta de la Red. “Toda persona tiene derecho a gozar de los beneficios del desarrollo de la ciencia y la innovación tecnológica. El Estado apoyará la investigación e innovación científica, humanística y tecnológica, y garantizará el acceso abierto a la información que derive de ella...”

Es decir, esencialmente, sólo añade lo concerniente a la garantía al acceso abierto a la información. El dictamen, después de semanas de encuentros ríspidos e inconformidades, fue aprobado el pasado 24 de abril por la Cámara de Diputados y seguramente también lo hará de los Senadores. ¿Hubo otras propuestas de reforma en la materia? Sí, pero no las que ahora se mencionan ni se adjudican correctamente. A ello iremos en detalle en una siguiente entrega.

Por lo pronto parece que estará garantizado el derecho a gozar de los beneficios del desarrollo de la ciencia y la innovación tecnológica. Nada menos.

Pie de página: Nada parece conmover a los que prolongan la huelga en la Universidad Autónoma Metropolitana. No las pérdidas materiales, ni los proyectos truncos, tampoco los días sin clase para casi 60 mil alumnos, los salarios del personal y menos los sueños de todos. Sí, refleja una grave indolencia de las autoridades.